Nuestra Elevada Vocacion

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Mirando al invisible, 29 de noviembre

Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón; escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado. Hebreos 11:24, 27. NEV 341.1

Moisés ... vivió como viendo al Invisible, y por lo tanto pudo considerar los vituperios de Cristo como una riqueza mayor que los tesoros de Egipto. Si los hombres quisieran vivir de esta manera, veríamos sus rostros brillar con la gloria de Dios, porque estarían contemplando la gloria del Eterno, y mediante la contemplación serían transformados a la imagen de Cristo.—The Signs of the Times, 9 de enero de 1893. NEV 341.2

Nuestras mentes alcanzan el nivel de las cosas donde moran nuestros pensamientos, y si pensamos en las cosas terrenas dejaremos de ser impresionados por aquello que es celestial. Obtendríamos un gran beneficio de la contemplación de la misericordia, de la bondad y del amor de Dios; pero sufrimos una gran pérdida espaciándonos en aquellas cosas que son terrenas y temporales. Permitimos que la tristeza, las preocupaciones y la perplejidad atraigan nuestras mentes hacia la tierra, y aumentamos el tamaño de un terrón hasta hacerlo alcanzar el de una montaña. ... Las cosas temporales no deben ... entorpecer nuestras mentes hasta que nuestros pensamientos lleguen a ser enteramente de la tierra y de los terrenos. Debemos entrenar, disciplinar y educar la mente para que podamos pensar según los conductos celestiales, para poder espaciarnos en las cosas invisibles y eternas, que serán discernidas con la visión espiritual. Es viendo al que es invisible como obtendremos fortaleza de mente y vigor de espíritu. ... NEV 341.3

A cualquier lugar donde seamos llamados por la providencia de Dios, podemos esperar confiadamente que Dios será nuestro ayudador. No debemos ser un juguete de las circunstancias, sino colocarnos por encima de ellas. ... Cuando seamos colocados en una posición difícil, y encontremos a nuestro alrededor cosas que no nos agradan, que prueban nuestra paciencia y nuestra fe, no debemos hundirnos en la impotencia, sino aferrarnos más firmemente de Dios, y probar que no estamos fijando nuestros afectos en las cosas de la tierra, sino en las cosas de arriba; que estamos contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Jesús debe ser el principio y el fin, el primero y el último. El debe ser nuestra fortaleza en todo tiempo de prueba.—Ibid. NEV 341.4