Mensajes Selectos Tomo 1

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Nuestra fe establecida sobre la verdad

Anhelo diariamente poder cumplir un doble deber. Le he estado rogando al Señor que me dé vigor y sabiduría para reproducir los escritos de los testigos que fueron confirmados en la fe en los primeros tiempos del mensaje. Después de que pasó el tiempo en 1844, recibieron la luz y caminaron en la luz; y cuando se presentaron hombres que pretendían tener nueva luz, con sus maravillosos mensajes acerca de varios puntos de las Escrituras, nosotros, por la operación del Espíritu Santo, teníamos testimonios precisos y apropiados, que anularon la influencia de tales mensajes, tales como el que el pastor G estuvo ocupado en presentar.* Este pobre hombre ha estado trabajando decididamente en contra de la verdad que ha confirmado el Espíritu Santo. 1MS 188.1

Cuando el poder de Dios testifica en cuanto a lo que es verdad, esa verdad ha de mantenerse para siempre. No se ha de dar cabida a ninguna suposición posterior contraria a la luz que Dios ha dado. Se levantarán hombres con interpretaciones de las Escrituras que son verdad para ellos, pero que no son verdad. La verdad para este tiempo nos ha sido dada por Dios como un fundamento para nuestra fe. El mismo nos ha enseñado lo que es verdad. Se levantará uno, y después otro, con nueva luz que contradiga la luz que Dios ha dado mediante la demostración de su Espíritu Santo. Todavía están vivos unos pocos que pasaron por la experiencia ganada en el establecimiento de esta verdad. Bondadosamente Dios ha preservado sus vidas para que repitan y repitan hasta el fin de sus días la experiencia por la cual pasaron, así como el apóstol Juan lo hizo hasta el fin de su vida. Y los portaestandartes que han caído en la muerte han de hablar a través de la reimpresión de sus escritos. Se me ha instruido que así han de ser oídas sus voces. Han de dar testimonio de lo que constituye la verdad para este tiempo. 1MS 188.2

No hemos de recibir las palabras de los que vienen con un mensaje que contradice los puntos especiales de nuestra fe. Reúnen un montón de versículos y los amontonan como una prueba en torno de las teorías que afirman. Esto ha sido hecho vez tras vez durante los últimos cincuenta años. Y al paso que las Escrituras son la Palabra de Dios y han de ser respetadas, es un gran error la aplicación de ellas, si tal aplicación mueve un puntal del fundamento que Dios ha sostenido durante estos cincuenta años. El que hace tal aplicación no conoce la maravillosa demostración del Espíritu Santo que dio poder y fuerza a los mensajes pasados que han venido al pueblo de Dios. 1MS 189.1

Las pruebas del pastor G no son dignas de confianza. Si se las recibiera, destruirían la fe del pueblo de Dios en la verdad que nos ha hecho lo que somos. 1MS 189.2

Debemos ser decididos en este asunto, pues no son correctos los puntos que él trata de probar mediante las Escrituras. No prueban que la experiencia pasada del pueblo de Dios fue un engaño. Tuvimos la verdad; fuimos dirigidos por los ángeles de Dios. Bajo la dirección del Espíritu Santo fue dada la presentación del tema del santuario. Los que no participaron en los lineamientos de nuestra fe se mostrarán elocuentes en guardar silencio. Dios nunca se contradice. Las pruebas bíblicas están mal aplicadas si se las fuerza para testificar de lo que no es verdadero. Se levantarán otro y otro más y presentarán lo que pretendan que es gran luz y expondrán sus declaraciones. Pero nos mantenemos fieles a los hitos antiguos. Se cita 1 Juan 1:1-10. 1MS 189.3

Se me instruyó a decir que podemos usar estas palabras como apropiadas para este tiempo, pues ha llegado el tiempo cuando debe darse al pecado el nombre que le corresponde. Estamos estorbados en nuestra obra por hombres que no están convertidos, que procuran su propia gloria. Les agrada que se piense que son originadores de nuevas teorías que presentan pretendiendo que son verdad. Pero si se reciben estas teorías, inducirán a la negación de la verdad que durante los últimos cincuenta años Dios ha dado a su pueblo, corroborándola con la demostración del Espíritu Santo.—Carta 329, 1905. 1MS 190.1