Testimonios para los Ministros

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Capítulo 15—A los obreros de Dios

Una reprensión del egoísmo*

Cooranbong, Australia,

6 de febrero de 1896

A mis hermanos de Norteamérica: TM 392.1

La gran obra específica del Espíritu Santo está claramente definida por nuestro Salvador: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado”. Cristo sabía que este anunció era un legado maravilloso. Se acercaba a la finalización de su ministerio sobre la tierra y vislumbraba la cruz, con una plena comprensión de la carga de culpa que debía ser colocada sobre él como portador del pecado. Sin embargo, por lo que estaba más ansioso era por sus discípulos. Estaba tratando de hallar consuelo para ellos, y les dijo: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si yo no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. TM 392.2

El mal se había estado acumulando durante siglos, y sólo podía ser restringido y resistido por el grandioso poder del Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, que vendría no con energía modificada, sino con la plenitud del poder divino. Debía hacerse frente a otro espíritu, porque la esencia del mal trabajaba en todas las maneras y la sumisión del hombre al cautiverio satánico era asombrosa. TM 392.3

El egoísmo nubla el juicio

Hoy, así como en los días de Cristo, Satanás domina la mente de muchos. ¡Ojalá que su obra terrible pudiera ser discernida y resistida! El egoísmo ha pervertido los principios, ha confundido los sentidos y nublado el juicio. Parece tan extraño que a pesar de toda la luz que irradia de la bendita Palabra de Dios se sostengan ideas tan extrañas y haya tal abandono del espíritu y los procedimientos de la verdad. El deseo de obtener sueldos elevados, que lleva a la determinación de privar a otros de los derechos que Dios les concedió, tiene su origen en la mente de Satanás; y al obedecer la voluntad de él y al seguir sus métodos, los hombres se colocan bajo su bandera. Poco puede confiarse en aquellos que han sido atrapados en esta trampa, a menos que se conviertan cabalmente y sean renovados, porque han sido leudados por principios erróneos cuyo efecto deletéreo no pudieron percibir. TM 392.4

¡Oh, si los que están en los diversos campos, en Norteamérica y en todas partes del mundo, trabajaran de acuerdo con la regla bíblica y lucharan para desarraigar el egoísmo, qué obra podría realizarse para la iglesia! Pero los pecados que han sido señalados una y otra vez yacen a la puerta de muchos, pecados que el Señor no considera de un carácter leve. Si los hombres tan sólo abandonaran su actitud de resistencia al Espíritu Santo—actitud que durante mucho tiempo ha estado leudando su experiencia religiosa—, el Espíritu de Dios se dirigiría a sus corazones. Los convencería de pecado. ¡Qué obra! Pero el Espíritu Santo ha sido insultado, y la luz ha sido rechazada. ¿Es posible que los que durante años han sido tan ciegos lleguen a ver? ¿Es posible que en esta última etapa de su resistencia sus ojos sean ungidos? ¿Habrán de distinguir la voz del Espíritu de Dios de la voz engañadora del enemigo? TM 393.1

Hay hombres que pronto dejarán ver bajo qué estandarte se encuentran: la bandera del Príncipe de la vida, o la bandera del príncipe de las tinieblas. Si solamente pudieran ver estos asuntos tal como se me presentan, si pudieran ver que, en lo que concierne a sus almas, son como hombres que están al borde del precipicio, listos para caer en las profundidades, no creo que permanecerían temblando al borde un instante más, si apreciaran en algo su salvación. TM 393.2

No es la voluntad de Dios que persona alguna perezca, sino que todos tengan vida eterna. ¡Oh, si pudiera yo tener la seguridad de que en el próximo congreso mis hermanos van a comprender lo que significan los principios puros tanto para ellos como para los que se relacionan con ellos, mi corazón saltaría de gozo! Si los que han errado tan lejos de Dios y de la verdadera justicia revelaran que el Espíritu Santo ha estado luchando con ellos, que reconocen su culpabilidad al apartarse de la Palabra de Dios y al actuar como ciegos que guían a otros ciegos, tendría yo esperanza. Cuando despierten de su parálisis, se sentirán abrumados al darse cuenta de que han perdido el tiempo—el precioso talento del Señor—, que han perdido oportunidades que les fueron dadas para que pudieran manifestar su aprecio hacia la infinita compasión de Dios por los hombres cardos. TM 394.1

Un profundo anhelo de servir

Toda alma que acepta a Jesús como su Salvador personal anhelará el privilegio de servir a Dios y aprovechará ávidamente la oportunidad de manifestar su gratitud dedicando sus talentos al servicio de Dios. Anhelará manifestar su amor por Jesús y por su posesión adquirida. Deseará el trabajo, las privaciones, el sacrificio. Considerará un privilegio negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir en las pisadas de Cristo, manifestando así su lealtad y su amor. Sus obras santas y benéficas testificarán de su conversión y darán al mundo la evidencia de que no es un cristiano falso, sino un cristiano verdadero y consagrado. TM 394.2

Los hombres están ejerciendo ahora con entusiasmo todo arte y profesión para satisfacer su deseo de ganar más. Si usaran ese tacto, ese celo y esa cuidadosa meditación en un esfuerzo por ganar algo para la tesorería del Señor, ¡cuánto más podría hacerse! Cuando los hombres totalmente egoístas acepten a Cristo, mostrarán que tienen un nuevo corazón; y en lugar de posesionarse de todo lo que les sea posible obtener para beneficio de ellos mismos, en lugar de hacer sacrificios pequeños, raquíticos, para el Señor, harán alegremente todo lo que pueden para impulsar su obra. El espíritu de codicia, que se ha desarrollado tan ampliamente, morirá, y prestarán atención a las palabras de Cristo: “Vended lo que poseéis, y dad limosna”. Trabajarán tan laboriosamente, con celo, energía y fervor, para construir el reino de Dios, como han trabajado para obtener riquezas para sí mismos. TM 394.3

¡Qué cambio se vería!

Os digo la verdad. En nuestro concepto del deber estamos muy por debajo de lo que exige nuestra santa religión. ¡Oh, si los que han sido bendecidos con verdades tan grandes y solemnes se levantaran y sacudieran el hechizo que ha nublado sus sentidos y les ha impedido prestar verdadero servicio a Dios, qué cosa no harían por la salvación de las almas sus esfuerzos bien organizados! ¡Qué cambio se vería en los principios practicados! El mundo, la carne y el diablo no cegarían a hombres y mujeres en cuanto a lo que son los principios de pureza, de santidad y lealtad. TM 395.1

La Palabra de Dios asimilada es la preparación para la vida eterna. Pero los hombres han dado tal interpretación a esta Palabra que la han despojado de su significado. El corazón y la conciencia se han endurecido y corrompido. Hermanos, en el nombre de Jesús, os pregunto: ¿Creéis en la Palabra de Dios? ¿Sois hijos e hijas de Dios? Si lo sois, es porque habéis sido convertidos y habéis recibido a Cristo en el templo de vuestra alma, y vuestra mente ha sido colocada bajo la nueva ley, la ley real de la libertad. ¡Oh, si pudiera tener la gozosa noticia de que la voluntad y la mente de los que están en Battle Creek y que han actuado como profesos dirigentes, se ha emancipado de las enseñanzas y la esclavitud de Satanás, cuyos cautivos han sido durante tanto tiempo, estaría deseosa de cruzar el ancho Pacífico para ver vuestros rostros una vez más! Pero no estoy ansiosa de veros con percepciones debilitadas y mentes anubladas, porque habéis elegido las tinieblas antes que la luz. TM 395.2

La influencia despertadora del Espíritu Santo

El Espíritu divino revela su obra en el corazón humano. Cuando el Espíritu Santo actúa en la mente, el instrumento humano comprende la declaración hecha por Cristo: “Tomará de lo mío, y os lo hará saber”. La sujeción a la Palabra de Dios significa la restauración de uno mismo. Actúe Cristo por medio de su Espíritu Santo para despertaros como de entre los muertos, y ponga vuestras mentes en armonía con la suya. Sea él quien use vuestras facultades. El ha creado cada una de vuestras capacidades para que podáis honrar y glorificar mejor su nombre. Consagraos a él, y todos los que están asociados con vosotros verán que vuestras energías son inspiradas por Dios, que vuestras más nobles facultades son llamadas al trabajo para hacer el servicio de Dios. Las facultades que fueron usadas para servir al yo e impulsar causas indignas, que fueron empleadas como instrumentos de propósitos injustos, serán llevadas cautivas a Cristo Jesús para llegar a ser una cosa con la voluntad de Dios. TM 396.1

Preparad a los jóvenes para el servicio

Hay una obra que realizar en las iglesias. Debe prepararse y educarse a jóvenes y señoritas, y entonces se encontrarán lugares para ellos en la obra. Estáis preocupados y perplejos porque el Dr.-----está obteniendo ganancias desproporcionadas en la obra médica misionera porque su obra excede en mucho a la que se realiza en las iglesias de parte de la Asociación General. ¿Cuál es el problema? Sencillamente que la luz dada por Dios no ha sido aceptada. Los hombres han suplantado los planes de Dios con sus propios planes. La prosperidad de la obra misionera médica está de acuerdo con los planes divinos. Esta obra debe hacerse; la verdad debe ser llevada por los caminos y los vallados. TM 396.2

Un llamamiento a la reforma

Pero el corazón de la obra, el gran centro, ha sido debilitado por la mala administración de hombres que no han avanzado con su Director. [veasé el Apéndice.] Satanás ha desviado su dinero y sus habilidades hacia conductos equivocados. Su precioso tiempo ha estado pasando a la eternidad. La fervorosa obra que se está haciendo ahora, la guerra agresiva que se está peleando, podría haberse hecho hace tiempo tan vigorosamente como ahora en obediencia a la luz de Dios. Todo el cuerpo está enfermo por la mala administración y los malos cálculos. El pueblo al cual Dios ha confiado intereses eternos, los depositarios de una verdad preñada de resultados eternos, los portadores de la luz que ha de iluminar al mundo entero, están desorientados. ¿Ha cometido Dios un error? Los que están en el corazón de la obra. ¿han elegido vasos que puedan recibir el aceite áureo que los mensajeros celestiales representados por los dos olivos vierten en los tubos de oro para llenar las lámparas? ¿Están en sociedad con Cristo Jesús en su gran empresa los que se hallan en Battle Creek, hombres y mujeres a quienes Dios ha señalado para hacer la obra más solemne jamás confiada a los mortales? ¿Están cumpliendo con su deber aquellos a quienes él ha pedido que comunicaran a otros la luz de las lámparas encendidas para que las regiones de las tinieblas puedan oír el mensaje salvador?... TM 397.1

Resultados de servir al yo

¡Oh, si los que profesan conocer la verdad tuvieran el espíritu de Cristo, el Redentor que se sacrificó a sí mismo, que renunció a sus riquezas, a su esplendor, a su alto mando e hizo todo lo que podía hacer un Dios para salvar a las almas, se negarían a sí mismos, tomarían su cruz y seguirían a Jesús! ¿Cómo daréis cuenta ante Dios en el gran día del juicio, vosotros que amáis el tesoro mundanal, de vuestros esfuerzos débiles y soñolientos para enviar la verdad a las regiones lejanas? Habrá que dar cuenta del dinero invertido en bicicletas, vestidos y otras cosas innecesarias. [veasé el Apéndice.] Como pueblo de Dios debéis representar a Jesús, pero Cristo se avergüenza de los que son complacientes consigo mismos. Mi corazón está dolorido y apenas puedo dominar mis sentimientos cuando pienso en cuán fácilmente nuestro pueblo se aparta de los principios cristianos prácticos para agradar al yo. Hasta ahora muchos de vosotros creéis la verdad sólo en forma parcial. El Señor Jesús dice: “No podéis servir a Dios y a las riquezas”, y hemos de vivir de toda palabra que sale de su boca. ¿Cuántos creen esta palabra? TM 398.1

El Señor aborrece vuestros procedimientos egoístas, y sin embargo su mano se extiende todavía. Os insto por causa de vuestras almas a que escuchéis mi ruego ahora en favor de los que son misioneros en los campos extranjeros, cuyas manos están atadas por vuestra forma de proceder. Satanás ha estado trabajando con todo su poder de engaño para llevar las cosas al punto en que el camino quede obstruido por la carencia de medios en la tesorería. TM 398.2

¿Os dais cuenta de que cada año miles y miles y decenas de miles de almas están pereciendo, muriendo en sus pecados? Las plagas y los juicios de Dios ya están haciendo su obra, y las almas van a la ruina porque la luz de la verdad no ha resplandecido sobre su sendero. ¿Creemos plenamente que hemos de llevar la Palabra de Dios a todo el mundo? ¿Quién cree esto? “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” ¿Quién tiene la fe que lo induzca a llevar a la práctica esta palabra? ¿Quién cree en la luz que Dios ha dado? TM 398.3

Dios pide acción

El Señor pide acción unificada. Deben realizarse esfuerzos bien organizados para conseguir obreros. Hay almas pobres, honradas, humildes, a las cuales el Señor pondrá en vuestro lugar, que nunca han tenido las oportunidades que vosotros habéis tenido, y que no pudieron tenerlas porque vosotros no fuisteis manejados por el Espíritu Santo. Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu Santo sea derramado, los que no recibieron y apreciaron la lluvia temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía. Cuando estamos realmente consagrados a Dios, su amor permanecerá en nuestros corazones por la fe, y con gozo cumpliremos con nuestro deber de acuerdo con la voluntad de Dios. TM 399.1

Pero me alarma el escaso interés que se ha manifestado en la obra de Dios por parte de nuestras iglesias. Yo rogaría a todos los que tienen medios que recuerden que Dios se los ha confiado para que los usen en el progreso de la obra que Cristo vino a realizar en nuestro mundo. El Señor le dice a cada uno que a la vista de Dios el hombre no es el poseedor de lo que tiene, sino solamente un apoderado. No es vuestro, sino mío, dice el Señor. Dios os llamará a cuenta por vuestra mayordomía. Ora sea que tengáis un talento, o dos, o cinco, ni un centavo ha de ser malgastado en vuestras propias complacencias egoístas. Vuestra obligación de rendir cuenta al cielo debiera haceros temer y temblar. Las decisiones del último día dependen de nuestra dadivosidad práctica. Cristo reconoce todo acto de beneficencia como hecho a él mismo. TM 399.2