Recibiréis Poder

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Corazón con levadura, 10 de enero

Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado. Lucas 13:20, 21. RP 20.1

La parábola ilustra el poder de penetración y asimilación que tiene el evangelio, cuando obra en el corazón de los feligreses, para darle a la iglesia un carácter a la semejanza divina. Como la levadura actúa en la harina, así el Espíritu de Dios obra en la vida del creyente que absorbe todas sus capacitaciones y poder, conformando su espíritu, mente y cuerpo a la semejanza de Cristo. RP 20.2

En la parábola, la mujer mezcló la levadura con la harina. Era necesario suplir una necesidad. De este modo, Dios desea enseñarnos que, fuera de él, no existe ningún otro medio de salvación. Mediante el ejercicio de la voluntad nadie puede transformarse por sí mismo. La verdad tiene que ser recibida en el corazón. Así opera la levadura celestial. Gracias a su poder vitalizante y transformador cambia el corazón. Despierta nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos deseos y propósitos. Se produce un cambio de la mente, y se ponen en acción todas sus capacidades. No es que al hombre se le impartan nuevas facultades, sino que éstas son santificadas. La conciencia que había estado muerta, ahora despierta. Pero el hombre solo no puede hacer esta obra por sí mismo. La realiza únicamente el Espíritu Santo. Todos los que desean ser salvos, encumbrados o inferiores, ricos o pobres, deben someterse a la acción de ese poder. RP 20.3

A Nicodemo, Cristo le presentó la verdad de este modo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Juan 3:3, 6-8. RP 20.4

Cuando nuestras mentes estén controladas por el Espíritu de Dios, podremos entender las lecciones que nos enseña la parábola de la levadura. Los que abren su corazón para recibir la verdad, podrán experimentar el gran poder transformador que tiene la Palabra de Dios.—The Review and Herald, 25 de julio de 1899. RP 20.5