El Hogar Cristiano

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Capítulo 10—Cuando se necesitan consejos

Consúltese a la Biblia—Instituído por Dios, el casamiento es un rito sagrado y no debe participarse en él con espíritu de egoísmo. Los que piensan en dar ese paso deben considerar su importancia solemnemente y con oración para procurar el consejo divino a fin de saber si su conducta está en armonía con la voluntad de Dios. Las instrucciones dadas al respecto en la Palabra de Dios deben estudiarse cuidadosamente. El cielo mira con agrado un casamiento contraído con el fervoroso deseo de conformarse con las indicaciones dadas en las Escrituras.1 HC 60.1

Si hay un asunto que debe ser considerado con juicio sereno y sin apasionamiento, es el del matrimonio. Si alguna vez se necesita la Biblia como consejera, es antes de dar el paso que une a las personas para toda la vida. Pero el sentimiento que prevalece es que en este asunto uno se ha de guiar por las emociones, y en demasiados casos un sentimentalismo amoroso enfermizo empuña el timón y conduce a una ruina segura. Es en este asunto donde los jóvenes revelan menos inteligencia que en otro cualquiera; acerca de él no se puede razonar con ellos. La cuestión del matrimonio parece ejercer un poder hechizador sobre ellos. No se someten a Dios. Sus sentidos están encadenados, y obran sigilosamente, como si temiesen que alguien quisiese intervenir en sus planes.2 HC 60.2

Muchos navegan en un puerto peligroso. Necesitan un piloto; pero se niegan a aceptar la ayuda que tanta falta les hace, pues se consideran competentes para guiar su embarcación y no se percatan de que están por dar contra una roca oculta que puede hacer naufragar su fe y su felicidad. ... A menos que estudien diligentemente esa Palabra [la Biblia], cometerán graves equivocaciones que destruirán su felicidad y la de otras personas, para la vida presente y la venidera.3 HC 60.3

La oración es necesaria—Si los hombres y las mujeres tienen el hábito de orar dos veces al día antes de pensar en el matrimonio, deberían orar cuatro veces diarias cuando tienen en vista semejante paso. El matrimonio es algo que influirá en vuestra vida y la afectará tanto en este mundo como en el venidero. ... HC 61.1

La mayoría de los matrimonios de nuestra época, y la forma en que se los realiza, hacen de ellos una de las señales de los últimos días. Los hombres y las mujeres son tan persistentes, tan tercos, que Dios es dejado fuera del asunto. La religión es dejada a un lado como si no tuviese parte que representar en esta cuestión solemne e importante.4 HC 61.2

Cuando la infatuación es sorda—Dos personas llegan a conocerse; quedan infatuadas una de otra, y toda su atención queda absorbida. La razón se ciega y el juicio queda destronado. No quieren someterse a los consejos ni a dirección alguna, sino que insisten en cumplir su voluntad, sin tener en cuenta las consecuencias. Como si fuese alguna epidemia, o un contagio que debe tener su curso, viene a ser la infatuación que los domina; y parece imposible detenerla. HC 61.3

Los rodean tal vez quienes comprenden que si los interesados llegasen a unirse en matrimonio, sólo podrían resultar desdichados toda su vida. Pero es en vano que les dirijan súplicas y exhortaciones. Es posible que una unión tal habría de destruir la utilidad de alguien a quien Dios bendeciría en su servicio; pero ni el razonamiento ni la persuasión son escuchados. Nada de lo que pueden decir hombres y mujeres de experiencia resulta eficaz; no tiene poder para cambiar la decisión a la cual sus deseos los condujeron. Pierden interés en la reunión de oración y en todo lo que tiene que ver con la religión. Están mutuamente infatuados, y descuidan los deberes de la vida como si fuesen asuntos de poca monta.5 HC 61.4

Los jóvenes necesitan sabiduría—Cuando tanta desgracia resulta del matrimonio, ¿por qué no quieren ser prudentes los jóvenes? ¿Por qué se empeñan en considerar que no necesitan los consejos de personas de más edad y experiencia? En los negocios, hombres y mujeres manifiestan mucha cautela. Antes de iniciar cualquier empresa importante, se preparan para su trabajo. Dedican al asunto tiempo, dinero, y mucho estudio cuidadoso, no sea que fracasen en su tentativa. HC 62.1

Al iniciar relaciones que han de llevar al matrimonio, ¡cuánto mayor debiera ser la cautela que se ejerza, en vista de que dichas relaciones afectarán las generaciones futuras y la vida venidera! En vez de asumir tal actitud, se las entabla a menudo con bromas y liviandad, a impulso de la pasión, con ceguera y falta de serena consideración. La única explicación de todo esto es que Satanás se deleita en ver desgracia y ruina en el mundo, y teje su red para prender almas. Se regocija al conseguir que esas personas desconsideradas pierdan su gozo en este mundo y su lugar en el mundo venidero.6 HC 62.2

Aprecien el juicio maduro de sus padres—¿Deben los hijos consultar tan sólo sus deseos e inclinaciones sin tener en cuenta el consejo y el juicio de sus padres? Algunos no parecen dedicar un solo pensamiento a los deseos o preferencias de sus padres, ni tener en cuenta el juicio maduro de ellos. El egoísmo cerró la puerta de su corazón al afecto filial. Es necesario despertar a los jóvenes con respecto a este asunto. El quinto mandamiento es el único acompañado de una promesa, pero bajo el dominio del amor se lo tiene en poco y hasta se lo desconoce por completo. El desprecio del amor maternal y de la preocupación paterna es uno de los pecados anotados contra muchos jóvenes. HC 62.3

Uno de los mayores errores relacionados con este asunto lo constituye el hecho de que los jóvenes e inexpertos no quieren que se perturben sus afectos ni que alguien intervenga en su experiencia del amor. Si hubo alguna vez un asunto que necesitara ser considerado desde todo punto de vista, es éste. La ayuda de la experiencia ajena y la ponderación serena y cuidadosa de ambos lados del asunto resultan positivamente esenciales. Es un tema que la gran mayoría de las personas trata con demasiada liviandad. Procurad el consejo de Dios y de vuestros padres que le temen, jóvenes amigos. Orad al respecto.7 HC 62.4

Confiad en vuestros padres piadosos—Si gozáis de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consultadlos. Comunicadles vuestras esperanzas e intenciones, aprended las lecciones que la vida les enseñó.8 HC 63.1

Si los hijos tuviesen más familiaridad con sus padres, si confiasen en ellos y les contasen sus gozos y pesares, se ahorrarían muchos sinsabores futuros. Cuando se sienten perplejos acerca de cuál sería la conducta correcta, presenten a sus padres el asunto como lo ven ellos y pídanles su consejo. ¿Quién está mejor capacitado que unos padres piadosos para señalarles los peligros? ¿Quién puede comprender como ellos el temperamento particular de cada hijo? Los hijos que sean cristianos estimarán más que cualquier bendición terrenal el amor y la aprobación de sus padres temerosos de Dios. Estos pueden simpatizar con sus hijos, así como orar por ellos y con ellos para que Dios los proteja y los guíe. Sobre todo, los conducirán al Amigo y Consejero que nunca les faltará.9 HC 63.2

Deben guiar los afectos juveniles—Los padres y las madres deben considerar que les incumbe guiar el afecto de los jóvenes, para que contraigan amistades con personas que sean compañías adecuadas. Deberían sentir que, mediante su enseñanza y por su ejemplo, con la ayuda de la divina gracia, deben formar el carácter de sus hijos desde la más tierna infancia, de tal manera que sean puros y nobles y se sientan atraídos por lo bueno y verdadero. Los que se asemejan se atraen mutuamente, y los que son semejantes se aprecian. ¡Plantad el amor a la verdad, a la pureza y a la bondad temprano en las almas, y la juventud buscará la compañía de los que poseen estas características!10 HC 63.3

El ejemplo de Isaac—Nunca deben los padres perder de vista su propia responsabilidad acerca de la futura felicidad de sus hijos. El respeto de Isaac por el juicio de su padre era resultado de su educación, que le había enseñado a amar una vida de obediencia.11 HC 64.1

Isaac fué sumamente honrado por Dios, al ser hecho heredero de las promesas por las cuales sería bendecida la tierra; sin embargo, a la edad de cuarenta años, se sometió al juicio de su padre cuando envió a un servidor experto y piadoso a buscarle esposa. Y el resultado de este casamiento, que nos es presentado en las Escrituras, es un tierno y hermoso cuadro de la felicidad doméstica: “E introdújola Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer; y amóla: y consolóse Isaac después de la muerte de su madre.”12 HC 64.2

Padres prudentes y considerados—“¿Deben los padres—pregunta Vd.—elegirle cónyuge a un hijo o una hija sin considerar el parecer o los sentimientos de ellos?” Le formulo la pregunta a Vd. como debe expresarse: ¿Debe un hijo o una hija elegir cónyuge sin consultar primero a sus padres, cuando un paso tal tiene que afectar materialmente la felicidad de los padres si tienen algún afecto por sus hijos? ¿Y debe ese hijo o esa hija insistir en su propia conducta, a pesar de los consejos y las súplicas de sus padres? Contesto enérgicamente: No, aun cuando no se haya de casar. El quinto mandamiento prohibe obrar así. “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” Este es un mandamiento acompañado de una promesa que el Señor cumplirá ciertamente para con los que obedezcan. Los padres prudentes no elegirán cónyuges para sus hijos sin respetar sus deseos.13 HC 64.3