Mensajes para los Jóvenes

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Un servicio de todo corazón

El mismo espíritu y los mismos principios en los que uno se inspira en el trabajo diario compenetrarán toda la vida. Los que buscan una tarea fija y un salario determinado, y desean dar pruebas de aptitud sin tomarse la molestia de adaptarse o de prepararse, no son los hombres a quienes Dios llama para trabajar en su causa. Quienes procuran dar lo menos posible de sus facultades físicas, mentales y morales, no son los obreros a quienes Dios puede bendecir abundantemente. Su ejemplo es contagioso. Los mueve el interés personal. Los que necesitan ser vigilados no trabajan sino cuando se les señala una tarea bien definida, no serán considerados buenos y fieles obreros. Se necesitan hombres de energía, integridad y diligencia; que estén dispuestos a hacer cuanto deba hacerse. MJ 135.1

Muchos se inutilizan porque, temiendo fracasar, huyen de las responsabilidades. Dejan así de adquirir la educación que es fruto de la experiencia, y que no les pueden dar la lectura y el estudio ni todas las demás ventajas adquiridas de otros modos. MJ 135.2

El hombre puede modelar las circunstancias, pero nunca debe permitir que ellas lo amolden a él. Debemos valernos de las circunstancias como de instrumentos para obrar. Debemos dominarlas, y no consentir en que nos dominen. MJ 135.3

Los hombres fuertes son los que han sufrido oposición y contradicción. Por el hecho de que ponen en juego sus energías, los obstáculos con que tropiezan les resultan bendiciones positivas. Llegan a valerse por sí mismos. Los conflictos y las perplejidades invitan a confiar en Dios, y determinan la firmeza que desarrolla el poder.—El Ministerio de Curación, 398-400. MJ 135.4