El Hogar Cristiano

88/88

Capítulo 87—Cuadros de la tierra nueva

Visiones de la gloria futura—Con Jesús al frente, descendimos todos de la ciudad a la tierra, y nos posamos sobre una ingente montaña que, incapaz de sostener a Jesús, se partió en dos, de modo que quedó hecha una vasta llanura. Miramos entonces hacia arriba y vimos la gran ciudad con doce cimientos y doce puertas, tres en cada uno de sus cuatro lados, y un ángel en cada puerta. Todos exclamamos: “¡La ciudad, la ciudad, ya baja, ya baja de Dios, del cielo!” Descendió, pues, la ciudad, y se asentó en el lugar donde nosotros estábamos. Después miramos las espléndidas afueras de la ciudad. Vi bellísimas casas que parecían de plata, sostenidas por cuatro columnas engastadas de preciosas perlas muy admirables a la vista. Estaban destinadas a ser residencia de los santos. En cada una había un anaquel de oro. Vi muchos santos que entraban en las casas, y, desciñéndose sus resplandecientes coronas, las colocaban sobre el anaquel. Después salían al campo contiguo a las casas para hacer algo con la tierra, aunque no en modo alguno como para cultivarla como hacemos ahora. Un glorioso nimbo circundaba sus cabezas, y estaban continuamente alabando a Dios. HC 495.1

Vi otro campo lleno de toda clase de flores, y al cogerlas exclamé: “No se marchitarán.” Después vi un campo de crecida hierba, cuyo hermosísimo aspecto causaba admiración. Era de color verde vivo, y tenía reflejos de plata y oro al ondular gallardamente para gloria del Rey Jesús. Luego entramos en un campo lleno de toda clase de animales: el león, el cordero, el leopardo y el lobo, todos vivían allí juntos en perfecta unión. Pasamos por en medio de ellos, y nos siguieron mansamente. HC 495.2

De allí fuimos a un bosque, no sombrío como los de la tierra actual, sino esplendente y glorioso en todo. Las ramas de los árboles ondulaban de uno a otro lado, y nosotros exclamamos todos: “Moraremos seguros en el párramo y dormiremos en los bosques.”1 HC 496.1

Progresos futuros—¿Os parece que no aprenderemos nada allí? No tenemos la menor idea de lo que se abrirá entonces delante de nosotros. Con Cristo andaremos al lado de las aguas vivas. Nos revelará la hermosura y gloria de la naturaleza. Nos revelará lo que él es para nosotros, y lo que somos para él. Conoceremos entonces la verdad que no podemos conocer ahora, por causa de nuestras limitaciones finitas.2 HC 496.2

La familia cristiana ha de ser una escuela de la cual los niños se gradúen para pasar a otra superior en las mansiones de Dios.3 HC 496.3

El cielo es una escuela; su campo de estudio, el universo; su maestro, el Ser infinito. En el Edén fué establecida una dependencia de esta escuela y, una vez consumado el plan de redención, se reanudará la educación en la escuela del Edén.... HC 496.4

Entre la escuela establecida al principio en el Edén y la escuela futura, se extiende todo el período de la historia de este mundo, historia de la transgresión y del sufrimiento humano, del sacrificio divino, y de la victoria sobre la muerte y el pecado.... Restaurado a la presencia de Dios, el hombre volverá a ser enseñado por él, como en el principio: “Conocerá mi pueblo la virtud de mi Nombre: ... en aquel día conocerán que yo soy aquel que dice: ¡Heme aquí!” ... HC 496.5

¡Qué campo se abrirá allí a nuestro estudio cuando se quite el velo que obscurece nuestra vista y nuestros ojos contemplen ese mundo de belleza del cual ahora tenemos vislumbres por medio del microscopio; cuando contemplemos las glorias de los cielos estudiados ahora por medio del telescopio; cuando, borrada la mancha del pecado, toda la tierra aparezca en “la hermosura de Jehová nuestro Dios!”4 HC 496.6

El conocimiento celestial será progresivo—Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos—mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación—soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder. HC 497.1

Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter.5 HC 497.2

La vida social—Allí conoceremos como somos conocidos. Allí hallarán aplicación más dulce y verdadera el amor y las simpatías que Dios ha implantado en el alma. La comunión pura con seres celestiales, la armoniosa vida social con los ángeles bienaventurados y los fieles de todas las épocas, el sagrado compañerismo que une “toda la familia en los cielos, y en la tierra,” se cuentan entre los incidentes del más allá.6 HC 497.3

Ocupaciones en la tierra nueva—En la tierra renovada, los redimidos participarán en las ocupaciones y los placeres que daban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la existencia del Edén, en huertos y campos. “Y edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán, y otro morará; no plantarán y otro comerá: porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuarán las obras de sus manos.”7 HC 497.4

Allí se desarrollará toda facultad y toda aptitud aumentará. Se llevarán adelante las mayores empresas, se lograrán las más elevadas aspiraciones y se realizarán las mayores ambiciones. Y aún se levantarán nuevas alturas a las cuales llegar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que despertarán las facultades del cuerpo, la mente y el alma.8 HC 498.1

A punto de suceder—Estamos viviendo en un momento solemnísimo de la historia de esta tierra. Nunca es tiempo oportuno para pecar; es siempre peligroso continuar en la transgresión; pero esto es actualmente cierto en un sentido especial. Nos hallamos en los mismos lindes del mundo eterno y nos vemos, frente al tiempo y a la eternidad, en una situación más solemne que nunca antes. Cada persona escudriñe ahora su corazón y suplique que los brillantes rayos del Sol de justicia disipen todas las tinieblas espirituales y eliminen toda contaminación.9 HC 498.2

A nosotros que estamos a punto de ver su cumplimiento, ¡de cuánto significado, de cuán vivo interés, son estos delineamientos de las cosas por venir, acontecimientos por los cuales, desde que nuestros primeros padres dieron la espalda al Edén, los hijos de Dios han estado velando y aguardando, anhelando y orando! HC 498.3

Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios.10 HC 498.4

Un llamamiento a prepararse—Os ruego que os preparéis para la venida de Cristo en las nubes de los cielos. Día tras día, desechad de vuestro corazón el amor al mundo. Comprended por experiencia lo que significa tener comunión con Cristo. Preparaos para el juicio, para que cuando Cristo venga para ser admirado por todos los que creen, podáis estar entre aquellos que le recibirán en paz. En aquel día los redimidos resplandecerán en la gloria del Padre y del Hijo. Tocando sus arpas de oro, los ángeles darán la bienvenida al Rey y a los trofeos de su victoria: los que fueron lavados y emblanquecidos en la sangre del Cordero. Se elevará un canto de triunfo que llenará todo el cielo. Cristo habrá vencido. Entrará en los atrios celestiales acompañado por sus redimidos, testimonios de que su misión de sufrimiento y sacrificio no fué en vano.11 HC 499.1