La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 13—Su amor, simpatía y bondad

Siempre mostraba tacto, nunca severidad—El Salvador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto, y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fue rudo, nunca dijo sin necesidad una palabra severa, nunca causó pena innecesaria a un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin reparos la hipocresía, incredulidad e iniquidad, pero había lágrimas en su voz, cuando pronunciaba sus penetrantes reprensiones. Nunca hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura hacia la humanidad.—Obreros Evangélicos, 123. VEUC 89.1

Sus palabras eran como un bálsamo—Multitudes que no se interesaban en las arengas de los rabinos, eran atraídas por su enseñanza. Podían comprender sus palabras, y sus corazones eran consolados y alentados. Hablaba de Dios, no como de un Juez vengador, sino como de un Padre tierno, y revelaba la imagen de Dios reflejada en sí mismo. Sus palabras eran como bálsamo para el espíritu herido. Tanto por sus palabras, como por sus obras de misericordia, estaba quebrantando el poder opresivo de las antiguas tradiciones y de los mandamientos de origen humano, y presentaba el amor de Dios en su plenitud inagotable.—El Deseado de Todas las Gentes, 174, 175. VEUC 89.2

Mostraba simpatía al hablar y al escuchar—La vida de Cristo, estuvo henchida de palabras y obras de benevolencia, simpatía y amor. Siempre estaba dispuesto a escuchar las quejas, y aliviar los sufrimientos de quienes se llegaban a él. Con la salud recobrada, multitudes de personas llevaban en su propio cuerpo, la prueba del poder divino de Jesús. Sin embargo, después de realizado el prodigio, muchos se avergonzaban del humilde, y no obstante poderoso Maestro. El pueblo no estaba dispuesto a aceptar a Jesús, porque los gobernantes no creían en él. Era Jesús varón de dolores, experimentado en quebrantos. Los caudillos judíos, no podían dejar que los rigiese la vida austera y abnegada de Jesús. Deseaban disfrutar de los honores que el mundo otorga. A pesar de todo, muchos seguían al Hijo de Dios, y escuchaban sus enseñanzas, alimentándose con las palabras, que tan misericordiosamente fluían de sus labios. Tenían profundo significado, y, sin embargo, eran tan sencillas, que los más débiles podían entenderlas.—Primeros Escritos, 159, 160. VEUC 90.1

Sus palabras eran la verdad—Las palabras del Maestro eran claras y distintas, y era pronunciadas con simpatía y ternura. Llevaban consigo la seguridad de que eran la verdad. Era la sencillez y el fervor con que Cristo trabajaba y hablaba, lo que atraía a tantas personas a él.—El Evangelismo, 44. VEUC 91.1

Había consuelo y ternura en sus palabras—Aun en su infancia, dirigió palabras de consuelo y ternura a jóvenes y ancianos... Fue un ejemplo de lo que los niños debieran tratar de ser... En sus palabras y sus actos, manifestó tierna simpatía por todos. Su compañerismo era un bálsamo curativo y suavizante, para el descorazonado y deprimido.—Hijos e Hijas de Dios, 153. VEUC 91.2