Nuestra Elevada Vocacion

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Una puerta abierta al trono, 2 de mayo

He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar. Apocalipsis 3:8. NEV 130.1

El Testigo fiel declara: “He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti”. Agradezcamos a Dios de corazón y alma y voz; y aprendamos a acercarnos a él a través de esta puerta abierta, creyendo que debemos acudir libremente con nuestras peticiones, y que él nos escuchará y contestará. Es mediante una fe viva en su poder para ayudar, como recibiremos fortaleza para pelear las batallas del Señor con una confiada seguridad de victoria.—The Review and Herald, 9 de julio de 1908. NEV 130.2

Aquellos que procuran ser fieles a Dios deben negarse muchos de los placeres mundanos; su camino puede ser cortado, y su obra puede ser estorbada por los enemigos de la verdad; pero no hay ningún poder capaz de cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus almas. El cristiano mismo puede cerrar esta puerta por indulgencia en el pecado, o por rechazo de la luz celestial. Puede apartar sus oídos del mensaje de verdad, y mediante este procedimiento cortar la conexión entre Dios y su alma. ... NEV 130.3

Todos los días tenemos el precioso privilegio de conectarnos con Cristo, quien ha abierto una puerta delante de nosotros. Todo el cielo está a nuestras órdenes. Si somos hijos obedientes de Dios, obtendremos diariamente una medida de gracia. No importa qué tentaciones, dificultades o persecuciones nos sobrevengan, no debemos desanimarnos. Ni el hombre ni Satanás pueden cerrar la puerta que Cristo ha abierto para nosotros.—The Review and Herald, 26 de marzo de 1889. NEV 130.4

Cuandoquiera que seamos tentados podemos contemplar esta puerta abierta. Ningún poder puede ocultar de nosotros la luz de gloria que brilla desde el umbral del cielo, iluminando toda la escalera por la cual subimos, porque el Señor nos ha dado fortaleza en su fortaleza, valor en su valor, luz en su luz. Cuando los poderes de las tinieblas sean vencidos, cuando la luz de la gloria de Dios inunde el mundo, veremos y comprenderemos con más claridad que hoy. Si únicamente comprendiéramos que la gloria de Dios nos rodea, que el cielo está más cerca de la tierra de lo que suponemos, tendríamos un cielo en nuestros hogares mientras nos preparamos para el cielo de arriba.—Manuscrito 92, 1901. NEV 130.5