Recibiréis Poder

126/367

Cuando la desesperación invade, 4 de mayo

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. Mateo 7:7, 8. RP 135.1

Vengan, busquen y encuentren. El depósito de poder está abierto, lleno y es gratuito. Vengan con humildad de corazón, no pensando que necesitan hacer algo bueno para merecer el favor de Dios, o que tienen que mejorar antes de venir a Jesús. Es imposible que alguien haga alguna obra para superar su propia condición pecaminosa. Como usted es pecador, acuda a Cristo con convicción y fe. Jesús dijo: “Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. Mateo 9:13. Acérquese a Dios y él se aproximará a usted. Pida, busque, llame y crea que gracias a Jesús será aceptado. Confíe en que él hará por usted lo que nunca podrá hacer por sí mismo... RP 135.2

Jesús es nuestro sacrificio expiatorio. No podemos realizar nada para expurgar nuestras faltas; sin embargo, por la fe podemos aceptar la expiación que hizo en nuestro favor. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. 1 Pedro 3:18. “Sabiendo que fuisteis rescatados... no con cosas corruptibles... sino con la sangre preciosa de Cristo, como la de un Cordero sin mancha y sin contaminación”. 1 Pedro 1:18. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. 1 Juan 1:7. Es en virtud de esa sangre como el creyente agobiado por el pecado puede ver restaurada su pureza. Cuando presente sus peticiones a Dios, el Espíritu Santo le concederá las fieles promesas que él nos ha hecho. RP 135.3

En momentos de perplejidad, cuando Satanás sugiera pensamientos de duda y desánimo, el Espíritu del Señor levantará las fieles promesas de Cristo como bandera contra el enemigo, y los brillantes rayos del Sol de Justicia iluminarán la vida del creyente. Cuando Satanás pretenda agobiarlo con la desesperación, el Espíritu Santo le hará recordar la intercesión que el Salvador hizo por usted. Cristo es la Fragancia, el santo Incienso, que hace que el Padre acepte nuestras peticiones. Cuando la luz de la justicia de Cristo sea plenamente comprendida y aceptada, el amor, la alegría, la paz y un espíritu de gratitud inexpresable llenará todo nuestro ser. Entonces, la expresión del que sea bendecido por él será: “Tu benignidad me ha engrandecido”. Salmos 18:35.—The Signs of the Times, 22 de agosto de 1892. RP 135.4