¡Maranata: El Senor Viene!

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Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, 22 de noviembre

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Apocalipsis 22:14. MSV76 332.1

¿Esperamos llegar al cielo al fin y unirnos al coro celestial? Como descendimos a la tumba así saldremos, en cuanto concierne al carácter... Ahora es el momento de lavar y planchar... MSV76 332.2

Juan vio el trono de Dios rodeado por un grupo, y preguntó: “¿Quiénes son éstos?” La respuesta fue: “Son los que... han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Apocalipsis 7:14. Cristo los lleva a las fuentes de aguas vivas y allí está el árbol de la vida y el precioso Salvador. Se nos presenta aquí una vida que se mide con la vida de Dios. Allí no hay dolor, pena, enfermedad o muerte. Todo es paz, armonía y amor... MSV76 332.3

Ahora es el momento de recibir gracia, fortaleza y poder para combinarlos con nuestros esfuerzos humanos a fin de que podamos formar caracteres para la vida eterna. Cuando hagamos esto, descubriremos que los ángeles de Dios nos servirán, y seremos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Y cuando suene la última trompeta, y los muertos sean llamados de su prisión y transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, se colocarán las coronas de gloria inmortal sobre la cabeza de los merecedores. Las puertas perlinas se abrirán para dejar entrar a las naciones que han guardado la verdad. El conflicto habrá terminado. MSV76 332.4

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Mateo 25:34. ¿Deseamos esta bendición? Yo sí, y creo que vosotros también. Dios os ayude para librar las batallas de esta vida, ganar diariamente la victoria y al fin estar entre los que arrojarán sus coronas a los pies de Jesús, pulsarán las arpas de oro y llenarán el cielo con la música más dulce.49En Lugares Celestiales, 371. Deseo que améis a mi Jesús... No rechacéis a mi Salvador porque él pagó un precio infinito por vosotros. Veo en Jesús encantos incomparables, y deseo que vosotros también los veáis.50In Heavenly Places, 369. MSV76 332.5