Mente, Carácter y Personalidad 2

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No descuidemos las facultades débiles

Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas facultades que son por naturaleza más fuertes, mientras descuidamos las débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles deben recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del intelecto queden bien equilibradas y hagan su parte como una maquinaria bien regulada. 2MCP 88.1

Dependemos de Dios para la preservación de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente. Si descuidamos esto, nunca alcanzarán aquellas el propósito para el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna de las facultades que Dios nos ha dado. 2MCP 88.2

Encontramos monomaníacos en todas partes. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó. Dios no fue glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiera ejercitado de igual manera todos los órganos, estos habrían alcanzado un desarrollo sano; no se habría impuesto todo el trabajo a uno y por lo tanto, ninguno se habría arruinado.—Joyas de los Testimonios 1:291 (1872). 2MCP 88.3