Recibiréis Poder

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Acepta sus orientaciones, 15 de abril

Para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. 1 Corintios 2:5-7. RP 116.1

El Amado lo acepta. Fervientemente siento que usted debería perfeccionar su carácter cristiano, no con el auxilio de sus propias fuerzas, sino con la fortaleza y con las virtudes de la justicia de Cristo. El don del Espíritu Santo es el mayor regalo que Dios podría conceder al hombre finito. Es gratis para todos; este obsequio es de un valor incalculable. Esta prenda señala la entronización del Unigénito Hijo de Dios en su reinado de mediación. Mediante el regalo del Consolador, el Señor Dios de los cielos demuestra al creyente la reconciliación perfecta que logró entre él y el hombre, gracias a “la cual—dice Pablo—tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Hebreos 6:19, 20. RP 116.2

¿No dijo Dios que concedería el Espíritu Santo, a los que lo pidieran? En la actualidad, ¿no es acaso el Espíritu alguien real, verdadero y guía fiel? Hay creyentes a los que les parece una presunción tomar al pie de la letra esta promesa. Oran al Señor para que les enseñe, y sin embargo se resisten a dar crédito a la promesa de Dios y a creer que fuimos instruidos por él para reclamarla. Si acudimos a nuestro Padre celestial con humildad, con fervor y la mejor disposición para aprender, ¿por qué poner en duda el cumplimiento de su promesa? Ni por un momento debemos desconfiar de él, porque eso significa deshonrarlo. RP 116.3

Cuando usted busque descubrir sus designios, su parte en esta relación con Dios consiste en creer que será guiado y bendecido al hacer su voluntad. Debemos desconfiar de nosotros mismos, no sea que interpretemos mal sus enseñanzas; aun esto podemos hacerlo objeto de nuestras oraciones, y confiar hasta lo sumo que el Espíritu nos guiará a interpretar correctamente sus planes y la obra de su providencia.—Carta 35, 1893. RP 116.4