Nuestra Elevada Vocacion

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El legado de paz de Cristo, 18 de noviembre

La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27. NEV 330.1

Poco antes de su crucifixión, Cristo les dió a sus discípulos un legado de paz. ... Esta paz no es la paz que se adquiere a través de la conformidad con el mundo. Es una paz interna más bien que una paz externa. Afuera habrá guerras y luchas, causadas por la oposición de enemigos confesados, y la frialdad y suspicacia de aquellos que pretenden ser amigos. La paz de Cristo no hará desaparecer la división, sino que permanecerá entre las dificultades y la división. NEV 330.2

Aunque llevaba el título de Príncipe de Paz, Cristo dijo de sí mismo: “No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espada”. Mateo 10:34. ... Aunque era el Príncipe de Paz sin embargo, era causa de división.—The Review and Herald, 16 de enero de 1900. NEV 330.3

Las familias deben ser divididas para que todos aquellos que invocan el nombre del Señor se salven. Todos los que rehusan su amor infinito encontrarán que el cristianismo es una espada, un factor perturbador de su paz. ... NEV 330.4

Es imposible que alguien llegue a ser un verdadero seguidor de Cristo sin hacer distinción entre él y la masa mundana de incrédulos. Si el mundo aceptara a Jesús, entonces no habría espada de disensión, porque todos serían discípulos de Cristo y estarían en comunión unos con otros, y su unidad no sería quebrantada. Pero ése no es el caso. Aquí y allá un miembro individual de una familia es fiel a las convicciones de su conciencia, y es obligado a permanecer solo. ... La línea demarcatoria se traza distintamente. Uno se coloca sobre la Palabra de Dios, los otros sobre las tradiciones y los dichos de los hombres. ... NEV 330.5

La paz que Cristo les dió a sus discípulos, y por la cual oró, es la paz que nace de la verdad, una paz que no se termina a causa de la división. Afuera puede haber guerra y luchas, celos, envidias, odios y dificultades; pero la paz de Cristo no es una paz que el mundo pueda dar o quitar.—The Review and Herald, 24 de julio de 1894. NEV 330.6