Mente, Carácter y Personalidad 2

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No reclamé las promesas de Dios

Desde entonces he pensado que muchos de los pacientes internados en los asilos de enfermos mentales, fueron llevados allí por experiencias similares a la mía. Sus conciencias estaban heridas por la sensación de pecado, y su fe temblorosa no se atrevía a reclamar las promesas del perdón de Dios. Escuchaban las descripciones del infierno enseñado por la ortodoxia, hasta que les parecía que la misma sangre se les coagulaba en las venas, y grababa a fuego una impresión en las tablas de su memoria. Despiertos o dormidos, el terrible cuadro estaba siempre delante de ellos, hasta que la realidad se perdió en la imaginación, y solo podían ver las llamas ondulantes de un infierno fabuloso, y podían oír solo los agudos gritos de los condenados. La razón fue destronada, y el cerebro se llenó de la salvaje fantasía de un sueño terrible. Los que enseñan la doctrina del infierno eterno harían bien en investigar más detenidamente cuál es la autoridad que refrenda una creencia tan cruel.—Testimonies for the Church 1:25, 26 (1855). 2MCP 100.1