El Hogar Cristiano

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Capítulo 61—Principios financieros para la familia

El dinero puede ser bendición o maldición—El dinero no es necesariamente una maldición; es algo de alto valor porque si se emplea correctamente puede hacer bien en la salvación de las almas y en beneficio de quienes son más pobres que nosotros. Por un uso pródigo o imprudente, ... el dinero llegará a ser un lazo para quien lo gaste. El que emplea el dinero para satisfacer su orgullo y ambición hace de él una maldición más bien que una bendición. El dinero prueba constantemente los afectos. Todo aquel que lo adquiera en mayor cantidad que la realmente necesaria debe solicitar sabiduría y gracia para conocer su propio corazón y guardar a éste con diligencia, no sea que tenga necesidades imaginarias y llegue a ser un mayordomo infiel, que use con prodigalidad el capital que le confió el Señor. HC 337.1

Cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, las temporales ocuparán su debido lugar en nuestros afectos. Si con humildad y fervor procuramos conocimiento y capacidad para hacer el debido uso de los bienes de nuestro Señor, recibiremos sabiduría de lo alto. Cuando el corazón se apoya en sus propias preferencias e inclinaciones, cuando se alberga el pensamiento de que el dinero puede conferir felicidad sin el favor de Dios, entonces el dinero llega a ser un tirano que domina al hombre; éste le concede su confianza y estima y lo adora como a un dios. Sacrifica en su altar el honor, la verdad y la justicia. Pone a un lado los mandamientos de la Palabra de Dios; y las costumbres y los usos del mundo, ordenados por el rey Mammón, llegan a ser un poder que le domina.1 HC 337.2

Procure cierta seguridad en la posesión de una casa—Si se hubiese continuado cumpliendo las leyes dadas por Dios, cuán diferente sería actualmente la condición del mundo, en lo moral, espiritual y temporal. No se manifestarían como ahora el egoísmo y el engreimiento, sino que cada uno demostraría bondadosa consideración por la felicidad y el bienestar ajenos. ... En vez de hallarse las clases más pobres bajo el férreo calcañar de los ricos, en vez de que los sesos de otros hombres pensasen por ellos en lo temporal y en lo espiritual, tendrían cierta oportunidad de ser independientes en sus pensamientos y acciones. HC 338.1

El saberse propietarios de sus propias casas les inspiraría un fuerte deseo de mejoría. No tardarían en adquirir habilidad para hacer planes por su cuenta; inculcarían a sus hijos hábitos de laboriosidad y economía y sus intelectos quedarían grandemente fortalecidos. Se sentirían hombres, no esclavos, y podrían recuperar en gran medida el perdido respeto propio e independencia moral.2 HC 338.2

Enseñemos a nuestros hermanos a salir de las ciudades al campo, donde puedan obtener una parcela de tierra y establecer un hogar para sí y sus hijos.3 HC 338.3

En cuanto a vender sus casas—Hay hombres y mujeres pobres que me escriben pidiendo consejo en cuanto a si deben vender sus casas y dar el dinero a la causa. Dicen que los pedidos de recursos conmueven sus almas y quieren hacer algo para el Maestro que lo ha hecho todo para ellos. Quiero decir a los tales: “Tal vez no debáis vender vuestras casitas ahora mismo; pero id a Dios por vuestra cuenta; el Señor oirá ciertamente vuestras fervientes oraciones por sabiduría para conocer vuestro deber.”4 HC 338.4

Dios no pide ahora las casas que sus hijos necesitan para vivir en ellas; pero si aquellos que tienen abundancia de bienes no oyen su voz, no se desligan del mundo ni se sacrifican para Dios, él los pasará por alto y llamará a quienes estén dispuestos a hacer cualquier cosa por Jesús, aun vender sus casas para satisfacer las necesidades de la causa.5 HC 338.5

Una independencia loable—La independencia de cierta clase es loable. Es correcto que uno desee andar por su propia fuerza y no depender de otros por el pan que come. Es noble y generosa la ambición que dicta el deseo de sostenerse a sí mismo. Son necesarios los hábitos de laboriosidad y frugalidad.6 HC 339.1

Equilibrio del presupuesto—Son muchísimos los que no se han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias, y vez tras vez piden dinero prestado y se abruman de deudas, por lo que se desaniman y descorazonan.7 HC 339.2

Llevad cuenta de los gastos—Los hábitos de complacencia propia, o la falta de tacto y habilidad de parte de la esposa y madre, pueden ser una carga constante para la tesorería; y sin embargo, tal vez piense esta madre que está haciendo lo mejor que puede, porque nunca se le enseñó a restringir sus necesidades y las de sus hijos, y nunca adquirió habilidad y tacto en los asuntos de la familia. Por esto puede ser que una familia necesite para su sostén dos veces más que otra igualmente numerosa. HC 339.3

Todos deben aprender a llevar cuentas. Algunos descuidan este trabajo, como si no fuese esencial; pero esto es erróneo. Todos los gastos deben anotarse con exactitud.8 HC 339.4

Los males del despilfarro—Agradó al Señor mostrarme los males que resultan de los hábitos de derroche, para que pueda amonestar a los padres a que enseñen estricta economía a sus hijos. Enséñenles que el dinero que gasten en lo que no necesitan ha recibido un uso pervertido en vez del correcto.9 HC 339.5

Si tenéis hábitos de prodigalidad, eliminadlos de vuestra vida en seguida. A menos que lo hagáis, estaréis en bancarrota para la eternidad. Los hábitos de economía, laboriosidad y sobriedad son para vuestros hijos una porción mejor que una rica dote. HC 340.1

Somos peregrinos y advenedizos en la tierra. No gastemos nuestros recursos en la satisfacción de deseos que Dios quiere vernos reprimir. Representemos adecuadamente nuestra fe restringiendo nuestros deseos.10 HC 340.2

Un padre reprendido por su prodigalidad—Vd. no sabe emplear el dinero económicamente ni aprende a restringir sus deseos dentro de los límites de sus entradas. ... Tiene intenso deseo de obtener dinero, para gastarlo libremente en lo que dicte su inclinación, y su enseñanza y ejemplo han sido una maldición para sus hijos. ¡Cuán poco les interesan los buenos principios! Se vuelven cada vez más olvidadizos de Dios, menos temerosos de desagradarle, más impacientes por las restricciones. Cuanto más fácil es obtener dinero, menos agradecimiento se siente.11 HC 340.3

A una familia que superaba sus recursos—Vd. debiera cuidar de que sus gastos no excedan sus entradas. Limite sus deseos. HC 340.4

Es una gran lástima que su esposa sea tan parecida a Vd. en cuanto a gastar recursos que le resulta imposible ayudarle en lo que respecta a cuidar de las salidas pequeñas a fin de evitar las pérdidas mayores. En la administración de su familia se producen constantemente gastos inútiles. Su esposa se deleita en ver a sus hijos vestidos en forma que supera sus recursos, y a causa de esto se desarrollan en esos hijos gustos y hábitos que los harán vanidosos y orgullosos. Si Vd. quisiera aprender la lección de economía y ver el peligro que este pródigo uso de los recursos entraña para Vds., sus hijos y la causa de Dios, obtendría una experiencia esencial para perfeccionar su carácter cristiano. A menos que la obtenga, sus hijos llevarán el molde de una educación deficiente mientras vivan. ... HC 340.5

No quisiera inducirle a acumular recursos avariciosamente—cosa que sería difícil para Vd.—pero quisiera aconsejarles a ambos que gasten su dinero cuidadosamente y que por su ejemplo diario enseñen a sus hijos lecciones de frugalidad, abnegación y economía. Necesitan que se les eduque por el precepto y el ejemplo.12 HC 341.1

Invitados a ser abnegados—Me fué mostrado que Vds., hermano mío y hermana mía, tienen mucho que aprender. No han vivido de acuerdo con sus recursos. No han aprendido a economizar. Si ganan un salario elevado, no saben aprovecharlo en todo lo posible. Consultan su gusto o apetito en vez de la prudencia. A veces gastan dinero en alimentos de una calidad que sus hermanos no pueden permitirse. Los pesos se escapan con facilidad de su bolsillo. ... La abnegación es una lección que ambos tienen que aprender todavía.13 HC 341.2

Los padres deben aprender a vivir dentro de sus recursos. Deben cultivar la abnegación en sus hijos y enseñarles por el precepto y el ejemplo. Deben hacer que sus deseos sean pocos y sencillos, a fin de disponer de tiempo para la cultura mental y espiritual.14 HC 341.3

Hacerles los gustos no es amarlos—No enseñéis a vuestros hijos a pensar que vuestro amor hacia ellos debe expresarse satisfaciendo su orgullo, prodigalidad y amor a la ostentación. No es ahora el momento de inventar maneras de consumir el dinero. Dedicad vuestras facultades inventivas a tratar de economizarlo.15 HC 341.4

La economía concuerda con la generosidad—La tendencia de los jóvenes en esta época es descuidar y despreciar la economía, confundiéndola con la mezquindad, y estrechez. Pero la economía concuerda con las opiniones y los sentimientos más amplios y liberales. Donde no se la práctica, no puede haber verdadera generosidad. Nadie debe pensar que estudiar la economía y los mejores métodos de aprovechar los fragmentos es rebajarse.16 HC 341.5

El otro extremo: economía imprudente—No se honra a Dios cuando se descuida el cuerpo, o se lo maltrata, y así se lo incapacita para servirle. Cuidar del cuerpo proveyéndole alimento apetitoso y fortificante es uno de los principales deberes del ama de casa. Es mucho mejor tener ropas y muebles menos costosos que escatimar la provisión de alimento. HC 342.1

Algunas madres de familia escatiman la comida en la mesa para poder obsequiar opíparamente a sus visitas. Esto es desacertado. Al agasajar huéspedes se debiera proceder con más sencillez. Atiéndase primero a las necesidades de la familia. HC 342.2

Una economía doméstica imprudente y las costumbres artificiales hacen muchas veces imposible que se ejerza la hospitalidad donde sería necesaria y beneficiosa. La provisión regular de alimento para nuestra mesa debe ser tal que se pueda convidar al huésped inesperado sin recargar a la señora de la casa con preparativos extraordinarios.17 HC 342.3

Jamás debe el deseo de ahorrar inducirnos a proporcionar comidas escasas. Los alumnos deben tener abundancia de alimentos saludables. Pero los que estén encargados de cocinar deben saber recoger los fragmentos para que nada se pierda.18 HC 342.4

La economía no significa mezquindad, sino un gasto prudente de los recursos porque hay que hacer una gran obra.19 HC 342.5

Medios de aligerar la tarea de la esposa—La familia del Hno. E. vive de acuerdo con los principios de la economía más estricta. ... El Hno. E. decidió concienzudamente no edificar cobertizo conveniente para la leña ni cocina para su familia numerosa, porque no se sentía con libertad para invertir recursos en conveniencias personales cuando la causa de Dios necesitaba dinero para progresar. Procuré demostrarle que tanto para la salud como para la moral de sus hijos debía hacer de su hogar un sitio agradable y proveer medios que aligerasen el trabajo de su esposa.20 HC 342.6

Asignación personal para la esposa—Vds. deben ayudarse mutuamente. No considere [el esposo] como virtud el aferrarse al portamonedas y negarle dinero a su esposa.21 HC 343.1

Debe asignar a su esposa cierta cantidad semanal y dejarle hacer lo que quiera con ese dinero. Vd. no le ha dado oportunidad de ejercer su tino o su gusto porque no comprende debidamente cuál es la posición que una esposa debe ocupar. La suya tiene una mentalidad excelente y bien equilibrada.22 HC 343.2

Dé a su esposa una parte del dinero que recibe. Considérelo como perteneciente a ella y déjeselo usar como desee. Debiera haberle permitido gastar según su mejor criterio el dinero que ella misma ganaba. Si hubiese tenido cierta suma que gastar como propia, sin ser criticada, se le habría quitado una gran preocupación.23 HC 343.3

Procure comodidad y salud—El Hno. P. no ha usado juiciosamente sus recursos. El juicio prudente no ha influído tanto en él como la voz y los deseos de sus hijos. No avalora como debiera los recursos que tiene en mano ni los gasta cautelosamente para las cosas más necesarias, las que debiera tener para gozar comodidad y salud. Toda la familia necesita mejorar al respecto. En ella se necesitan muchas cosas para vivir en forma conveniente y cómoda. La falta de aprecio por el orden sistemático en el arreglo de los asuntos familiares resulta perjudicial y desventajosa.24 HC 343.4

No es vistiendo el cuerpo de tela burda ni privando al hogar de todo lo que contribuye a la comodidad, al buen gusto y a la conveniencia, como se logra que el corazón sea más puro o más santo.25 HC 343.5

Dios no requiere que sus hijos se priven de lo que necesitan realmente para su salud y comodidad, pero no aprueba el desenfreno, la prodigalidad ni la ostentación.26 HC 343.6

Aprenda a ahorrar y a gastar—Debiera Vd. aprender a reconocer cuando hay que ahorrar y cuando hay que gastar. No podemos decir que seguimos a Cristo a menos que nos neguemos a nosotros mismos y llevemos la cruz. Debemos pagar lo que debemos a medida que avanzamos; levantar los puntos caídos; suprimir las pérdidas y saber exactamente lo que poseemos. Vd. debiera sacar la cuenta de todas las sumas pequeñas gastadas en complacerse a sí mismo. Debiera notar cuánto gasta para satisfacer el gusto y cultivar un apetito epicúreo pervertido. El dinero derrochado en golosinas inútiles podría dedicarse a aumentar las comodidades y conveniencias del hogar. No necesita ser tacaño; pero debe ser honrado consigo mismo y con sus hermanos. Ser tacaño es abusar de las bondades de Dios. La prodigalidad también es un abuso. Las pequeñas salidas que Vd. no considera dignas de mencionarse suman al fin una cantidad considerable.27 HC 344.1

El corazón que será guiado—No es necesario especificar aquí cómo puede practicarse la economía en todo detalle. Aquellos cuyo corazón esté plenamente entregado a Dios, y reciban su Palabra como su guía, sabrán cómo deben conducirse en todos los deberes de la vida. Aprenderán de Jesús, que es manso y humilde de corazón; y al cultivar la mansedumbre de él, cerrarán la puerta a innumerables tentaciones.28 HC 344.2