Servicio Cristiano

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La extensa influencia del hogar

Un hogar piadoso bien dirigido constituye un argumento poderoso en favor de la religión cristiana, un argumento que el incrédulo no puede negar. Todos pueden ver que una influencia obra en la familia y afecta a los hijos, y que el Dios de Abrahán está con ellos. Si los hogares de los profesos cristianos tuviesen el debido molde religioso, ejercerían una gran influencia en favor del bien. Serían, ciertamente, “la luz del mundo”.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 140. SC 257.2

La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser una lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida. Semejante ejemplo será una fuerza para el bien en el mundo. Mucho más poderosa que cualquier sermón predicado es la influencia de un verdadero hogar en los corazones y las vidas de los hombres. Al salir de semejante hogar paterno, los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. De este modo penetrarán en otros hogares principios más nobles de vida, y una influencia regeneradora obrará en la sociedad.—El Ministerio de Curación, 331. SC 257.3

La mayor evidencia del poder del cristianismo que puede presentarse al mundo es una familia bien ordenada y disciplinada. Esto acreditará la verdad como ninguna otra cosa podría hacerlo; porque es un vivo testimonio de su poder práctico sobre el corazón.—Testimonies for the Church 4:304. SC 258.1

Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial. Los hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el plan de Dios, se cuentan entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra.—Joyas de los Testimonios 3:63. SC 258.2

Nuestra esfera de influencia podrá parecer limitada, nuestras capacidades pequeñas, nuestras oportunidades escasas, reducidos nuestros recursos; no obstante, si sabemos aprovechar los que nos ofrece nuestro hogar, podemos realizar maravillas. Si queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de vida, podremos ser canales que lleven raudales de fuerza vivificante. De nuestros hogares saldrán ríos de vida y de salud, de belleza y de feracidad donde hoy por hoy todo es desolación y esterilidad.—El Ministerio de Curación, 333. SC 258.3