La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Juan el Bautista

Su elocuencia era pura y natural—La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión era: “Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”. Isaías 58:1. No había recibido educación en las escuelas humanas. Dios y la naturaleza habían sido sus maestros. En la tarea de preparar el camino para el advenimiento de Cristo, se necesitaba a uno que fuera tan valiente, como para hacer oír su voz al igual que los profetas de la antigüedad, y amonestar a la nación degenerada, para que se arrepintiera. VEUC 396.2

Y todos salieron al desierto para oírlo. Los pescadores y los campesinos incultos, acudieron desde las comarcas vecinas y de regiones cercanas y lejanas. Los soldados romanos salieron de los cuarteles de Herodes para ir a escucharlo. Los capitanes fueron con las espadas ceñidas a su costado, con el fin de sofocar todo lo que se asemejara a un alboroto, o a una rebelión. Los avaros cobradores de impuestos acudieron de todas partes; y desde el Sanedrín fueron los sacerdotes con sus filacterias. Todos escucharon fascinados; y todos se retiraron, aun los fariseos, los saduceos y los fríos e insensibles escarnecedores de ese tiempo, sin tener ya más su expresión de burla, y con una profunda convicción de su pecado. No hubo prolongados argumentos, ni bien estructuradas teorías, presentadas elaboradamente con sus “en primer lugar”, “en segundo lugar”, y “en tercer lugar”. En cambio, se advertía una elocuencia pura e innata en las sentencias cortas, y cada palabra llevaba con ella, la certidumbre y la verdad de las poderosas advertencias dadas... VEUC 396.3

Reprochó abiertamente el pecado en los hombres de ocupaciones humildes, y de los de elevada alcurnia. Declaró la verdad a los reyes y los nobles, ya fuera que la escucharan o la rechazaran.—Mensajes Selectos 2:168-170. VEUC 397.1

El poder de sus palabras—El propósito de Juan era alertar y alarmar a la gente, y hacerla temblar por su gran perversidad. Con sencillez y llaneza, señalaba los errores y delitos de los hombres. Sus palabras estaban acompañadas de poder, y aunque la gente no quisiera escuchar las denuncias acerca de su vida no santificada, no podía resistirse a sus palabras. El no adulaba a nadie; ni tampoco recibía la adulación de nadie. La gente acudía a él de común acuerdo a arrepentirse, a confesar sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. VEUC 397.2

Reyes y gobernantes iban al desierto a escuchar al profeta, y se mostraban interesados y profundamente convencidos, cuando él les señalaba sin temor sus pecados particulares. Su discernimiento de los caracteres y su visión espiritual, le permitían leer los propósitos y la mente de los que se acercaban a él, y sin temor alguno les decía, tanto a los ricos, como a los pobres, a los encumbrados como a los humildes, que, aunque pretendieran ser justos, no podrían disfrutar del favor de Dios, ni tener parte en el reino del Mesías, cuya venida él anunciaba, sin arrepentirse de sus pecados, y sin una verdadera conversión. VEUC 398.1

En el espíritu y con el poder de Elías, Juan denunciaba las corrupciones de los judíos, y levantaba su voz condenando sus pecados prevalecientes. Sus discursos eran sencillos, al punto y convincentes.—The Review and Herald, 7 de enero de 1873. VEUC 398.2

Un tono alarmante y firme—Juan declaraba sus mensajes sin argumentos elaborados ni teorías sutiles. Su voz se escuchaba desde el desierto en un tono alarmante y firme, pero llena de esperanza: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 3:2. El conmovía a la gente con un poder nuevo y extraño. Toda la nación estaba conmovida. Las multitudes acudían al desierto.—Testimonies for the Church 8:332. VEUC 398.3

La responsabilidad de su misión—Con visión iluminada por el Espíritu divino, estudiaba los caracteres humanos, para poder saber cómo alcanzar los corazones con el mensaje del cielo. Sentía el peso de su misión. En la soledad, por la meditación y la oración, trataba de fortalecer su alma, para la carrera que le esperaba.—El Deseado de Todas las Gentes, 77. VEUC 398.4

En tonos de trompeta—Juan había predicado la venida del Mesías. Las palabras del precursor de Cristo habían resonado en sus oídos, como sonido de trompeta.—The Review and Herald, 13 de febrero de 1900. VEUC 399.1

Uno de los mayores profetas—Cristo declaró que Juan el Bautista era uno de los mayores profetas, y mostró a sus oyentes, que habían tenido suficiente evidencia de que Juan era un mensajero de Dios. Las palabras del predicador del desierto poseían poder. El presentó su mensaje resueltamente, reprendiendo los pecados de los sacerdotes y gobernantes, instándolos a hacer las obras del reino de los cielos.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 220, 221 (PP), 193 (ACES). VEUC 399.2