Nuestra Elevada Vocacion

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Ojos consagrados, 26 de septiembre

El corazón entendido busca la sabiduría: mas la boca de los necios pace necedad. Proverbios 15:14. NEV 277.1

Muchos no hacen un esfuerzo sincero para comprender las lecciones que se encuentran en la Palabra de Dios. Apartan la Biblia y dejan que sus mentes se atosiguen con la lectura baladí que se encuentra en los libros de ficción, en los periódicos y en las revistas.—Manuscrito 146, 1903, pp. 9. NEV 277.2

La práctica perniciosa de la lectura de novelas es uno de los medios empleados por Satanás para destruir a las almas. La mente que se ocupa con historias excitantes pierde todo deseo hacia la lectura sólida. ... Conozco muchos ejemplos tristes de los malos efectos de esta práctica dañina. ... Cuanto más satisfacen el apetito por esta clase de alimento mental, tanto mayor se hace la exigencia. La imaginación anhela constantemente su estímulo acostumbrado, así como los ebrios desean su vino o su tabaco. Las facultades mentales y morales de estas personas se debilitan y pervierten. Pierden su interés en las Escrituras y rehuyen la oración, y quedan tan arruinadas moral y mentalmente como los bebedores de licor y los adictos al tabaco. Los lectores de novelas son ebrios mentales, y necesitan firmar una promesa de abstinencia total, tanto como lo hacen las víctimas de cualquier otra forma de intemperancia.—The Signs of the Times, 19 de mayo de 1887. NEV 277.3

Dios ha dado a su pueblo los temas de lectura más escogidos. La Palabra de Dios debe encontrar un lugar en cada cuarto de la casa. Mantened la Biblia, el pan de vida, en un lugar bien visible. ... Mantened siempre literatura escogida y elevadora al alcance de los miembros de la familia.—Manuscrito 53, 1911. NEV 277.4

La lectura de la Palabra de Dios no fascina la imaginación ni inflama las pasiones, como las ficciones de una novela, sino que subyuga y suaviza el corazón y eleva y santifica los afectos.—Appeal to Mothers, 24. NEV 277.5

Es privilegio de la juventud decir: “El Señor me ha dado mis ojos y mis oídos para gloria suya. Cerraré mis oídos a aquello que es necio y baladí. Leeré la Palabra que me hará apto para ocupar un lugar en el hogar que Cristo está preparando para aquellos que han santificado sus almas mediante la obediencia de la verdad. Mi voz proclamará la gloria de Dios; toda facultad de mi ser se consagrará a Dios”.—Carta 288, 1908, pp. 4. NEV 277.6