Servicio Cristiano

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La importancia del altar familiar

Vosotros, los que profesáis amar a Dios, llevad a Jesús dondequiera vayáis; y, como los patriarcas de antaño, levantad un altar al Señor dondequiera plantéis vuestra tienda. Se necesita una reforma en este respecto: una reforma que sea profunda y amplia.—Testimonies for the Church 5:320, 321. SC 259.1

Satanás hace cuanto puede para apartar de Dios a la gente; y tiene éxito cuando la vida religiosa está ahogada en las actividades comerciales, cuando puede absorber de tal manera la mente con los negocios que no se toma tiempo para leer la Biblia, para orar en secreto, para mantener ardiente sobre el altar mañana y noche la ofrenda de alabanza y agradecimiento.—Joyas de los Testimonios 2:136. SC 259.2

Que el culto familiar sea agradable e interesante.—Testimonies for the Church 5:335. SC 259.3

Se les debe enseñar [a los niños] a respetar la hora de la oración; se debe exigir que se levanten por la mañana para estar presentes en el culto familiar.—Joyas de los Testimonios 2:134. SC 259.4

Los niños necesitan que la religión les sea presentada de un modo atractivo, no repulsivo. La hora del culto familiar debiera ser la más feliz del día. Cuidad de que la lectura de las Escrituras sea bien escogida y sencilla; de que los niños se unan en el canto; y de que las oraciones sean cortas y directas.—The Southern Watchman, 13 de julio de 1905. SC 259.5

En la mesa y en el culto de la familia, dan [ellos] la bienvenida a los huéspedes. El momento de oración impresiona a aquellos que reciben su hospitalidad, y aun una visita puede significar la salvación de un alma de la muerte. El Señor toma nota diciendo: “Te lo pagaré”.—Joyas de los Testimonios 2:574. SC 259.6

Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de oración. Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada, y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos, y por la fe atad a estos últimos sobre el altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios. Es el deber de los padres creyentes levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia, enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a Dios.—Joyas de los Testimonios 1:147, 148. SC 260.1

Abrahán, el “amigo de Dios”, nos dió un digno ejemplo. Fué la suya una vida de oración. Dondequiera que establecía su campamento, muy cerca de él también levantaba su altar, y llamaba a todos los que le acompañaban al sacrificio matutino y vespertino. Cuando retiraba su tienda, el altar permanecía allí. En los años subsiguientes, hubo entre los errantes cananeos algunos que habían sido instruidos por Abrahán; y siempre que uno de ellos llegaba al altar, sabía quién había estado allí antes que él; y después de levantar su tienda, reparaba el altar y allí adoraba al Dios viviente.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 121. SC 260.2