Mensajes Selectos Tomo 1

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¿Se está enriqueciendo la Hna. White?

A veces se ha dicho que estoy tratando de enriquecerme. Algunos nos han escrito preguntando: “¿No es acaso la Sra. de White millonaria?” Estoy contenta porque puedo decir: “No”. No poseo en este mundo ningún lugar que esté libre de deudas. ¿Por qué? Porque veo tanta obra misionera que hacer. En tales circunstancias, ¿podría yo acumular dinero? No, ciertamente. Recibo derechos de autora de la venta de mis libros, pero casi todo se gasta en obra misionera. 1MS 120.4

El gerente de una de nuestras editoriales en un país lejano, al oír hace poco que yo necesitaba dinero, me envió un giro de quinientos dólares, y en la carta que acompañaba el dinero dijo que en compensación por los miles y miles de dólares en derechos de autor que yo había devuelto a su campo misionero para la traducción y circulación de nuevos libros y para las nuevas empresas misioneras, ellos consideraban que el enviarme quinientos dólares era una pequeña prenda de su aprecio. Me enviaron eso por su deseo de ayudarme en un momento de necesidad especial. Pero hasta ahora he dado, para el sostén de la causa del Señor en países extranjeros, todos los derechos de autora que provienen de la venta de mis libros en idioma extranjero en Europa, y tengo el propósito de devolver estos quinientos dólares tan pronto como pueda liberarme de deudas. 1MS 121.1

Para la gloria de Dios os diré que, hace unos cuatro años, él me capacitó para terminar de escribir un libro en cuanto a las parábolas de Jesús, y entonces Dios puso en mi corazón dar ese libro para la promoción de nuestra obra educativa denominacional. 1MS 121.2

En aquel tiempo, algunos de nuestros colegios mayores estaban muy endeudados, pero mediante los esfuerzos de nuestros hermanos para vender este libro y para dedicar toda la utilidad a liquidar esas deudas, ya se han reunido más de doscientos mil dólares para pagar esas deudas y todavía prosigue la buena obra. El éxito de este plan ha sido un motivo de gran satisfacción para mí. Estoy ahora terminando otro libro para que se use en forma parecida para otros propósitos. 1MS 121.3

Pero para mí lo más animador no es la utilidad financiera. Me complazco en el pensamiento de que la circulación de estos libros está trayendo muchas almas a la verdad. Este pensamiento ciertamente alegra mi corazón. No tengo tiempo para detenerme a lamentar. Prosigo con mi obra y constantemente escribo, escribo, escribo. Generalmente estoy levantada escribiendo temprano por la mañana, cuando los demás están durmiendo. 1MS 121.4

Aun la aflicción no me ha obligado a dejar de escribir. No hace mucho, después de haber ido a Australia, caí enferma. Debido a la humedad de las casas, sufrí un ataque de reumatismo inflamatorio que me postró durante once meses. A veces sufría intensamente. Podía dormir en una posición sólo durante unas dos horas y entonces tenía que ser cambiada de postura. Mi colchón de goma inflado me daba muy poco alivio, y pasé por períodos de gran sufrimiento. 1MS 122.1

Pero no cesé en mi obra a pesar de eso. Mi brazo derecho estaba libre de dolor desde el codo hasta la yema de los dedos. No podía mover voluntariamente el resto del brazo, todo el brazo izquierdo y ambos hombros. Prepararon un cabestrillo, y pude escribir con su ayuda. Durante esos once meses, escribí dos mil quinientas páginas de tamaño de carta, para enviarlas al otro lado del Pacífico para su publicación en Norteamérica. 1MS 122.2

Me siento muy agradecida al Señor porque nunca me chasquea, porque me da fuerza y gracia. Cuando estuve al lado de mi esposo moribundo, coloqué mi mano entre las suyas y dije: “¿Me conoces, esposo?” Asintió con la cabeza. Dije: “Durante todos los años, te he permitido llevar la responsabilidad financiera y tomar la iniciativa en nuevas empresas. Ahora te prometo que yo misma iré adelante—y añadí—: Si comprendes lo que digo, aprieta mi mano un poco más”. Así lo hizo, pues no podía hablar. 1MS 122.3

Después de que mi esposo fue colocado en la tumba, sus amigos pensaron colocar una columna quebrada como monumento funerario. “¡Nunca!—dije—, ¡nunca! Ha hecho sin ayuda la obra de tres hombres. ¡Nunca se pondrá sobre su tumba un recordativo quebrado!”... 1MS 122.4

Dios me ha ayudado. Hoy glorifico su nombre en la presencia de su pueblo. Pasé casi diez años en Australia. Se ha hecho allí una obra maravillosa, pero podría haberse realizado más de dos veces tanto, si hubiéramos tenido los hombres y los medios que debiéramos haber tenido. Sin embargo, agradecemos a Dios por su presencia sustentadora, y por lo que ahora podemos ver en aquel campo como resultado de los esfuerzos hechos.—Manuscrito 8, 1904. 1MS 123.1