Nuestra Elevada Vocacion

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El crisol de la angustia, 11 de noviembre

¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado. Jeremías 30:7. NEV 323.1

El camino hacia la libertad del pecado pasa por la crucifixión del yo, y está en conflicto con las potencias de las tinieblas. Que nadie se desanime en vista de las severas pruebas que han de presentarse en el tiempo de la angustia de Jacob, que todavía está ante ellos. Deben trabajar ferviente y ansiosamente, no para ese tiempo, sino para hoy Lo que necesitamos es poseer ahora un conocimiento de la verdad como es en Cristo, y una actual experiencia personal. En estas preciosas horas finales del tiempo de gracia, necesitamos formar una experiencia viva y profunda. Así formaremos caracteres que asegurarán nuestra liberación en el tiempo de angustia. NEV 323.2

El tiempo de angustia es el crisol que ha de producir caracteres cristianos. Ha sido designado para conducir al pueblo de Dios a renunciar a Satanás y a sus tentaciones. El conflicto final les revelará a Satanás en su verdadero carácter, como un tirano cruel, y hará por ellos lo que ninguna otra cosa podría hacer, desarraigarlo enteramente de sus afectos. Porque amar y acariciar el pecado es amar y acariciar a su autor, aquel mortal enemigo de Cristo. Cuando excusan el pecado y se aferran a la perversidad de carácter, le dan a Satanás un lugar en sus afectos y le tributan homenaje.—The Review and Herald, 12 de agosto de 1884. NEV 323.3

Todo el cielo se interesa en el hombre, y desea su salvación. Este es el gran blanco a que apunta todo el trato de Dios con los seres individualmente. ... Causa gran admiración en las huestes celestiales ver cuán poco se preocupan de ser libertados de la esclavitud de las influencias malignas, ver a tan pocos dispuestos a ejercitar todas sus facultades en armonía con Cristo en la gran hora de la liberación. Si los hombres pudieran ver desplegadas ante ellos las obras del gran engañador, destinadas a mantenerlos en la hiel de la amargura y en la esclavitud de la iniquidad, cuán deseosos estarían de renunciar a las obras de las tinieblas, cuán cuidadosos serían de no ceder a la tentación, con cuánto cuidado verían y quitarían todo defecto que mancha la imagen de Dios en ellos; cómo se apegarían a Jesús, y qué súplicas fervientes ascenderían al cielo en busca de una experiencia más serena, más estrecha y más feliz con Dios.—Ibid. NEV 323.4