Testimonios para los Ministros

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El señor tiene un pleito con su pueblo

Cooranbong, Australia,

5 de julio de 1896

Debe tenerse el cuidado de enseñar a cada hombre su dependencia de Dios, porque él es la fuente de toda sabiduría, poder y eficiencia. Se me ha mostrado que es un error suponer que los hombres que ocupan puestos de responsabilidad especial en Battle Creek tienen una sabiduría que es muy superior a la de los hombres ordinarios. Los que piensan que la tienen, y suponen que estos hombres poseen iluminación divina, descansan en el juicio humano de estos hombres, aceptando su consejo como la voz de Dios. [veasé el Apéndice.] Pero esto no es seguro, porque a menos que los hombres estén totalmente consagrados a Dios, Satanás obrará por medio de ellos para impartir un conocimiento que no será para el bien presente y eterno de los que escuchen. TM 374.1

Muchos se han acostumbrado a escribir o pedir consejo y dirección cuando se ven en dificultades. Pero es un error que los que están en puestos de responsabilidad en nuestras diferentes instituciones dependan de los hombres que tienen ya demasiadas cargas y responsabilidades que llevar. Una experiencia débil y enfermiza será la suerte de los que se acostumbren a depender totalmente de otros. Aquellos de quienes dependen pueden tener menos temor de Dios de lo que ellos mismos tienen y no más poder mental y talento que el que ellos tienen el privilegio de poseer si solamente se dan cuenta de que no han de ser niños, sino hombres firmes y valientes, que traten de obtener más capacidad al ejercitar lo que ya tienen, negociando con el talento que Dios les confió. Somos responsables individualmente por el uso de los talentos que Dios nos ha dado. Nuestro intelecto debe ser cultivado. Deben solucionarse los problemas mediante la meditación definida y persistente. TM 374.2

El Señor ha dado a todo hombre su tarea señalada, y si él pone a hombres en cargos de responsabilidad, les comunicará su Santo Espíritu dándoles eficiencia para su trabajo. Pero los hombres que son llamados a hacer largos y costosos viajes para ayudar a otros a hacer proyectos y planes, no están ellos mismos en estrecha relación con el Dios de toda sabiduría si ponen su confianza en su propia fuerza y sabiduría. Si no han estado dispuestos a llevar el yugo de Cristo, o a aprender en su escuela a ser mansos y humildes de corazón, como él lo fue; si no han aprendido a llevar las cargas que Dios les ha dado, y a seguirlo dondequiera que él los guíe, ¿de qué valdrán sus viajes costosos? ¿Qué valor tendrá su sabiduría? ¿No es considerada como necedad por Dios? TM 375.1

Enseñad esto al pueblo

Las asociaciones pueden depender de la Asociación General para recibir luz, conocimiento y sabiduría; ¿pero es seguro que lo hagan? Battle Creek no ha de ser el centro de la obra de Dios. Sólo Dios puede ocupar ese lugar. Cuando nuestros hermanos que están en los diferentes lugares tienen sus convocaciones especiales, enseñadles, por causa de Cristo y por causa de su propia alma, a no hacer de la carne su brazo. No hay poder en los hombres para leer el corazón de sus semejantes. El Señor es el único del cual podemos depender con seguridad, y él está a nuestro alcance en todo lugar y para toda iglesia del país. El poner a los hombres donde Dios debe estar no lo honra ni lo glorifica. ¿Ha de ser el presidente de la Asociación General el dios del pueblo? ¿Han de considerarse los hombres de Battle Creek como infinitos en sabiduría? Cuando el Señor obre en los corazones humanos y en los intelectos de los hombres, se presentarán ante el pueblo postulados y procedimientos diferentes de éstos. “Dejaos del hombre”. TM 375.2

El Señor tiene un pleito con su pueblo en este asunto. ¿Por qué han dejado al Señor su Dios, que tanto los amó, “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? Su amor no es inseguro o fluctuante, sino que está tan por encima de todo otro amor como los cielos son más altos que la tierra. Siempre vela sobre sus hijos con un amor inconmensurable y eterno. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” TM 376.1

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Ha de hallarse misericordia, amor y sabiduría en Dios, pero muchos que profesan conocerlo se han apartado de Aquel en quien se centra nuestra esperanza de vida eterna, y se han acostumbrado a depender de sus semejantes, seres humanos falibles. Se mutilan espiritualmente cuando hacen esto, porque ningún hombre es infalible y su influencia puede extraviar a otros. El que confía en el hombre no solamente se apoya en una caña quebrada y le da a Satanás la oportunidad de intervenir, sino que daña a aquel en quien pone su confianza; éste se enaltece en su estima propia y pierde el sentido de su dependencia de Dios. Tan pronto como se pone al hombre en el lugar que le corresponde a Dios, pierde su pureza, su vigor, su confianza en el poder divino. El resultado es la confusión moral, porque sus facultades dejan de estar santificadas y se pervierten. Se siente competente para juzgar a sus semejantes, y se esfuerza ilícitamente para ser un dios sobre ellos. TM 376.2

“Haya, pues, en vosotros este sentir”

Pero no debe haber exaltación propia en la obra de Dios. Por mucho que sepamos, por grandes que sean nuestras dotes intelectuales, ninguno de nosotros puede jactarse, porque lo que poseemos no es sino un don que se nos ha confiado, que se nos ha prestado a prueba. El fiel desarrollo de estas dotes decide nuestro destino para la eternidad; pero no tenemos motivo alguno para exaltar el yo o para glorificarnos porque lo que tenemos no nos pertenece. TM 377.1

Debemos ser corteses hacia todos, tiernos de corazón y compasivos; este carácter manifestó Cristo en la tierra. Cuanto más estrechamente nos unamos con Jesucristo, más tierno y afectuoso será nuestro comportamiento mutuo. La redención de la raza humana fue planeada para que el hombre, caído como estaba, pudiera ser participante de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Si por la gracia de Dios llegamos a ser participantes de la naturaleza divina, nuestra influencia sobre los que nos rodean no será peligrosa, sino benéfica. Al mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podremos ser una bendición para todos aquellos con quienes nos asociamos, pues el poder del Espíritu Santo sobre el corazón humano puede purificarlo y mantenerlo así. TM 377.2

Los que no reciben a Cristo como su Salvador personal, que no sienten la necesidad de su gracia sobre el corazón y el carácter, no pueden influir para bien sobre los que los rodean. Cualquiera sea su posición en la vida, llevarán con ellos una influencia que Satanás utilizará en su servicio. Los tales pierden toda esperanza de vida eterna ellos mismos, y por su mal ejemplo descarrían a otros. TM 377.3

Estudiad la cruz

La cruz del Calvario significa todo para las almas que perecen. Por medio del sufrimiento y la muerte del Hijo del Hombre, se ha hecho posible la salvación del hombre. Por la intervención del Espíritu Santo, Dios se propone que su imagen sea restaurada en la humanidad y un nuevo y viviente principio de vida sea introducido en las mentes contaminadas con el pecado. El amor de Dios es plenamente capaz de restaurar, reconstruir, animar y fortalecer a toda alma creyente que acepte la verdad como es en Jesús. Pero a fin de que esto pueda realizarse, los hombres deben uncirse en el yugo con Cristo. La cruz de Cristo debe ser estudiada. Debe ocupar la atención y fortalecer los afectos. La sangre que allí fue derramada por los pecados purificará y limpiará la mente y el corazón de toda especie de egoísmo. TM 377.4

Santificados en la verdad

Dios es el autor de toda verdad; la verdad practicada prepara el camino para recibir una verdad más elevada. Cuando los siervos designados por Dios proclaman una verdad nueva, el Espíritu Santo actúa en la mente que ha sido preparada para andar en la luz despertando sus facultades de percepción para discernir la belleza y la majestad de la verdad. TM 378.1

Pero la verdad no es verdad para el que no revela, por su elevado carácter espiritual, un poder que está más allá de lo que el mundo puede dar, una influencia que corresponda, en su carácter sagrado y peculiar, a la verdad misma. El que es santificado por la verdad, ejercerá una influencia salvadora y vital sobre todos los que se relacionan con él. Esta es la religión de la Biblia. TM 378.2

Los hombres, salvados tan sólo por el sacrificio expiatorio de Cristo Jesús, no tienen derecho a tratar de exaltarse a sí mismos por encima de sus semejantes. Siéntense ellos a los pies de Jesús, y aprendan de él, esforzándose para no brillar ellos mismos. Si el amor de Jesucristo mora en ellos, brillarán sin que se den cuenta, difundiendo la luz de la gloria de Cristo por el mundo. “Y yo, si fuere levantado de la tierra—dijo Cristo—, a todos atraeré a mí mismo”. Si un ministro hace de Cristo su esperanza, su confianza y su fuente de poder, es uno con Cristo, un colaborador de Dios; y por medio de este ministro, las almas son convertidas a Jesús. TM 378.3

Toda capacidad proviene de Dios

Hay personas que no son eruditas y que no tienen una gran dotación de talentos, pero no necesitan desanimarse a causa de esto. Usen lo que tienen, vigilando fielmente todo punto débil de su carácter y buscando la gracia divina para fortalecerlo. No hay hombre viviente que tenga facultad o capacidad alguna que no haya recibido de Dios, y la fuente de la cual vino está abierta para el más débil ser humano. Si se acerca a Dios, la inagotable fuente de fortaleza, se dará cuenta de que el Señor cumple su promesa. Pero en esta obra no necesitamos llamar a hombres que están a miles de kilómetros de distancia para que nos ayuden, porque Cristo ha prometido: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis”. TM 379.1

Dios no ha dado caprichosamente sus talentos a los hombres, sino de acuerdo con la capacidad que él mismo les concedió para usarlos. Cuanto mayores sean los talentos prestados al hombre, mayores serán las ganancias exigidas. Dios demanda de todo agente humano que consulte el oráculo divino y se familiarice con su voluntad expresada sobre todos los asuntos, a fin de que por un uso diligente de los talentos que le fueron prestados pueda adquirir otros. TM 379.2

Dios quiere que aprendamos la solemne lección de que estamos forjando nuestro propio destino. El carácter que formamos en esta vida decide si seremos idóneos para vivir por los siglos eternos. Ningún hombre que permanezca ocioso puede estar seguro. Quizá no tenga muchos talentos, pero negocie con los que posee; y en proporción con la integridad que manifieste hacia Dios y hacia sus semejantes, Dios lo bendecirá. TM 379.3

El Espíritu Santo espera para dar ayuda a toda alma creyente, y Jesús declara: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Sean fuertes los que creen en Jesús, hombres de oración y plenos de confianza en el poder de Cristo para salvar. “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”. TM 380.1

El ruego del señor

Permitidme que ruegue a nuestras asociaciones y a nuestras iglesias que dejen de depender de los hombres y hacer de la carne su brazo. No miréis a otros hombres para ver cómo se conducen bajo la convicción de la verdad, o para pedirles ayuda. No esperéis recibir fuerza de los hombres que están en altos puestos de responsabilidad porque ellos son precisamente los hombres que están en peligro de considerar su posición de responsabilidad como evidencia del poder especial de Dios. Nuestras iglesias son débiles porque sus miembros están acostumbrados a estimar los recursos humanos y depender de ellos, y miles de pesos se gastan innecesariamente en el transporte de hombres finitos de un lugar a otro para que arreglen pequeñas dificultades, cuando Jesús está siempre cerca para ayudar a los que están en necesidad y aflicción. TM 380.2

Las advertencias dadas en la Palabra de Dios a los hijos de Israel no fueron dirigidas solamente a ellos, sino a todos los que vivieran en la tierra. El les dice: “¡Ay de los hijos que se apartan... para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto”. Si el Señor reprobó a su pueblo de la antigüedad porque descuidó el buscar consejo de él cuando estaba en dificultad, ¿no se desagradará hoy de que su pueblo, en lugar de depender de los brillantes rayos del Sol de justicia para que alumbren su camino, se aparte de él en el proceso de su prueba para buscar la ayuda de seres humanos que son tan falibles e ineficientes como ellos mismos? ¿Dónde está nuestra fuerza? ¿Está en hombres que son tan desvalidos y dependientes como nosotros mismos, que necesitan la dirección de Dios tanto como nosotros? TM 380.3

Cristo dice: “Separados de mí nada podéis hacer”, y él ha proporcionado el Espíritu Santo como pronto auxilio en todo tiempo de necesidad. Pero muchos tienen una experiencia religiosa débil porque, en lugar de buscar al Señor para obtener la eficiencia del Espíritu Santo, hacen de la carne su brazo. Edúquese al pueblo de Dios a ir al Señor cuando está en problemas y a obtener fortaleza de las promesas que son el sí y el amén para toda alma que confía. TM 381.1

“Pedid, y se os dará”

Esta promesa del Señor es para nosotros: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” TM 381.2

Las promesas de Dios son plenas y abundantes, y no hay necesidad de depender de la humanidad para recibir fuerza. Dios está cerca de todos los que le piden que los socorra. Y él es grandemente deshonrado cuando, después de invitarnos a poner en él nuestra confianza, nos apartamos de él—el Unico que no nos interpretará mal, el Unico que puede darnos consejo infalible—, para dirigirnos a hombres que en su debilidad humana están propensos a desviarnos. TM 381.3

“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo! Y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?” TM 382.1

El Señor nos ha mostrado su camino; ¿andaremos en él? ¿o andaremos, como seres finitos y falibles que somos, en nuestro propio consejo, y practicaremos los principios contra los cuales él nos ha amonestado? TM 382.2

Amonestación oportuna

“Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre. Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel. Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado; por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente”. TM 382.3

“¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y éste es el refrigerio; mas no quisieron oír. La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos. Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová. Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos; por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo”. TM 383.1

“Vuestra fortaleza”

“Porque así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis”. “En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. Porque el violento será acabado, y el escarnecedor será consumido; serán destruidos todos los que se desvelaban para hacer iniquidad, los que hacían pecar al hombre en palabra; los que arman lazo al que reprendía en la puerta, y pervierten la causa del justo con vanidad. Por tanto, Jehová, que redimió a Abrahán, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido; porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina”. TM 383.2

¿Desoiremos estas advertencias como si no tuvieran importancia? El Señor pide que todo maestro, todo ministro, todo el que ha recibido la luz de su verdad, señale bien su posición espiritual. Han tenido gran luz, y si quieren obtener la vida eterna, no deben continuar dependiendo de hombres finitos, sino construir sobre el fundamento seguro. TM 384.1

Aferraos a los principios de Dios

Ningún concilio de hombres puede eliminar impunemente los principios de Dios para establecer los propios; porque la Palabra de Dios declara: “Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo”. “Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación. Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos”. TM 384.2

Vivimos en tiempos de gran importancia para cada uno de nosotros. La luz brilla con rayos claros y firmes en torno de nosotros. Si esta luz es recibida en forma correcta y es apreciada, será una bendición para nosotros y para otros; pero si confiamos en nuestra propia sabiduría y fortaleza, o en la sabiduría y la fuerza de nuestros semejantes, se convertirá en un veneno. En la lucha por la vida eterna no podemos apoyarnos el uno en el otro. El pan de vida debe ser comido por cada uno. Debemos participar individualmente de él para que el alma, el cuerpo y la mente revivan y sean fortalecidos por su poder transformador, asemejándose así a la mente y el carácter de Cristo Jesús. Debe hacerse de Dios lo primero, lo último y lo mejor en todas las cosas. TM 385.1

No el hombre sino el señor

Cada uno debe tener hambre y sed de justicia por sí mismo. El apoyarse en los hombres y confiar en su sabiduría es peligroso para la vida espiritual de cualquier cristiano. Aquellos en los cuales ponemos nuestra confianza pueden ser honrados y leales, pueden servir al Señor con toda diligencia. Pero si, individualmente, tratamos de andar en las pisadas de Cristo, podemos seguirlo a él así como las personas a quienes admiramos por sus vidas consecuentes y humildes. TM 385.2

Ocurre a menudo que aquellos a quienes se mira con respeto no son lo que se espera que sean. A menudo el pecado acecha en el corazón, y hábitos erróneos y prácticas engañosas están entretejidos en el carácter. ¿Cómo considera esto nuestro Padre celestial? Su consejo es siempre digno de confianza y él ha puesto en evidencia su gran amor por la raza humana, y mira con tristeza cuando sus hijos son animados a apartarse de él y a depender de hombres finitos, a quienes no conocen, y cuyo juicio y experiencia pueden no ser dignos de confianza. Pero esto se ha hecho, y Dios ha sido puesto en un lugar secundario. TM 385.3

En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ruego al pueblo de Dios que dependa del Señor para su fortaleza. Cuidad de no poner a los hombres donde debiera estar Dios; no estamos seguros al tomar a los hombres como nuestra autoridad o nuestra guía, porque seguramente nos chasquearán. Hemos de ocuparnos individualmente en nuestra salvación con temor y temblor, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Tenemos una elevada vocación en Cristo Jesús; estamos desarrollando una obra vasta y santa, y Dios pide que cada uno levante su estandarte a la vista de este mundo y del universo del cielo, por el poder del Señor Jehová, en el cual hay “fortaleza eterna”.* TM 386.1

Hemos de ser uno con Cristo así como él es uno con el Padre, y el Padre nos amará como ama a su Hijo. Podemos tener la misma ayuda que Cristo tuvo, podemos tener fuerza para toda emergencia, pues Dios será nuestra vanguardia y nuestra retaguardia. El nos protegerá por todos lados, y cuando seamos llevados ante los gobernantes, ante las autoridades de la tierra, no necesitaremos meditar de antemano lo que hemos de decir. Dios nos enseñará en el día de nuestra necesidad. Ahora, que el Señor nos ayude a ir a los pies de Jesús y aprender de él, antes que tratemos de hacernos maestros de los otros.—The Review and Herald, 18 de febrero de 1890. TM 386.2