La Verdad acerca de los Angeles

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La segunda venida de Cristo

Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Ellos percibirán la primera luz de su segunda venida.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 346. VAAn 281.2

Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 698. VAAn 282.1

No hay lenguaje humano que pueda describir las escenas de la segunda venida del Hijo del hombre en las nubes del cielo... Vendrá revestido del manto de luz que lo rodea desde los días de la eternidad.—The Review and Herald, 5 de septiembre de 1899. VAAn 282.2

Una santa compañía de ángeles, con sus coronas resplandecientes sobre sus cabezas, lo escolta en su venida.—Spiritual Gifts 1:206-207. VAAn 282.3

Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: “¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís en el polvo, y levantaos!”... VAAn 282.4

Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud... La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 702-703. VAAn 282.5

El mayor don de Dios es Cristo... El murió por nosotros, y fue resucitado por nosotros, para que nosotros nos levantemos de la tumba para estar en la gloriosa compañía de los ángeles del cielo, para encontrarnos con nuestros amados y para reconocer sus rostros, porque la semejanza a Cristo no destruye la propia imagen de los redimidos, sino que la transforma a la gloriosa imagen del Salvador. Cada santo que tenga aquí relaciones de familia reconocerá a cada uno allá.—Mensajes Selectos 3:361. VAAn 283.1

Los justos vivos son mudados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos”. 1 Corintios 15:52. Ala voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles “juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:31. Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 703. VAAn 283.2

Cuando los niñitos se levantan inmortales de su lecho de polvo, inmediatamente vuelan hacia los brazos de sus madres. Se reúnen otra vez para no separarse más. Pero muchos de estos pequeños no tienen una madre allí. Esperábamos escuchar la canción de triunfo de esas madres, pero en vano. Los ángeles reciben a los pequeños huérfanos y los conducen al árbol de la vida.—The Youth’s Instructor, 1 de abril de 1858. VAAn 283.3

Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios. VAAn 284.1

En cada lado del carro nebuloso hay alas, y debajo de ellas, ruedas vivientes; y mientras el carro asciende las ruedan gritan: “¡Santo!” y las alas, al moverse gritan: “¡Santo!” y el cortejo de los ángeles exclama: “¡Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso!” Y los redimidos exclaman: “¡Aleluya!” mientras el carro se adelanta hacia la nueva Jerusalén.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 703. VAAn 284.2

Juntos entramos en la nube y durante siete días fuimos ascendiendo al mar de vidrio, donde Jesús sacó coronas y nos las ciñó con su propia mano. Nos dio también arpas de oro y palmas de victoria.—Primeros Escritos, 16. VAAn 284.3

Las columnas de ángeles están a cada lado, y los redimidos de Dios entran en medio de querubines y serafines. Cristo les da la bienvenida y pronuncia sobre ellos su bendición. “Bien, buen siervo y fiel,... entra en el gozo de tu Señor”. Mateo 25:21, 23.—Comentario Bíblico Adventista 6:1093. VAAn 284.4