La Voz: Su Educación y Uso Correcto
Reacciones del público ante la oratoria de Elena G. de White
En la preparación para presentar su tésis doctoral en la Universidad Estatal de Míchigan, Horace Shaw sometió un cuestionario a cientos de personas que habían escuchado hablar a Ellen G. White. Las reacciones que se presentan a continuación han sido seleccionadas del conjunto de respuestas recibidas por el Dr. Shaw [ver de Horace Show, A Rhetorical Analysis of the Speaking of Mrs. Ellen G. White, a Pioneer, Leader, and Spokeswoman of the Seventh-day Adventist Church (1959), pp. 589-644]. VEUC 526.1
Jane H. Albro: No hubo duda en cuanto a su celo o sinceridad. La atención era absoluta. Nada de confusión. Un sermón poderoso. Dios le dio el mensaje, y ella lo presentó, como quien debe dar cuenta. VEUC 526.2
Alfred Anderson: Auditorio silencioso y reverente. Mientras ella hablaba, el ambiente era diferente. VEUC 526.3
Dr. Floyd E. Bates: La gente salió de la reunión bajo la convicción de que Dios había estado con nosotros y nos había hablado. Su presencia parecía ejercer una influencia santificadora sobre el público. Era como haber visto a alguien del cielo que podía hablar con autoridad divina, y cuyas palabras llevaban un profundo significado. VEUC 526.4
Myrtabelle Beeler: El sermón fue muy impresionante, y siempre me he sentido satisfecha de que ese sábado por la mañana tuve que viajar treinta millas por tren para escucharla. VEUC 527.1
O. O. Bernstein: El público parecía prestarle una atención casi intensa. Prevalecía un ambiente de quietud y expectativa. VEUC 527.2
Vesta Bookout: Verla, y escucharla predicar fue una bendita experiencia. Ellos (mis vecinos) opinaron que ella era maravillosa y lo repitieron una y otra vez... Sin duda, había algo acerca de ella que hasta los no adventistas reconocían como algo especial, aun sin saber quién era ella, ni que significaba para su pueblo. VEUC 527.3
Frances Smith Bradbury: La charla que presentó ante los integrantes de la familia del sanatorio fue de mucha utilidad. Sus modales eran sencillos. Era una oradora convincente, sincera y genuina, y uno sentía que cada palabra que salía de sus labios era verdad. Ella usó la Palabra de Dios para comprobar el mensaje que nos dio. VEUC 527.4
W. H. Branson: Me sentí cerca del cielo mientras la escuchaba. Parecía sin duda que la voz de Dios nos hablaba, por intermedio de su mensajera escogida. Mientras ella hablaba, el auditorio permanecía en reverencia y quietud... Considero que fue un privilegio excepcional haber estado presente, y haber escuchado su voz. VEUC 527.5
Ada Byrd: Cuando ella subió a la plataforma, un profundo silencio permeó todo el campamento. VEUC 527.6
Sra. Carnahan: Cuando ella bajó al pasillo se pudo notar una actitud diferente; a uno le pareció estar en otro lugar, hecho posible por su presencia. VEUC 528.1
George R. Close y Sra—: Cada sermón nos dejaba la impresión de haber estado escuchando un mensaje del cielo. VEUC 528.2
Sra. Correll: Tuve el privilegio de escuchar a la hermana White predicar uno de los sermones más poderosos que he oído en mi vida. Eramos unas 3.000 personas, conmovidas por la presencia del Espíritu Santo, de tal manera, que lágrimas corrían por nuestras mejillas, mientras ella fijaba su vista, primero lentamente por toda la galería, luego en los concurrentes abajo, con una mirada que parecía traspasarnos. Pronto se inició el sermón: “Mis queridos hermanos”—palabras tan claras y tan sencillas que todos entendían. Le siguió el sermón de la misma manera... Fue una experiencia inolvidable. VEUC 528.3
J. E. Dye y Sra—: La gente estaba muy callada y atenta. Eso nos hizo una profunda impresión... Sentimos que el Señor estaba muy cerca de nosotros. Consideramos un gran capítulo en nuestra vida haber podido escuchar a la sierva del Señor. Consideramos que la reunión fue de un carácter muy sagrado. La gente salió de la gran carpa con mucha quietud. Algunos iban manifestando que habían sentido la presencia del Espíritu Santo. VEUC 528.4
Dr. S. P. S. Edwards: No había ni uno entre las 300 personas presentes, que no tuviera los ojos húmedos, y algunos... fechan su conversión desde que escucharon esa oración. Un marino comentó: “Ella trajo a Dios aquí mismo y nos presentó a él para recibir sus bendiciones, y yo tengo que ser un hombre mejor!” VEUC 528.5
Dr. I. M. Foldkam: Aunque yo era un niño, me sentí profundamente impresionado. Ella... imponía una profunda atención a todos sus oyentes. Siempre que la escuchaba, me sobrecogía un espíritu de reverencia, al comprender su estrecha asociación con el cielo. Su actitud me parecía de intenso fervor. VEUC 529.1
Effie A. Fowler: Cuando ella entró, el público se aquietó. La atención era muy buena... Las palabras que habló permanecieron en nuestra mente para fortalecernos y bendecirnos. VEUC 529.2
Sra. Maddox Fudge: Me impresionó profundamente la solemnidad y sencillez de la ocasión. La congregación estaba tan absorta que parecía casi hechizada. Estoy segura que el Espíritu de Dios estaba presente... se hubiera podido escuchar la caída de un alfiler. Todos salieron de la iglesia sin pronunciar palabra. VEUC 529.3
Zelma B. Fuller: Me sentí emocionada, porque nunca había escuchado antes, ni he escuchado después semejante melodía en una voz, cuando ella dijo: “Jesús hizo girar la puerta en sus brillantes goznes, e invitó a la gente a entrar”. VEUC 529.4
R. U. Garrett: Mientras ella hablaba, reinaba la quietud en la gran carpa. Me parecía que el Espíritu Santo estaba allí en gran medida, y que ninguno de los presentes quería perderse una sola palabra de las que ella hablaba. VEUC 529.5
Albert Guest: Al igual que en sus escritos, nunca he encontrado a nadie que la iguale, en cualquier tema. VEUC 530.1
M. C. Guild: Cuando ella invitó a los pecadores a ir adelante y entregar su corazón al Señor, ellos acudieron. Se bautizaron 153 personas en esa ocasión. VEUC 530.2
H. K. Halladay: Su atracción era fuerte, muy fuerte; e hizo en mí una fuerte impresión como joven... El público permanecía muy, muy quedo... escuchando cada palabra... Palabras muy sencillas. Muy tranquilizadoras... se hubiera podido escuchar la caída de un alfiler... lo cual hubiera dejado también en silencio al auditorio. No se escuchaba ningún ruido... como si todos hubieran estado embelesados... La influencia espiritual presente era mucha. VEUC 530.3
Sra. Hanhardt: Yo sentía en mi joven corazón un cierto sentimiento de reverencia, y de profundo respeto hacia ella, como vocera del Señor. El público le prestaba una atención indivisa... Todos sentíamos que habíamos recibido un mensaje directo del cielo. La dueña... de donde se hospedó la hermana White... dijo que tan pronto ella entró bajo su techo, sintió una bendición espiritual profunda—un sentimiento muy especial de la divina presencia—que desapareció cuando ella se marchó. VEUC 530.4
H. E. Harker: Yo estaba de pie a la entrada después de una de esas reuniones, y oí a hombres decir mientras salían: “Ningún hombre ha hablado como esta mujer”. VEUC 530.5
Ruth Hauser: No había [en ella] ni la más mínima indicación de justicia propia... Pero cuando estábamos cerca de ella, teníamos la impresión de estar en la presencia de una persona cristiana—una persona que realmente conocía a su Dios. Uno podía percibir en forma inconsciente ese fervor interior. VEUC 531.1
John C. Heindenreich: Impresión del auditorio. Teniendo en cuenta que en esa ocasión en que hablaba tenía 83 años de edad. El sermón fue maravilloso. Siempre he considerado un alto honor y un privilegio, el haber escuchado hablar a la señora White. VEUC 531.2
Viola Henise: Las sencillas palabras que ella usó ejercieron mucha influencia en la gente, casi como si estuvieran escuchando a alguien de otro mundo. Su desfiguración y su nariz partida desaparecieron. ¡Cuán penetrantes eran sus palabras! Si, ella citó mucho de la Biblia. No recuerdo una declaración en particular, pero podíamos casi ver al Señor venir. Nos quedamos maravillados. Nunca lo he olvidado. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”. Nosotros éramos recién convertidos, y era tan maravilloso saber que Jesús volvería pronto... Nadie necesitó decir (a los niños) que estuvieran tranquilos, porque el Espíritu de Dios se manifestó a ellos, así como a los mayores. VEUC 531.3
Ruth Miller Holden: Ella siempre hablaba con una voz clara, y fuerte, que me conmovía una y otra vez, y que casi dejaba a los oyentes hechizados, sin ninguna duda de que su voz estaba llena del Espíritu. Hasta su presencia me inspiraba reverencia. Me gustaban muchos sus sermones. Aunque era una niña, me encantaba escucharla hablar. VEUC 531.4
Sra. Honicker: La congregación quedó impresionada con la precisión de sus enfoques. No parecía que ella elaborara sus sermones. VEUC 532.1
J. S. James: Ella hablaba con autoridad. Aunque había visto que su apelación a la ganancia de almas hacía saltar lágrimas en su auditorio, nunca la vi conmovida hasta las lágrimas cuando predicaba. VEUC 532.2
Reathel Jenkings: Recuerdo su sencillez en el vestir, y que usaba una redecilla para el cabello. Pero habló en forma tan interesante, que pronto se me olvidó su atavío, y no pude dejar de sentirme preocupado por hacer algo yo mismo, con el fin de apresurarme a dar el mensaje a otros, para que Jesús pudiera venir pronto. VEUC 532.3
Jessie Bond Johnson: Ella habló en forma amigable, y al mismo tiempo con una dignidad y reverencia que hizo a sus oyentes sentir que Dios estaba dando un mensaje por su intermedio. Se que el sermón me llevó a decidirme, que con la ayuda de Dios, yo iba a apartarme de cualquier cosa en mi vida, que impidiera la presencia de Cristo en mi corazón. VEUC 532.4
Elton A. Jones: El mensaje que ella trajo fue muy impresionante. En ese tiempo yo no era cristiano, pero no podía quitar de mi mente la convicción de que debía serlo, y pocos años después fui bautizado. VEUC 532.5
Sra. Lafrance: Una ferviente oradora... Me impresionó mucho su sinceridad, y... la congregación le prestó toda la atención... Sin duda alguna, creí que ella estaba inspirada por Dios. El auditorio quedó profundamente impresionado, y permaneció en quietud. VEUC 532.6
J. B. Mallory: Durante toda la reunión prevaleció una atención arrobadora. Reinaba la quietud. Se notaba la solemnidad, y la gente salió de la carpa en silencio. VEUC 533.1
Sra. Martin: Se hubiera podido escuchar la caída de un alfiler en ese vasto auditorio. VEUC 533.2
James Wm. McComas: Mucha solemnidad. Cientos de personas lloraban, y antes que se terminara el sermón, la congregación completa estaba de rodillas ante el altar. Los pasillos estaban repletos de gente, y en la plataforma no cabía uno más. Muchos lloraban, algunos en voz alta, pero quietamente. Los padres buscaron a sus hijos. Los hijos buscaron a sus padres. Fue un día de alegría. Todos cantamos, “gloria cantemos al Redentor”. VEUC 533.3
John L. McGee: La influencia y las bendiciones que me han acompañado a través de los años, como resultado de la bendición que la hermana White me dio, cuando me dijo: “Hermano McGee, reciba el Espíritu de Dios que es tan esencial para el reavivamiento, y la terminación de la obra en la tierra”, todavía las siento, y muy a menudo pienso en ellas. VEUC 533.4
Augusta Meyer: Muchas veces, había dudado si realmente era posible que tuviéramos una profetisa en nuestra denominación... Después quedé completamente convencida. VEUC 533.5
Rosetta E. Mitchell: Ella me impresionó poderosamente: nunca podría... olvidar la precisión y seriedad de su actitud mientras hablaba. Pareció que nadie se movió ni se cambió de posición, mientras ella estaba hablando; que cada persona escuchaba con avidez para estar seguro de no perder, ni una sola de sus palabras. VEUC 533.6
se movió ni se cambió de posición, mientras ella estaba hablando; que cada persona escuchaba con avidez para estar seguro de no perder, ni una sola de sus palabras. VEUC 534.1
Sra. Olson: La mañana que la hermana White habló en la capilla, prevalecía un espíritu de reverencia que yo nunca había sentido. Me parecía que estaba en la misma presencia de Dios... Cuando entramos en el aula del profesor Bodin... él estaba sentado en su escritorio, con la frente inclinada sobre una mano. Cuando levantó la vista, hizo la siguiente declaración a la clase: “En toda mi asociación con el cuerpo de pastores cultos y devotos, no puedo pensar en ninguno que pudiera, en cierto grado leer y hablar como la Sra. White lo hizo hoy. Ella ha sido enseñada por el Señor”. VEUC 534.2
Mude Pashby: Estoy segura que lo más emocionante de mi vida fue escucharla a ella, aunque yo no era miembro de la iglesia entonces. VEUC 534.3
J. R. Patterson: Hubo un silencio mortal por unos instantes, cuando pareció que una ola de una extraña influencia se cernió sobre el auditorio. Fue algo extraño. Yo no puedo hablar por otros, pero en lo que a mí concierne, sentí la enormidad de mi pecado, y mi deficiencia, y la carga de la obra en nuestras manos, una especie de influencia enternecedora. Después de un minuto o algo así de silencio en todo el salón, los obreros, hombres y mujeres, empezaron a ponerse de pie y a hacer confesiones que nunca había escuchado en una reunión pública. No puedo imaginar que hubiera ojos secos en el edificio. VEUC 534.4
Hug L. Peden: La primera vez que la escuché, su conocimiento de la Biblia y la perfecta libertad con la cual hablaba, cautivó y mantuvo mi atención, y algo me sucedió en esa reunión. Mediante su sierva, Dios habló a mi corazón que le entregué en esa ocasión, dedicando mi vida a Dios y a su servicio. VEUC 535.1
Clara L. Penn: Cuando ella habló en el antiguo tabernáculo, había una absoluta quietud, ni siquiera se escuchaba un susurro, o algo que llamara la atención... En ella no había ligereza. Todo era con fervor... La hermana White siempre hablaba con quietud. Ni siquiera recuerdo haberla escuchado alzar la voz... Recuerdo que los presentes estaban sentados como cautivados. VEUC 535.2
George McCready Price: Ella siempre captaba la atención indivisa de todo el auditorio, y todos quedábamos impresionados con su fervor, y su sinceridad transparente. VEUC 535.3
Arthur E. Sanderson: Recuerdo la expectativa del pueblo por escucharla. Cuando ella hablaba, prácticamente asistía el ciento por ciento de todos... los asistentes a los congresos campestres, y a las sesiones de la Asociación General. Es de destacar el carácter impresionante de la quietud absoluta que mostraban los presentes, y su atención concentrada a cada palabra hablada—su atención fija. Todos parecían impresionados de que el Señor estaba hablando por su intermedio... Ella parecía hablar como bajo la directa inspiración del Espíritu Santo. VEUC 535.4
Frank Steunenberg: El sábado... Ellen G. White era la oradora. Escuchar a una mujer hablar era nuevo para mí. Mi mamá me contó muchas veces después, que yo no le quité los ojos de encima desde el momento en que empezó a hablar hasta que terminó. Esto era algo fuera de lugar para mí, porque... por lo general disfrutaba de una siesta a mitad del sermón con la cabeza recostada a su brazo. Pero no ese día. Yo estuve fascinado durante todo el mensaje. VEUC 536.1
George A. Stevens: Su idioma era perfecto y magnético. Ella mantenía al auditorio hechizado. Recuerdo que cuando estaba hablando ante un auditorio en Washington, vi a un abogado a quien yo conocía sentado... con la boca abierta, recostado en el asiento de adelante, escuchando embelesado. VEUC 536.2
Ross J. Sype: Algo impresionante en cuanto a aquel congreso campestre, fue la cantidad de personas no adventistas que asistieron a todas las reuniones cuando ella (la hermana White) hablaba... y la atención indivisa de esos no adventistas. Había algo muy destacado en su personalidad, que hacía que no le quitaran la vista. Una cosa era sin duda el hecho de que a pesar de su corta estatura y de ser débil por la edad, tenía una vitalidad, y una mente tan clara. VEUC 536.3
Robert A. Ware: Sus sermones eran siempre ocasiones solemnes, y siempre me tocaban el corazón. Nunca, en las muchas ocasiones en que la escuché, hubo un motivo de risa, como sucede ahora tan a menudo en los sermones. Mi esposa se impresionó por la manera en que ella pronunciaba el nombre de Jesús, en un tono más suave y dulce de voz. VEUC 536.4
Edward White: Dos hombres no adventistas asistieron a la reunión, diciendo que habían ido a criticar a una mujer predicadora, pero en lugar de criticarla, dijeron haber sido profundamente impresionados. En suma, fue un sermón, y una ocasión que nunca olvidaré. VEUC 537.1
R. D. Whitney: La hermana White usaba palabras sencillas; no necesitábamos llevar un diccionario para seguir sus discursos. Ella hablaba en forma sosegada y según todas las apariencias, sus oyentes estaban pensando profundamente. Dos de mis jóvenes amigos se convirtieron... como resultado de sus reuniones en la iglesia de Hillsdale. VEUC 537.2
Grace Bahler Wilcox: Aun siendo una niña yo pensaba que ella era una oradora maravillosa... Yo comprendí que Dios le daba los mensajes que ella nos presentaba a nosotros, no sólo en sus libros, sino también desde la plataforma... Usted pensaría que ella tenía una gran educación, por el uso que hacía del idioma, y la serenidad que manifestaba en sus sermones. Eran tan sencillos, que hasta los niños podían entender. VEUC 537.3
Nellie B. Wilkinson: Otra cosa que me impresionó además del uso de su voz, era la solemnidad con la cual hablaba... Cuán imponente. VEUC 537.4
Sra. Wilfkill: En 1909 asistimos al congreso de la Asociación General en Takoma Park. Nuestras impresiones fueron aun más conclusivas. Nunca podré olvidar la manera impresionante con que habló, su personalidad agradable, su enunciación, su dicción, su convicción espiritual, etc. VEUC 537.5