Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 64—El servicio abnegado

Los que, en la medida de lo posible, se ocupan en hacer el bien a otros, dándoles evidencias prácticas de su interés por ellos, no solo están aliviando los males de la vida humana al ayudarles a llevar sus cargas, sino que al mismo tiempo están contribuyendo en extenso grado a su propia salud de espíritu y cuerpo. El hacer bien es una obra que beneficia tanto al que da como al que recibe. Si se olvidan de ustedes mismos en su interés por otros, ganan una victoria sobre sus flaquezas. La satisfacción que sentirán al hacer bien los ayudará grandemente a recuperar el estado saludable de la imaginación. MJ 146.2

El placer de hacer bien anima la mente y hace vibrar todo el cuerpo. Mientras los rostros de las personas benévolas son iluminados por la alegría y expresan la elevación moral de la mente, los de las personas egoístas, mezquinas, tienen una expresión abatida, desanimada, melancólica. En sus rostros se ven sus defectos morales. El egoísmo y el amor propio estampan su sello peculiar en el hombre exterior. MJ 146.3

La persona impulsada por una benevolencia verdadera, desinteresada, participa de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia; mientras que los egoístas y avaros han acariciado el egoísmo hasta el punto de haberles hecho marchitar su solidaridad social, y de hacer que sus rostros reflejen la imagen del enemigo caído más bien que la de la pureza y santidad.—Testimonios para la Iglesia 2:473, 474. MJ 146.4