El Hogar Cristiano

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Sección 3—La elección de cónyuge

Capítulo 6—La gran decisión

¿Un casamiento feliz o desdichado?—Si los que piensan contraer matrimonio no quieren hacer después reflexiones tristes y desdichadas, deben dedicar ahora a su casamiento muy serias meditaciones. Si se lo da imprudentemente, este paso es uno de los medios más eficaces para destruir la utilidad de hombres y mujeres jóvenes. La vida llega a serles entonces una carga, una maldición. Nadie puede destruir tan completamente la felicidad y utilidad de una mujer, y hacer de su vida una carga dolorosa, como su propio esposo; y nadie puede hacer la centésima parte de lo que la propia esposa puede hacer para enfriar las esperanzas y aspiraciones de un hombre, paralizar sus energías y destruir su influencia y sus perspectivas. De la hora de su casamiento data para muchos hombres y mujeres el éxito o el fracaso en esta vida, así como sus esperanzas para la venidera.1 HC 34.1

¡Ojalá que pudiera inducir a la juventud a ver y sentir su peligro, especialmente el de contraer casamientos desdichados!2 HC 34.2

El casamiento es algo que afectará vuestra vida en este mundo y en el venidero. Una persona que sea sinceramente cristiana no hará progresar sus planes en esa dirección sin saber si Dios aprueba su conducta. No querrá elegir por su cuenta, sino que reconocerá que a Dios incumbe decidir por ella. No hemos de complacernos a nosotros mismos, pues Cristo no buscó su propio agrado. No quisiera que se me interpretara en el sentido de que una persona deba casarse con alguien a quien no ame. Esto sería un pecado. Pero no debe permitir que la fantasía y la naturaleza emotiva la conduzcan a la ruina. Dios requiere todo el corazón, los afectos supremos.3 HC 34.3

Sin apresuramiento—Pocos son los que tienen opiniones correctas acerca de la relación matrimonial. Muchos parecen creer que significa alcanzar la felicidad perfecta; pero si conocieran una cuarta parte de los sinsabores de hombres y mujeres sujetos por el voto matrimonial en cadenas que no se atreven a romper ni pueden hacerlo, no les sorprendería que escriba estas líneas. En la mayoría de los casos, el matrimonio es un yugo amargo. Son miles los que están unidos pero no se corresponden. Los libros del cielo están cargados con las desgracias, la perversidad y los abusos que se esconden bajo el manto del matrimonio. Por esto quisiera aconsejar a los jóvenes en edad de casarse que no se apresuren en la elección de su cónyuge. La senda de la vida matrimonial puede parecer hermosa y rebosante de felicidad. Sin embargo, ¿por qué no podríais quedaros chasqueados como les ha sucedido a tantos otros? 4 HC 35.1

Los que piensan en casarse deben pesar el carácter y la influencia del hogar que van a fundar. Al llegar a ser padres se les confía un depósito sagrado. De ellos depende en gran medida el bienestar de sus hijos en este mundo, y la felicidad de ellos en el mundo futuro. En alto grado determinan la naturaleza física y moral de sus pequeñuelos. Y del carácter del hogar depende la condición de la sociedad. El peso de la influencia de cada familia se hará sentir en la tendencia ascendente o descendente de la sociedad.5 HC 35.2

Factores vitales en la elección—La juventud cristiana debe ejercer mucho cuidado en la formación de amistades y la elección de compañeros. Prestad atención, no sea que lo que consideráis oro puro resulte vil metal. Las relaciones mundanales tienden a poner obstrucciones en el camino de vuestro servicio a Dios, y muchas almas quedan arruinadas por uniones desdichadas, matrimoniales o comerciales, con personas que no pueden elevarlas ni ennoblecerlas.6 HC 35.3

Pese Vd. todo sentimiento y observe todo desarrollo del carácter en la persona con la cual piensa vincular el destino de su vida. El paso que está por dar es uno de los más importantes de su existencia, y no debe darlo apresuradamente. Si bien puede amar, no lo haga a ciegas. HC 36.1

Haga un examen cuidadoso para ver si su vida matrimonial sería feliz, o falta de armonía y miserable. Pregúntese: ¿Me ayudará esta unión a dirigirme hacia el cielo? ¿Acrecentará mi amor a Dios? ¿Ampliará mi esfera de utilidad en esta vida? Si estas reflexiones no sugieren impedimentos, entonces proceda en el temor de Dios.7 HC 36.2

La mayoría de los hombres y mujeres, al contraer matrimonio ha procedido como si la única cuestión a resolver fuese la del amor mutuo. Pero deberían darse cuenta de que en la relación matrimonial pesa sobre ellos una responsabilidad que va más lejos. Deberían considerar si su descendencia tendrá salud física, y fuerza mental y moral. Pero pocos han procedido de acuerdo con motivos superiores y con consideraciones elevadas que no podían fácilmente desechar, tales como la de que la sociedad tiene derechos sobre ellos, que el peso de la influencia de su familia hará oscilar la balanza de la sociedad.8 HC 36.3

La elección de esposo o de esposa debe ser tal que asegure del mejor modo posible el bienestar físico, intelectual y espiritual de padres e hijos, de manera que capacite a unos y otros para ser una bendición para sus semejantes y una honra para su Creador.9 HC 36.4

Cualidades que debe tener una futura esposa—Busque el joven como compañera que esté siempre a su lado a quien sea capaz de asumir su parte de las responsabilidades de la vida, y cuya influencia le ennoblezca, le comunique mayor refinamiento y le haga feliz en su amor. HC 36.5

“De Jehová viene la mujer prudente.” “El corazón de su marido está en ella confiado. ... Darále ella bien y no mal, todos los días de su vida.” “Abrió su boca con sabiduría: y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada; y su marido también la alabó” diciendo: “Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú las sobrepujaste a todas.” El que encuentra una esposa tal “halló el bien, y alcanzó la benevolencia de Jehová.” 10 HC 37.1

He aquí algo que debe considerarse: ¿Traerá felicidad a su hogar la persona con la cual Vd. se case? ¿Sabe ella de economía, o una vez casada dedicará, no sólo todo lo que ella misma gane, sino también todo lo que Vd. obtenga, a satisfacer la vanidad, el amor a las apariencias? ¿Se guía por principios correctos en estas cosas? ¿Tiene ella ahora de qué depender? ... Yo sé que, en el parecer de un hombre infatuado por el amor y los pensamientos relativos al casamiento, estas preguntas se hacen a un lado como si no tuvieran importancia. Sin embargo, es necesario considerarlas debidamente, porque pesarán sobre su vida futura. ... HC 37.2

Al elegir esposa, estudie su carácter. ¿Será paciente y cuidadosa? ¿O dejará de interesarse en los padres de Vd. precisamente cuando necesiten a un hijo fuerte en quien apoyarse? ¿Le retraerá ella de la sociedad de esos padres para ejecutar sus propios planes y agradarse a sí misma, abandonando a los padres que, en vez de ganar a una hija afectuosa, habrán perdido un hijo? 11 HC 37.3

Cualidades que debe tener el futuro esposo—Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar si aquel con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo? ¿Tiene los rasgos de carácter que la harán a ella feliz? ¿Puede encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al dominio de su esposo? ... ¿Puede ella honrar los requerimientos del Salvador como supremos? ¿Conservará su alma y su cuerpo, sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae matrimonio.12 HC 37.4

Antes de entregar sus afectos, la mujer que desee una unión apacible y feliz, y evitar miserias y pesares futuros, debe preguntar: ¿Tiene madre mi pretendiente? ¿Qué distingue el carácter de ella? ¿Reconoce él sus obligaciones para con ella? ¿Tiene en cuenta sus deseos y su felicidad? Si no respeta ni honra a su madre, ¿manifestará respeto, amor, bondad y atención hacia su esposa? Cuando haya pasado la novedad del casamiento, ¿seguirá amándome? ¿Será paciente con mis equivocaciones, o criticón, dominador y autoritario? El verdadero afecto disimula muchos errores; el amor no los discernirá.13 HC 38.1

Acepte sólo rasgos viriles y puros—Acepte la joven como compañero de la vida tan sólo a un hombre que posea rasgos de carácter puros y viriles, que sea diligente y rebose de aspiraciones, que sea honrado, ame a Dios y le tema.14 HC 38.2

Rehuya a los irreverentes. Evite al que ama la ociosidad; al que se burla de las cosas santas. Eluda la compañía de quien usa lenguaje profano o siquiera un vaso de bebida alcohólica. No escuche las propuestas de un hombre que no comprenda su responsabilidad para con Dios. La verdad pura que santifica el alma le dará valor para apartarse del conocido más placentero que no ame ni tema a Dios, ni sabe nada de los principios relativos a la justicia verdadera. Podemos tolerar siempre las flaquezas y la ignorancia de un amigo, pero nunca sus vicios.15 HC 38.3

Cometer un error es más fácil que corregirlo—Por lo general, los casamientos contraídos impulsivamente y por egoísmo no salen bien, sino que a menudo fracasan miserablemente. Ambas partes se consideran engañadas, y gustosamente desharían lo que hicieron bajo el imperio de la infatuación. Cometer un error al respecto es mucho más fácil que corregirlo una vez cometido.16 HC 39.1

Rómpase el compromiso imprudente—Aun cuando haya aceptado el compromiso sin una plena comprensión del carácter de la persona con la cual pensaba unirse, no crea Vd. que ese compromiso la obliga a asumir los votos matrimoniales y a unirse para toda la vida con alguien a quien no puede amar ni respetar. Tenga mucho cuidado con respecto a aceptar compromisos condicionales; pero es mejor, sí mucho mejor, romper el compromiso antes del casamiento que separarse después, como hacen muchos.17 HC 39.2

Tal vez Vd. diga: “Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarla?” Le contesto: Si Vd. ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, por lo que más quiera retráctela sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a su Hacedor.18 HC 39.3

Cada paso dado hacia el matrimonio debe ser acompañado de modestia, sencillez y sinceridad, así como del serio propósito de agradar y honrar a Dios. El matrimonio afecta la vida ulterior en este mundo y en el venidero. El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar.19 HC 39.4