Mensajes Selectos Tomo 1

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El adorno externo

Los que acarician y lisonjean el yo, fomentando el orgullo y la vanidad, dando al vestido y la apariencia el tiempo y la atención que debieran darse a la obra del Maestro, están sufriendo una pérdida terrible. Muchos que están vestidos con bellas prendas externas no saben nada del adorno interior que es de gran precio a la vista de Dios. Su fina vestimenta cubre un corazón que es pecaminoso y enfermo, lleno de vanidad y orgullo. No saben lo que significa buscar “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Colosenses 3:1. 1MS 91.3

Anhelo ser henchida, día tras día, con el Espíritu de Cristo. El tesoro de su gracia es de más valor para mí que el oro, la plata o costosos atavíos. Nunca sentí como ahora tan ferviente anhelo de justicia. 1MS 92.1

Cuando mis hermanas capten una vislumbre de lo que Cristo ha sufrido por ellas, para que pudieran llegar a ser hijas adoptivas de Dios, no anhelarán más satisfacerse con orgullo mundano y egoísmo. No serán más ególatras. Dios será el objeto de su cuidado supremo. 1MS 92.2

Me duele el corazón cuando se me muestra que hay muchas que han hecho del yo su ídolo. Cristo ha pagado el precio de la redención por ellas. A él pertenece el servicio de todas las facultades de ellas. Pero su corazón está lleno de egoísmo y del deseo de ataviarse. No prestan atención a las palabras: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 8:34. La complacencia propia oculta a Cristo de la vista de ellas. No sienten el deseo de caminar delante de Dios con mansedumbre y humildad. No acuden a Jesús. No oran para que puedan ser transformadas a la semejanza de él. Sus casos están representados por el hombre que fue al banquete del rey ataviado con vestidos comunes. Había rehusado hacer los preparativos requeridos por el rey. Desdeñó vestirse con los atavíos provistos para él a gran costo. Ante la demanda del rey, “¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?” (Mateo 22:12), no pudo contestar nada. Quedó mudo, pues se sentía condenado por sí mismo. 1MS 92.3

Muchos que profesan ser cristianos lo son sólo de nombre. No están convertidos. Hacen resaltar el yo. No se sientan a los pies de Jesús como lo hizo María, para aprender de él. No están preparados para la venida de Cristo. 1MS 92.4