La Verdad acerca de los Angeles

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Dios comunica el verdadero lugar de Cristo

Antes de que la gran controversia principiase, debía presentarse claramente a todos la voluntad de Aquel cuya sabiduría y bondad eran la fuente de todo su regocijo. VAAn 35.2

El Rey del universo convocó a las huestes celestiales a comparecer ante él, a fin de que en su presencia él pudiese manifestar cuál era el verdadero lugar que ocupaba el Hijo y manifestar cuál era la relación que él tenía para con todos los seres creados... Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que ninguno, excepto Cristo, el Hijo unigénito de Dios, podía penetrar en la plenitud de sus designios y que a éste le estaba encomendada la ejecución de los grandes propósitos de su voluntad.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 14-15. VAAn 35.3

El gran Creador convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su Hijo en presencia de todos los ángeles. Este estaba sentado en el trono con el Padre, con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor. Entonces el Padre hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera igual a él; de modo que doquiera estuviese su Hijo, estaría él mismo también. La palabra del Hijo debería obedecerse tan prontamente como la del Padre. Este había sido investido de la autoridad de comandar las huestes angélicas. Debía obrar especialmente en unión con él en el proyecto de creación de la tierra... VAAn 36.1

Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio. Cristo formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras Lucifer los desconocía. No comprendía, ni se le permitía conocer los propósitos de Dios. En cambio Cristo era reconocido como Soberano del cielo, con poder y autoridad iguales a los de Dios. VAAn 36.2

Lucifer creyó que él era el favorito en el cielo entre los ángeles. Había sido sumamente exaltado, pero... aspiraba llegar a la altura de Dios mismo. Se glorificaba en su propia exaltación. Sabía que los ángeles lo honraban. Tenía una misión especial que cumplir. Había estado cerca del gran Creador y los persistentes rayos de la gloriosa luz que rodeaban al Dios eterno habían resplandecido especialmente sobre él. Pensó en cómo los ángeles habían obedecido sus órdenes con placentera celeridad. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermosas? ¿Por qué había que honrar a Cristo más que a él?—La Historia de la Redención, 13-14. VAAn 36.3

Los ángeles reconocieron gozosamente la supremacía de Cristo, y postrándose ante él, le rindieron su amor y adoración. Lucifer se postró con ellos, pero en su corazón se libraba un extraño y feroz conflicto. La verdad, la justicia y la lealtad luchaban contra los celos y la envidia. La influencia de los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos... Pero luego se llenó del orgullo de su propia gloria. Volvió a su deseo de supremacía, y nuevamente dio cabida a su envidia hacia Cristo.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 15. VAAn 37.1