El Hogar Cristiano

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Sección 9—El padre, vínculo del hogar

Capítulo 34—Posición y responsabilidades del padre

Definición del esposo—El hogar es una institución proveniente de Dios. El ordenó que el círculo de la familia: el padre, la madre y los hijos, existiese en este mundo como una sociedad.1 HC 188.1

La obra de hacer feliz el hogar no incumbe sólo a la madre. El padre tiene un papel importante que desempeñar. El esposo es el vinculador de los tesoros del hogar, y por su afecto fuerte, fervoroso y consagrado une a los miembros de la familia, la madre y los hijos, con los lazos más resistentes.2 HC 188.2

Vi que son muy pocos los padres que se percatan de su responsabilidad [en lo que respecta a vincular los miembros de la familia unos con otros].3 HC 188.3

Es cabeza de la familia—El esposo y padre es cabeza de la familia. Es justo que la esposa busque en él amor, simpatía y ayuda para la educación de los hijos, pues son de él tanto como de ella, y él tiene tanto interés como ella en el bienestar de ellos. Los hijos buscan sostén y dirección en el padre, quien necesita tener un concepto correcto de la vida y de las influencias y compañías que han de rodear a su familia. Ante todo, debería ser dirigido por el amor y temor de Dios y por la enseñanza de la Palabra divina, para poder encaminar los pasos de sus hijos por la buena senda.... HC 188.4

El padre debe hacer cuanto esté de su parte por la felicidad del hogar. Cualesquiera que sean los cuidados y las perplejidades que le ocasionen sus negocios, no debe permitir que arrojen sombra sobre su familia; debe volver siempre a casa con la sonrisa y buenas palabras en los labios.4 HC 189.1

Legislador y sacerdote—Todos los miembros de la familia giran alrededor del padre. Es el legislador y en su conducta viril ilustra las virtudes más austeras: la energía, la integridad, la honradez, la paciencia, el valor, la diligencia y la utilidad práctica. El padre es en un sentido el sacerdote de la familia, que dispone sobre el altar de Dios el sacrificio matutino y vespertino. La esposa y los hijos deben ser alentados a participar en esta ofrenda y también en el canto de alabanza. A la mañana y a la noche, el padre, como sacerdote de la casa, debe confesar a Dios los pecados cometidos durante el día por él mismo y por sus hijos. Los pecados de los cuales ha tenido conocimiento y también los que permanecen secretos, que sólo vió el ojo divino, deben ser confesados. Esta norma, celosamente observada por el padre cuando está presente, o por la madre cuando él está ausente, resultará en bendiciones para la familia.5 HC 189.2

En su familia, el padre representa al Legislador divino. Colabora con Dios cumpliendo los misericordiosos designios de él, afirmando a sus hijos en los principios justos, y habilitándolos para desarrollar un carácter puro y virtuoso, porque se anticipó a ocupar el alma con lo que habilitará a sus hijos para rendir obediencia no sólo a su padre terrenal sino también al celestial.6 HC 189.3

El padre no debe traicionar su cometido sagrado. En ningún punto debe renunciar a su autoridad paterna.7 HC 189.4

Debe andar con Dios—El padre ... ligará a sus hijos con el trono de Dios por una fe viva. Desconfiando de su propia fuerza, entrega a Jesús su alma desamparada y traba de la fortaleza del Altísimo. Hermanos, orad en casa, en vuestra familia, a la mañana y a la noche. Orad fervorosamente en vuestra cámara; y mientras os dedicáis a vuestra labor diaria, elevad vuestra alma a Dios en oración. Así fué como Enoc anduvo con Dios. La plegaria silenciosa y ferviente del alma se elevará al trono de gracia como santo incienso y será tan aceptable para Dios como si fuese ofrecida en el santuario. Para todos los que le busquen, Cristo llega a ser una ayuda oportuna en tiempo de necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba.8 HC 189.5

Requiere madurez y experiencia—El padre no debe ser como un niño, al que mueven los impulsos. Está ligado a su familia por lazos sagrados y santos.9 HC 190.1

Lo que será su influencia en el hogar será determinado por su conocimiento del único Dios verdadero y de Jesucristo a quien envió. “Cuando yo era niño—dice Pablo,—hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fuí hombre hecho, dejé lo que era de niño.” El padre debe destacarse a la cabeza de su familia, no como un niño crecido, pero indisciplinado, sino como un hombre de carácter viril, que domina sus pasiones. Debe obtener educación en una moral correcta. Su conducta en la vida familiar debe ser dirigida y refrenada por los principios puros de la Palabra de Dios. Entonces crecerá hasta alcanzar la plena estatura de hombre en Cristo Jesús.10 HC 190.2

Sométase a la voluntad de Dios—A un hombre que es esposo y padre, yo diría: Asegúrese de que rodea su alma una atmósfera pura y santa.... Debe aprender diariamente de Cristo. Nunca ha de manifestar un espíritu tiránico en el hogar. El hombre que lo hace obra asociado con agentes satánicos. Someta su voluntad a la de Dios. Haga cuanto pueda para que la vida de su esposa sea placentera y feliz. Haga de la Palabra de Dios su consejera. Viva en el hogar de acuerdo con las enseñanzas de ella. Entonces vivirá así en la iglesia y llevará estas enseñanzas consigo al lugar donde trabaja. Los principios del cielo ennoblecerán todas sus transacciones. Los ángeles de Dios cooperarán con Vd. y le ayudarán a revelar a Cristo ante el mundo.11 HC 190.3

Oración apropiada para un esposo de genio vivo—No permita Vd. que los vejámenes de sus negocios ensombrezcan su vida en el hogar. Si al ocurrir cositas que no son exactamente como Vd. piensa que debieran ser, no sabe manifestar paciencia, longanimidad, bondad y amor, demuestra que no escogió por compañero a Aquel que tanto le amó que dió su vida por Vd., para que pudiese ser uno con él. HC 191.1

En la vida diaria tropezará con sorpresas repentinas, chascos y tentaciones. ¿Qué dice la Palabra? “Resistid al diablo,” confiando firmemente en Dios, “y de vosotros huirá.” “Echen mano ... de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!” Mire a Jesús en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad. Entonces, cuando venga el enemigo como avenida de aguas el Espíritu del Señor levantará bandera en favor de Vd. contra ese enemigo. Cuando esté a punto de ceder, de perder la paciencia y el dominio propio y manifestar un espíritu duro y condenatorio, dispuesto a censurar y acusar, será el momento de elevar al cielo esta oración: “¡Ayúdame, oh Dios, a resistir la tentación, a desechar de mi corazón toda amargura, ira y maledicencia! Dame tu mansedumbre, tu humildad, tu longanimidad y tu amor. No me dejes deshonrar a mi Redentor, ni interpretar mal las palabras y los motivos de mi esposa, de mis hijos y de mis hermanos y hermanas en la fe. Ayúdame a ser bondadoso, compasivo, de corazón tierno y perdonador. Ayúdame a ser verdadero vinculador de mi hogar y a representar el carácter de Cristo ante los demás.”12 HC 191.2

Ejerza su autoridad con humildad—No evidencia virilidad el esposo espaciándose constantemente en su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia él cuando se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a ejercer autoridad. No le hará más viril el requerir de su esposa, la madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como si fuesen infalibles. El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa para que la proteja; él es el vínculo de la familia, el que une sus miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo místico. Todo esposo que asevera amar a Dios debe estudiar cuidadosamente lo que Dios requiere de él en el puesto que ocupa. La autoridad de Cristo se ejerce con sabiduría, con toda bondad y amabilidad; así también ejerza su poder el esposo e imite la gran Cabeza de la iglesia.13 HC 191.3