Recibiréis Poder

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Colaboradores de Dios, 7 de junio

Porque somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 1 Corintios 3:9. RP 169.1

El Espíritu Santo debe llegar a ser el agente viviente que convence de pecado. Es el divino mediador que da a conocer los beneficios del sacrificio realizado en la cruz. En la medida en que la verdad entra en contacto con la persona, Cristo la conquista para sí mismo a fin de iniciar en ella la obra de transformar su naturaleza. El está listo para fortalecer nuestras flaquezas, para enseñarnos y conducirnos, e inspirarnos ideas de origen divino. RP 169.2

En la obra de rescatar a los perdidos cuán poco es lo que los hombres pueden realizar. Sin embargo, cuánto podrían hacer si estuviesen investidos del Espíritu Santo. Como el maestro humano no puede saber lo que hay en el corazón de sus oyentes, Jesús concede su gracia en respuesta a cada necesidad del creyente. Conoce las posibilidades de cada uno, sus puntos débiles y también los fuertes. El Señor está obrando en el corazón humano. Para la persona que escucha las palabras de un ministro, éstas pueden tener sabor de muerte para muerte y alejarlo de Cristo; pero si éste es consagrado, espiritual, despojado del yo y pone su fortaleza en Jesús, puede ser un sabor de vida para vida en favor de los que ya están bajo el poder convincente del Espíritu Santo, y en cuyos corazones el Señor está abriendo el camino para el mensaje que ha sido confiado a los agentes humanos. De este modo, los incrédulos son sensibilizados para responder al mensaje. RP 169.3

“Porque somos colaboradores de Dios”. 1 Corintios 3:9. La convicción implantada en el corazón y la iluminación del entendimiento, cuyo efecto es producido por la Palabra, obran en perfecta armonía. Cuando la verdad penetra en la mente, imparte el poder que despierta las facultades que están dormidas; y al actuar el Espíritu Santo en el corazón, coopera con la obra de Dios, que es realizada con la participación de sus instrumentos humanos. RP 169.4

Una y otra vez se me ha mostrado que en estos últimos días el pueblo de Dios no puede estar seguro si confía en el hombre y se apoya en la fragilidad humana. La poderosa verdad cortante ha sacado a sus hijos del mundo como piedras rústicas que deben ser labradas, escuadradas y pulidas a fin de acondicionarlas para el edificio divino. Con los reproches, las advertencias y las amonestaciones de los profetas, cada uno debe ser modelado a fin de ser transformado a semejanza del modelo divino. En esto consiste la obra específica del Consolador. Modelar el corazón y el carácter para que el creyente pueda andar en los caminos del Señor.—The Home Missionary, 1 de noviembre de 1893. RP 169.5