Mente, Carácter y Personalidad 1

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Cómo enfrentar corazones obstinados y actitudes perversas

Nuestro Redentor comprendía ampliamente a la humanidad. Su corazón siempre se conmovía por la conocida impotencia de un niño que está sujeto a un trato rudo, porque él amaba a los niños. Nunca llegó en vano a sus oídos el más débil clamor de sufrimiento humano. Y todo el que asume la responsabilidad de instruir a la juventud afrontará corazones obstinados y actitudes perversas, y es su tarea cooperar con Dios en la restauración de la imagen moral de Dios en cada niño. Jesús, precioso Jesús, en su alma había toda una fuente llena de amor.—Fundamentals of Christian Education, 265 (1893). 1MCP 207.3