Mensajes Selectos Tomo 1

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Apóstatas recuperados en Basilea

En la tarde del sábado, nos congregamos para una reunión especial. La bendición del Señor descansó sobre mí, y otra vez me dirigí a los presentes durante un corto tiempo. Cada asiento estaba ocupado y se habían traído sillas adicionales. Todos escucharon con profundo interés. 1MS 170.2

Invité para que pasaran adelante todos los que deseaban las oraciones de los siervos de Dios. Procuré diligentemente que aprovecharan la oportunidad todos los que habían sido apóstatas y querían volver al Señor. Se llenaron rápidamente varios asientos y toda la congregación se puso en movimiento. Les dijimos que lo mejor era que quedaran en sus asientos y que buscaríamos juntos al Señor confesando nuestros pecados, y que el Señor ha prometido: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. 1MS 170.3

Uno tras otro, se dieron rápidamente muchos testimonios que expresaban profundos sentimientos, lo que mostraba que los corazones eran tocados por el Espíritu de Dios. Nuestras reuniones continuaron desde las dos de la tarde hasta las cinco, y entonces tuvimos que terminar con varias oraciones fervientes.—Diario, 20 de febrero de 1887. 1MS 171.1