Nuestra Elevada Vocacion

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El espíritu dado condicionalmente, 25 de mayo

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él? Lucas 11:13. NEV 153.1

Cristo ha prometido el don de su Espíritu a su iglesia, y la promesa nos pertenece tanto a nosotros como a los primeros discípulos. Pero ésta, como otras promesas, también es dada bajo una condición. Hay muchos que creen y profesan pedir el cumplimiento de la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben ningún beneficio. No entregan el alma para ser guiada y regida por los instrumentos divinos. No podemos utilizar al Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha de usarnos a nosotros. Mediante el Espíritu, Dios obra en su pueblo “el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filipenses 2:13. Pero muchos no quieren someterse a esto. Quieren gobernarse a sí mismos. Por esto no reciben el don celestial. El Espíritu es dado únicamente a aquellos que esperan con humildad en Dios, quienes buscan su dirección y gracia. ... NEV 153.2

No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo a un lado el yo, permite que el Espíritu Santo obre en su corazón, y vive una vida plenamente consagrada a Dios. ... Si su pueblo quita las obstrucciones, él derramará las aguas de la salvación en corrientes abundantes, mediante los canales humanos. ... NEV 153.3

El Espíritu proporciona la fortaleza que sustenta al alma que lucha y se esfuerza en toda emergencia, en medio de la hostilidad de los parientes, del odio del mundo, de la comprensión de sus propias imperfecciones y errores. NEV 153.4

La unión del esfuerzo divino y humano, la estrecha conexión, primero, último y siempre con Dios, la fuente de toda fortaleza—esto es absolutamente necesario.—The Review and Herald, 19 de mayo de 1904. NEV 153.5

A Jesús, quien se vació a sí mismo por la salvación de la humanidad perdida, le fué concedido abundantemente el Espíritu Santo. Así será dado a cada seguidor de Cristo, cuando todo el corazón le sea entregado para que more en él. Nuestro Señor mismo dió la orden: “Sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18), y esta orden también es una promesa de su cumplimiento. Fué del agrado del Padre que en Cristo habitara toda la plenitud, y que en él estemos cumplidos. Colosenses 2:9, 10.—The Review and Herald, 5 de noviembre de 1908. NEV 153.6