Mensajes Selectos Tomo 1

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Obra ferviente en Tittabawassee, Míchigan

Se celebraron reuniones todo el día. Mi esposo habló en la mañana; el Hno. Andrews en la tarde. Seguí con observaciones bastante largas, suplicando a los que se habían interesado por las reuniones que comenzaran a servir a Dios desde ese día. Llamamos al frente a los que deseaban comenzar en el servicio del Señor. Vino adelante un buen número. Hablé varias veces, suplicando a las almas que rompieran las ataduras de Satanás y comenzaran entonces. Una madre fue a su hijo y lloró y le suplicó. Parecía duro, terco e inflexible. Entonces me levanté, me dirigí al Hno. D y le rogué que no se interpusiera en el camino de sus hijos. El se sobresaltó, luego se levantó, habló y dijo que comenzaría desde ese día. Con corazón alegre, todos oyeron esto. El Hno. D es un hombre de gran valor. 1MS 167.2

Entonces se levantó el esposo de la Hna. E, testificó que quería ser cristiano. Es un hombre de influencia: abogado. Su hija estaba inquieta en el asiento. El Hno. D añadió entonces sus súplicas a las nuestras. La Hna. D también [suplicó] a sus hijos. Suplicamos y al fin prevalecimos. Todos pasaron adelante. Los padres y todos los hijos y otros padres siguieron su ejemplo. Fue un día de alegría. La Hna. E dijo que era el día más feliz de su vida.—Diario, 19 de febrero de 1868. 1MS 168.1