Testimonios para los Ministros
Capítulo 11—A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
La responsabilidad inherente a la obra de Dios*
Cooranbong, Australia,
6 de julio de 1896
Querido Hno.-----,
Se me ha revelado que el Señor prueba a todos los que se nombran del nombre de Cristo, especialmente a los que administran algún departamento de su causa. El estar relacionados con la obra especial de Dios para este tiempo entraña una gran responsabilidad, y cuanto más alto sea el puesto de confianza, mayor será ésta. ¡Cuán humilde y sincero necesita ser el que ocupa tal cargo! ¡Cuán temeroso y desconfiado de sí mismo! ¡Cuán cuidadoso de tributar toda la alabanza y la gratitud a Dios! TM 279.1
Hay un Vigilante al lado de todos los que ocupan cargos de confianza, listo para reprobar y convencer de mala conducta, o para contestar las oraciones del que pide ayuda. Vigila para ver si los que tienen el privilegio de llevar responsabilidades recurren al Señor para recibir sabiduría y valerse de toda oportunidad para perfeccionar un carácter semejante al de Dios. Si se desvían de la absoluta rectitud, el Altísimo se aparta de ellos. Si no luchan con fervor para conocer su voluntad con respecto a ellos, no puede bendecirlos, prosperarlos ni sostenerlos. TM 279.2
Los que han sido puestos por Dios en cargos de responsabilidad, nunca deben tratar de exaltarse a sí mismos o atraer la atención de los hombres a su obra. Deben dar toda la gloria a Dios. No deben buscar poder para enseñorearse de la heredad de Dios, pues sólo harán esto los que están bajo el dominio de Satanás. TM 279.3
Pero el sistema de “o yo gobierno o esto no marcha” [veasé el Apéndice.] se ve demasiado a menudo en nuestras instituciones. Albergan y revelan este espíritu algunas personas que ocupan puestos de responsabilidad y, debido a eso, Dios no puede hacer la obra que desea realizar por medio de ellos. A través de su conducta, los que revelan este espíritu ponen de manifiesto lo que serían en el cielo si se les confiaran responsabilidades allí. TM 280.1
Los que consideran las almas de los hombres a la luz de la cruz del Calvario, no necesitan errar con respecto al valor que debiera asignárseles. La razón por la cual Dios ha permitido que algunos miembros de la familia humana fueran tan ricos y otros tan pobres, seguirá siendo un misterio para los hombres hasta la eternidad, a menos que establezcan la debida relación con Dios y ejecuten los planes divinos en lugar de obrar de acuerdo con sus propias ideas egoístas, según las cuales, debido a que un hombre es rico, ha de ser más respetado que su vecino pobre. Dios permite que su sol brille sobre justos e injustos, y ese sol representa a Cristo, el Sol de justicia, que resplandece como la luz del mundo, y esparce sus bendiciones y misericordias, visibles e invisibles, sobre ricos y pobres por igual. Este principio ha de guiar nuestra conducta hacia nuestros semejantes. El Señor es quien enseña los más sublimes sentimientos morales, los principios más elevados, y ningún hombre puede desviarse de ellos y estar sin culpa. Es el mayor insulto inferido a la bondad de Dios dudar de que él quisiera que impartamos a los demás las bendiciones, tanto espirituales como temporales, que nos ha dado en abundancia. TM 280.2
Una religión pura, una vida recta y santa, hacen de un hombre un cristiano. Pero en todo momento, desde su apostasía en el cielo, la conducta de Satanás se ha caracterizado por el perpetuo engaño y la rudeza permanente; y hay cristianos profesos que están aprendiendo sus métodos y procedimientos. Mientras pretenden servir a la causa de Dios, privan a sus semejantes de sus derechos, para servirse a sí mismos. TM 280.3
Todo ser humano ha sido comprado por precio y, como herencia de Dios, tiene ciertos derechos de los cuales nadie debe privarlo. El Señor no aceptará el servicio de los que practican la duplicidad. La menor ventaja obtenida de esa manera será una deshonra para Dios y la verdad. Los que poseen la religión de la Biblia harán justicia, amarán misericordia y se humillarán ante su Dios. Estas son las pautas dadas por el Dios de la justicia acerca de este asunto. TM 281.1
De nuevo quiero instar a que se cultive la fe viva en Dios. Hay personas que, aunque piensan que sirven a Dios, están ciñéndose rápidamente de infidelidad. Los caminos torcidos les parecen derechos; viven en continua violación de la verdad de Dios; han entretejido elementos corruptos en su vida práctica, y doquiera vayan siembran semillas de maldad. En lugar de guiar a otros a Cristo, su influencia los induce a dudar. Perturban las mentes con respecto a la verdad al espaciarse en teorías especulativas que los apartan de ella. Ayudan a forjar los eslabones de la duda y la incredulidad, el espíritu de crítica y acusación, y las almas tropiezan en ellos para perdición. La sangre de estas almas recaerá sobre los que hacen la obra del enemigo mientras profesan estar al servicio de Dios. TM 281.2
¿Cómo deberíamos andar?
Sabiendo esto, ¿cómo deberíamos andar? ¿Exaltaremos la sabiduría humana y señalaremos a los hombres finitos, mutables y errantes como nuestro apoyo en tiempo de prueba? ¿O manifestaremos nuestra fe por medio de nuestra confianza en el poder de Dios, al poner en evidencia la maraña de teorías, religiones y filosofías falsas que Satanás ha esparcido para atrapar a las almas desprevenidas? Al poner por obra así la Palabra de Dios, seremos luces en el mundo; porque si la cumplimos, mostraremos a todos los que entran en el ámbito de nuestra influencia que reverenciamos y respetamos a Dios y que estamos trabajando bajo su dirección. Al andar con humildad y circunspección, al manifestar amor, tolerancia, longanimidad y bondad, Dios espera que sus siervos lo revelen ante el mundo. TM 281.3
Dios exige a los que se les han confiado cometidos sagrados que se pongan plenamente a la altura de sus responsabilidades. El hombre ha sido puesto en el mundo para ser sometido a prueba, y los que ocupan puestos de confianza deben decidir si van a exaltar al yo o a su Hacedor; si van a utilizar su poder para oprimir a sus semejantes o si van a exaltar y glorificar a Dios. TM 282.1
Las grandes responsabilidades implican grandes obligaciones. El que desee ser un siervo fiel, debe prestar un servicio pleno y voluntario al mayor Maestro que el mundo haya conocido jamás. Sus ideas y principios deben mantenerse puros por el poder de Dios. Cada día debe aprender a hacerse digno de la confianza que se le ha dispensado. El poder divino debe impulsar su mente. Su carácter no debe ser contaminado por la influencia de sus parientes, amigos o vecinos. A veces debe retirarse de la vida activa para comulgar con Dios y para oír su voz diciéndole: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. TM 282.2
Los frutos del Espíritu se manifestarán en el hombre que ama a Dios y guarda el camino del Señor, como el rico racimo de uvas que produce la vid. Cristo es su fortaleza. Cristo vivió la ley de Dios en la humanidad, y lo mismo puede hacer el hombre si se aferra por la fe de Aquel que es poderoso, para obtener fortaleza. Si se da cuenta de que no puede hacer nada sin Cristo, Dios le dará sabiduría. Pero debe albergar el amor de Cristo en su corazón y poner en práctica sus lecciones; pues, ¿no ha de amar él a Cristo como Cristo amó a Dios? ¿No ha de demostrar a todos los que se relacionan con él que tiene la presencia permanente de Dios en su corazón, más de lo que nunca antes la ha tenido? A causa de sus mayores responsabilidades, debe conocer más a Dios y debe revelar esa fe viva que obra por el amor y purifica el alma. TM 282.3
Frecuente causa de fracaso
Pero frecuentemente, cuando se los ubica en puestos elevados y de confianza, los hombres dejan de dedicar tiempo a la oración; creen que no tienen tiempo para ejercitar cada una de sus facultades a fin de que respondan a la influencia del Espíritu Santo. Pero si estos hombres se sentaran a los pies del manso y humilde Jesús, desempeñarían sus sagradas responsabilidades confiando, no en sí mismos, sino en su Dios. Ofrendarían al Señor el sacrificio de una vida noble y abnegada. Una vida que lleva la cruz. Jesús tendría su trono en su corazón, y les daría poder físico, mental y moral, para darlo a conocer a los demás. TM 283.1
Dios anhela obrar por medio de aquellos a quienes ha dado capacidad para hacer grandes cosas. Anhela que los que ocupan puestos de responsabilidad lo representen ante el mundo. Desea que Cristo sea reconocido como el mayor Maestro que el mundo haya conocido jamás, y que brille por medio de la mente de ellos como la luz del mundo. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Pero para que esto pueda ocurrir, Dios exige que se presente como ofrenda consagrada a él toda facultad intelectual y física. TM 283.2
Sin embargo, algunos hombres, tan pronto como se los coloca en puestos sagrados y de confianza, se consideran a sí mismos grandes hombres. Y este pensamiento, si se alberga en el alma, elimina el deseo de iluminación divina, que es lo único que puede hacer grandes a los hombres. Los que asumen esta actitud, eliminan toda posibilidad de lograr la verdadera grandeza, porque no llegan a recibir la luz del Sol de justicia. TM 284.1
Pero los hombres no pueden extinguir la luz de la vida, aunque cierren firmemente los ojos para no verla. El Sol de justicia sigue brillando a pesar de que el pobre e insensato instrumento humano se rodee de tinieblas creadas por él mismo. TM 284.2
Peligros especiales que corren los que ocupan cargos de responsabilidad
Los hombres que cierran los ojos frente a la luz divina, desconocen en forma deplorable tanto las Escrituras como el poder de Dios. No les gusta la obra del Espíritu Santo, y atribuyen al fanatismo sus manifestaciones. Se rebelan contra la luz y hacen todo lo posible para eliminarla. Llaman a las tinieblas luz y a la luz, tinieblas. Se quejan de que las enseñanzas de Cristo producen un entusiasmo indebido y fanatismo, y que incapacitan a los que las reciben para cumplir los deberes propios de la vida. TM 284.3
Los que albergan y expresan esta creencia no saben de qué están hablando. Están albergando amor a las tinieblas; y mientras esas almas carentes de Cristo permanezcan en puestos de responsabilidad, la causa de Dios estará en peligro. Están en peligro ellos mismos de aferrarse tan firmemente del tenebroso conductor de toda rebelión, que nunca podrán ver la luz. Y mientras más tiempo se los retenga, más remota será su posibilidad de recibir a Cristo o de conocer al Dios verdadero. ¡Con cuánta incertidumbre envuelven ellos todo lo que es espiritual y progresivo con respecto a la verdad! Bajo la influencia de su jefe, reafirman su decisión de obrar en contra de Cristo. Pero ya sea por medio de un buen o un mal informe, a través de las tinieblas y de toda la enemistad de los instrumentos de Satanás, el Sol de justicia sigue brillando apaciblemente, buscando el mal, reprimiendo el pecado y reanimando el espíritu de los humildes y contritos. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. TM 284.4
Una experiencia cristiana diaria es esencial
El verdadero valor de los hombres que ocupan cargos de responsabilidad se manifiesta cuando tienen una experiencia cristiana diaria en las cosas de Dios. Las palabras de Cristo son música para ellos. “Pero cuando venga el Consolador, a quien os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también porque habéis estado conmigo desde el principio”. Si los hombres aceptaran el ministerio del Espíritu Santo—el más rico don que Dios puede dispensar—impartirían bendiciones a todos los que se relacionan con ellos. TM 285.1
Pero Dios no puede revelarse por medio de algunos a quienes se ha confiado responsabilidades. No puede convertirlos en canales por medio de los cuales puedan fluir su gracia, su compasión y su amor, porque insultan su bondad al exhibir un espíritu dominante hacia los que consideran que están errados y que necesitan reprobación, y eclipsan el amor y la misericordia de Cristo por medio de sus propias pasiones no santificadas. Permiten que el enemigo de todo lo bueno gobierne sus corazones, y sus vidas revelarán sus atributos. Pretenden que la Palabra de Dios los dirige, pero por medio de sus actos dicen: “No queremos tu camino, sino el nuestro”. TM 285.2
Mediante sus palabras, sus obras y su espíritu, los que siguen tal conducta están dando lugar a que se anote en los libros del cielo un registro con el cual no querrán encontrarse en el futuro; porque Dios no les asigna el valor que ellos se atribuyen a sí mismos. Están abusando de las oportunidades que se les dan de ser probados, y están descuidando lamentablemente los importantes privilegios que se les han concedido. Aunque no encuentran nada en la Palabra de Dios que apoye sus actos o respalde sus opiniones, persisten en seguir su propio camino. En ese día cuando se juzgue a todos, se pronunciará contra ellos la siguiente sentencia: “Pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto”. TM 286.1
La mayordomía
Dios puede confiar a los hombres dinero y posesiones, pero no deben ensoberbecerse a causa de ello. Todo lo que tienen lo han recibido en custodia: Dios se los ha prestado para que desarrollen un carácter semejante al suyo. Están siendo sometidos a prueba. El Señor quiere ver si son dignos de las riquezas eternas. Si emplean los bienes de su Señor para ubicarse por encima de sus semejantes, demostrarán que son indignos de un lugar en el reino de Dios. En el gran día del ajuste final de cuentas oirán estas palabras: “Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?” TM 286.2
Pero si los que han sido hechos mayordomos por el Señor consideran sus tesoros como dones suyos, y tratan de manifestar compasión, simpatía y amor por sus semejantes, estarán en armonía con el carácter de Dios, quien dio a su Hijo unigénito para que muriera por salvarlos. Si valoran las almas de la raza humana según el precio pagado por su redención, no obrarán de acuerdo con sus impulsos naturales, sino que manifestarán los atributos de la mente y la voluntad de Dios, y serán canales por medio de los cuales podrán fluir hacia la humanidad los generosos y amantes sentimientos de Dios. TM 286.3
El papel de la desgracia y la adversidad
El Señor ha permitido que la desgracia sobreviniera sobre los hombres, que la pobreza los oprimiera, que la adversidad los afligiera, para probar a los que ha puesto en circunstancias más favorables. Y si manifiestan fidelidad aquellos a quienes ha confiado sus bienes, declara que serán dignos de andar con él vestidos de blanco, como reyes y sacerdotes de Dios. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”. TM 287.1
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa: Y el que creyere en él no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo y piedra de tropiezo y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. TM 287.2
El puesto no puede santificar
¿Puede aceptar Dios los sacrificios espirituales que se le ofrendan, cuando los hombres ubicados en puestos de gran responsabilidad se magnifican a sí mismos y deshonran a Dios? Esto se ha hecho y Dios considera con desagrado ese proceder. En lugar de crecer en Cristo, la cabeza viviente, para revelar sus atributos divinos ante el mundo, han crecido en la dirección de la tierra. Se le ha dado gran importancia al yo, y el egoísmo se ha mezclado con su obra. No se ha visto devoción a Dios ni se ha desarrollado la vida espiritual en Cristo Jesús. TM 288.1
Dios no puede otorgar su sabiduría a los hombres que consideran su puesto como excusa suficiente para apartarse de los principios bíblicos a fin de volverse a su propio juicio finito, como si un cargo en la obra del Señor les diera libertad de palabra y los facultara para tomar resoluciones e idear planes y métodos que no están de acuerdo con la voluntad de Dios. Los tales necesitan aprender que el puesto elevado no puede santificar el corazón. Dios les permite conservar su puesto para poder probarlos a fin de ver si van a revelar el carácter de Dios, o el de la humanidad débil y finita, que nunca ha estado totalmente bajo la disciplina de Dios; pero el puesto no tiene poder para desarrollar el carácter de un hombre. Depende totalmente de éste manifestar si se manejará a sí mismo—lo que significa que Satanás lo manejará—o si será dirigido por el Espíritu Santo. TM 288.2
“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo”. ¿Hemos aceptado todos nosotros a Cristo como nuestra justicia? ¿Ha sido él colocado como la honorable piedra del ángulo? ¿Han sido recibidas y practicadas sus lecciones de humildad? ¿Han sido ejemplificadas en nuestra vida sus lecciones de misericordia, justicia y amor a Dios? TM 288.3
El señor es la fuente de la fortaleza
¡Oh, qué debilidad manifiestan los hombres cuando se separan de la fuente de sabiduría y poder! ¿No han sido magnificados acaso los hombres? ¿No han sido puestos en alto y considerados de gran valor los sentimientos humanos y los rasgos imperfectos de carácter, mientras Cristo y su justicia han sido excluidos? ¿No han entretejido de egoísmo los hombres todo lo que han tocado, poniéndolo de manifiesto en forma persistente y decidida en la obra que realizan? ¿No han tratado con desdén el mensaje de Dios? ¿No han manejado dineros que no les pertenecían como si tuvieran derecho de hacer con ellos lo que les pareciera? Y cuando se invirtieron esos fondos para abrir nuevos campos, ¿no han actuado como si provinieran de su propio peculio, creyendo que merecían gran crédito por haberles dado ese destino? ¿No se ha usado el dinero ofrendado como dádiva para Dios con el fin de amontonar grandes edificios en Battle Creek, para darle prestigio a la obra, según se ha dicho, pero en realidad para dar oportunidad a ciertos hombres de demostrar la capacidad y el talento que manifiestan al administrar esas grandes empresas comerciales? TM 289.1
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”. TM 289.2
El mal de servirse a sí mismo
¿Cómo consideran los hombres la obra del Señor cuando se sienten con libertad para ser desobedientes, desagradecidos, carentes de santidad, condenadores, rudos, amantes de servirse a sí mismos antes que al Señor? Los que han recibido cometidos sagrados están forjando su propio destino mediante el espíritu y el carácter que revelan. ¿Y piensan ellos alguna vez cómo serán evaluadas sus obras en el juicio? Si la importante verdad para este tiempo fuera un principio arraigado en el alma de los que ministran en la obra del Señor, ¡cuán fervientemente lucharían para obtener la perfección de carácter, para poder rodear a las almas de las personas que se relacionan con ellos de una atmósfera vitalizadora y santa que reviviera los corazones de los humildes y contritos! TM 290.1
Es ley de Dios que quien cree la verdad tal como es en Jesús la dará a conocer. Las ideas y convicciones que alberga la mente tratarán de expresarse. Todo aquel que da pábulo a la incredulidad y la crítica, todo el que se sienta capaz de juzgar la obra del Espíritu Santo, difundirá el espíritu que lo anima. Forma parte de la naturaleza de la incredulidad, la infidelidad y la resistencia a la gracia de Dios, el hacerse sentir y oír. La mente dominada por esos elementos siempre estará luchando para abrirse paso y lograr adherentes. Todos los que anden junto a un apóstata serán imbuidos de su espíritu de compartir con otros sus pensamientos, el resultado de sus propias averiguaciones y los sentimientos que los impulsan; porque no es fácil reprimir los motivos que nos inducen a la acción. TM 290.2
Algunos, a quienes se cree consagrados a Dios de corazón y alma, están obrando en contra de él y su obra. Otros han puesto su confianza en ellos; pero el engaño los cubre como un manto. Sus mentes son impulsadas por una energía incansable, irreprimible; están ávidos de dar a conocer sus sentimientos. Así se siembran por todas partes ciertas semillas. Mediante un sentimiento parcialmente expresado, arrojan duda sobre la verdad, y fomentan la incredulidad. Estos son los que no están de acuerdo con los testimonios, porque ciertos hombres que ocupan altos puestos de confianza han expresado su desacuerdo con ellos; porque los testimonios no coinciden con sus opiniones; por el contrario, reprueban todo vestigio de egoísmo. TM 291.1
Los perjuicios de la centralización
[veasé el Apéndice.] Todo lo que se ha planeado con respecto a la centralización de la obra, pone de manifiesto que ciertos hombres están tratando de aferrarse del cetro del poder y de ejercer dominio sobre las mentes humanas. Pero Dios no obra con ellos cuando trazan esos planes, y la voz que ahora tienen en la causa de Dios no es la del Señor. Han demostrado que son totalmente indignos de ocupar el puesto de sabios administradores, porque emplean su poder para privar a los hombres de sus derechos con el fin de beneficiarse a sí mismos. Ha habido casos de aparente generosidad, pero Dios conoce los motivos que los han impulsado y no aceptará sus ofrendas hasta que se arrepientan y se conviertan en hacedores concienzudos de su Palabra. TM 291.2
La unidad divina es necesaria
Hay mucha necesidad de unidad en la obra y en la causa de Dios. Pero por mucho tiempo se han ejercido influencias tendientes a crear desafecto. Y los hombres que creen tener el poder en las manos, se preocupan poco por ello. Se dicen a sí mismos: “Cuando logremos concretar estos planes de centralización, les mostraremos quién manda aquí. Entonces pondremos las cosas en su sitio”. Pero nunca podrán hacer esa obra. TM 291.3
Como individuos y como miembros de la iglesia de Dios, necesitamos comprender la obra especial que se nos ha encomendado. Pablo escribe a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Tenemos una obra muy importante ante nosotros. “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos—escribe Pablo—, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”. TM 292.1
“Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no lo amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma”. “Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto. Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello. Y dijisteis: No es recto el camino del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a cada uno conforme a sus caminos”. TM 292.2
La obra de salvar almas es la más importante de todas
La salvación de las almas reviste un interés infinitamente superior a toda otra actividad de nuestro mundo. Toda persona que haya sido puesta bajo la influencia de la verdad y que se haya convertido por la fe en participante del amor de Cristo, ha sido señalada por Dios, por ese mismo hecho, para salvar a otros. Tiene una misión que cumplir en el mundo. Ha de ser un colaborador de Cristo, para dar a conocer la verdad como es en Jesús. Y cuando los hombres, en cualquier ramo de la obra de Dios en que se encuentren, tratan de someter a su dominio las mentes y los talentos de los instrumentos humanos del Señor, se arrogan atribuciones sobre sus semejantes que no pueden mantener sin cometer injusticia e iniquidad. El Señor no ha nombrado a nadie juez, ya sea de la pluma o de la voz de los obreros de Dios. TM 293.1
Hay hombres cuyo carácter y cuya vida manifiestan que son falsos profetas y engañadores. No debemos escucharlos ni tolerarlos. Pero a los que Dios usa, están bajo su control, y él no ha designado a hombres de juicio humano y miope para que los critiquen y condenen, para que emitan juicio y rechacen la obra que hacen, porque las ideas de ellos no coinciden con los que estos señores suponen que es la verdad. TM 294.1
La falibilidad del juicio humano
Los hombres pueden llegar a ser exactamente lo que eran los fariseos: Muy despiertos para condenar al mayor de los maestros que este mundo haya conocido. Cristo dio evidencias irrefutables de que era enviado por Dios y, sin embargo, los dirigentes judíos asumieron la tarea que el enemigo los indujo a hacer, y acusaron de violar el sábado al Creador del sábado, al Señor del sábado. ¡Oh, qué insensatos son los hombres! ¡Cuán débiles son! TM 294.2
Hoy existen personas que están haciendo lo mismo. Se aventuran en sus concilios a emitir juicios sobre la obra de Dios, porque se han adiestrado para hacer lo que el Señor nunca les ha pedido que hicieran. Mejor sería que humillaran sus corazones delante de Dios y trataran de no tocar el arca del Altísimo, para que la ira del Señor no caiga sobre ellos, pues si el Señor alguna vez ha hablado por mi intermedio, testifico que han asumido la tarea de criticar y pronunciar juicios insensatos, lo que yo sé que no es correcto. Son sólo hombres finitos y, puesto que ellos mismos están en tinieblas, suponen que los demás están en el error. TM 294.3
Pero, estos hombres que pretenden juzgar a los demás, debieran tener una visión un poco más amplia y decir: “Si las declaraciones de los demás no concuerdan con nuestras ideas, ¿consideraremos, por eso, que son herejías? ¿Asumiremos nosotros, hombres no inspirados, la responsabilidad de imponer nuestro criterio y decir: Esto no aparecerá impreso?” TM 294.4
Si persisten en aferrarse a sus propias opiniones, descubrirán que Dios no los apoya. ¿Creen acaso que todo lo que presentan es infalible? ¿Creen que no hay sombra de error o de equivocación en lo que afirman? ¿No podrían otros hombres, que dan tanta evidencia como ellos de que el Señor los guía y les enseña, descubrir alguna declaración en el trabajo de estos señores que no concuerda plenamente con el punto de vista de ellos, y ordenarles que la eliminen? TM 295.1
¿No ha sido suficiente nuestra experiencia pasada en estas cosas? ¿Aprenderemos alguna vez las lecciones que Dios quiere que aprendamos? ¿Nos daremos cuenta alguna vez de que nadie nos ha encomendado las conciencias de los hombres? Si habéis nombrado comisiones para que realicen la obra que se ha estado haciendo durante años en Battle Creek, disolvedlas, y recordad que Dios, el Dios infinito, no ha puesto a nadie en el sitio que ellos ocuparon en Minneápolis y que han ocupado desde entonces. TM 295.2
No podemos ser conciencia de nuestros hermanos
Me preocupa mucho que los hombres pretendan ser conciencia de sus semejantes. Apartaos del camino y permitid que Dios maneje sus propios instrumentos. Algunos han hecho una obra por la cual Dios los llamará a cuenta. Les preguntará: “¿Quién puso esa responsabilidad en las manos de ustedes?” TM 295.3
No me siento libre de poner mis escritos en manos de hombres que creen que su tarea consiste en desempeñar el papel de censores de sus hermanos. Hermanos míos, que ocupáis cargos de confianza, ¿no percibiréis vuestras propias deficiencias y no os pondréis toda la armadura de justicia? ¿No vigilaréis ni criticaréis tan minuciosamente vuestros propios espíritus, caracteres y palabras, como lo hacéis con los demás, no sea que deshonréis a Dios y presentéis su verdad en forma distorsionada? Vuestro discernimiento se agudizaría muchísimo si lo hicierais. La verdad, la Palabra viviente, sería como fuego en vuestros huesos, para resplandecer nítida e inconfundiblemente y representar a Cristo ante el mundo. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. TM 295.4
¿No se da cuenta ninguno de los que quieren ser censores adónde van al pretender controlar a los demás? ¿Dónde quedó su clara visión espiritual? ¿Cómo pudieron ver la mota en el ojo de un hermano, mientras tenían una viga en el propio? ¡Oh, si alguna vez hubo un templo en la tierra que necesitó purificación, las instituciones de Battle Creek la necesitan ahora mismo! ¿No buscaréis a Dios muy humildemente, para que podáis dar el mensaje a Laodicea con voz clara y distinta? ¿Dónde están los atalayas de Dios para que vean el peligro y den la voz de alarma? Estad seguros de que han de venir mensajes por medio de labios humanos, que serán inspirados por el Espíritu Santo. “Clama a voz en cuello, no te detengas... anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día... como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios”. TM 296.1
Somos soldados de Cristo. El es el capitán de nuestra salvación y nosotros estamos bajo sus órdenes y reglamentos. Hemos de usar su armadura; hemos de marchar solamente bajo su estandarte. Hemos de someter, no a los soldados hermanos nuestros, sino a nuestros enemigos, para que edifiquemos el reino de Cristo. Somos obreros juntamente con Dios. Hemos de estar investidos de toda la armadura de Dios y trabajar como a la vista del universo del cielo. Cumpla cada hombre con su deber, tal como se lo asigna Dios.* TM 296.2