Recibiréis Poder

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Diciembre

Una lucha espiritual, 1 de diciembre

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12. RP 346.1

La vida del cristiano es una lucha. Pero “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda nuestra, y cada conquista tenderá a la recuperación de la posesión comprada por Dios y a la restauración de su imagen en el creyente. RP 346.2

El Señor Jesús actúa mediante el Espíritu Santo, pues éste es su representante. Por su medio infunde vida espiritual en el corazón, avivando sus energías para el bien, limpiándolo de la impureza moral, y dándole idoneidad para su reino. Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar y ricos dones para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y someternos a ser amoldados por él, nos haremos completos en él. ¡Qué pensamiento es éste! En Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él”. Colosenses 2:9, 10. RP 346.3

El corazón humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma la vida renovada al modelo, Jesucristo. Mediante la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad hacia Dios en fe y amor, el orgullo en humildad. El creyente percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado por la excelencia y perfección del carácter. Al efectuarse estos cambios, prorrumpen los ángeles en arrobado canto, y Dios y Cristo se regocijan por los que fueron convertidos a la semejanza divina.—Mensajes para los Jóvenes, 53, 54. RP 346.4