Recibiréis Poder

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Seguir las órdenes del capitán, 25 de junio

Tú, pues, sufre penalidades como buen solado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. 2 Timoteo 2:3, 4. RP 187.1

Nos resta poco tiempo para impulsar la guerra; pronto vendrá Cristo y con ello concluirá la rebelión. En ese contexto, nuestros últimos esfuerzos deben desplegarse para obrar con Jesús a fin de hacer avanzar la obra de su reino. Algunos que estuvieron en el frente de batalla, resistiendo celosamente a la penetración de las fuerzas del mal, cayeron en sus puestos del deber; los otros miraron llenos de tristeza a los héroes caídos, pero no perdieron tiempo deteniendo la obra. Debieron cerrar las filas, levantar la bandera que estuvo en las manos de los que ahora están paralizados por la muerte, y con renovadas energías continuar vindicando la verdad y el honor de Cristo. Como nunca antes, debemos ejercer una fuerte resistencia contra el pecado y los poderes de las tinieblas. El tiempo requiere energía y una acción resuelta por parte de los que creen en la verdad presente. Debemos enseñar la verdad por precepto y por ejemplo. RP 187.2

Si nos parece larga la demora del regreso del Redentor, si estamos doblegados y desgastados por las aflicciones e impacientes por terminar la comisión asignada, y en medio de la lucha suspiremos por un honorable descanso, recordemos—y que el recuerdo modere cada queja—que Dios permite las tormentas y los conflictos para perfeccionar nuestros caracteres. También tienen el propósito de ayudarnos a conocer mejor a Dios como nuestro Padre, y a Cristo como nuestro hermano mayor. Además, ayudan a servir al Maestro en el plan de ganar a muchos conversos para su reino. Al final, con alegría podremos oír la aprobación: “Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor”. Mateo 25:21. RP 187.3

Soldado cristiano, sé paciente. Un poquito más, y el que ha de venir, vendrá. La noche de fatigosa espera, de estar en guardia y en aflicción, está por terminar. Pronto recibiremos la recompensa y, entonces, el día eterno habrá comenzado. Ahora no es tiempo de dormir, ni para ser complacientes con las lamentaciones sin sentido. El que se aventura en el descuido perderá preciosas oportunidades de hacer el bien. Se nos ha concedido el bendecido privilegio de juntar gavillas para la gran cosecha; cada pecador que sea salvo será una estrella adicional en la corona de Jesús, nuestro adorable Redentor. Considerando que al participar por un poco más de tiempo en la batalla obtendremos más victorias, y ganaremos nuevos trofeos para la eternidad, ¿quién desea despojarse de la armadura?—The Review and Herald, 25 de octubre de 1881. RP 187.4