Mensajes para los Jóvenes

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El camino ancho

En el camino ancho todos piensan en sí mismos, en su ropa y en los placeres del camino. Se entregan libremente al parrandeo y las risotadas, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh, cuán terrible me pareció ese espectáculo! MJ 87.2

Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban escritas sobre sí estas palabras: “Muerto para el mundo. El fin de todas las cosas está cerca. Prepárense ustedes también”. Su aspecto era el mismo que el de todos los demás frívolos seres que los rodeaban, excepto por cierto aire de tristeza que se advertía en sus semblantes. Su conversación era igual al de las alegres y atolondradas personas que iban con ellos, aunque de vez en cuando se detenían a señalar con mucha satisfacción el letrero de sus vestimentas, y exhortaban a los demás a que también se lo pusiesen en los suyos. Iban por el camino ancho, y sin embargo decían pertenecer a la compañía que viajaba por el camino estrecho. Los que iban a su lado decían: “No hay distinción entre nosotros. Somos iguales. Vestimos, hablamos y actuamos de igual manera”.—Joyas de los Testimonios 1:33, 34. MJ 87.3

Me fue mostrada la conformidad de algunos profesos observadores del sábado con el mundo. Vi que eso es una vergüenza para su profesión de fe, una vergüenza para la causa de Dios. Dan un mentís a su profesión. Piensan que no son como los del mundo, pero se les parecen tanto en su forma de vestir, en su conversación y en sus acciones, que no hay distinción. Los vi adornando sus pobres cuerpos mortales que están sujetos a ser tocados en cualquier momento por el dedo de Dios y yacer en el lecho de angustia. Entonces, cuando se aproximan a su último cambio, una angustia mortal atormenta su cuerpo, y la gran pregunta es: “¿Estoy preparado para morir? ¿preparado para aparecer ante Dios en el juicio y soportar el gran examen?” MJ 88.1

Pregúntenles entonces qué opinan en cuanto a adornar sus cuerpos, y si tienen alguna noción de lo que es estar preparados para comparecer ante Dios, y les dirán que si pudieran volver atrás y vivir nuevamente el pasado, corregirían su vida, evitarían las locuras del mundo, su vanidad, su orgullo, y adornarían el cuerpo de una manera modesta, dando ejemplo a todos los que los rodean. Vivirían para la gloria de Dios. MJ 88.2

¿Por qué es tan difícil vivir una vida abnegada, humilde? Porque los cristianos profesos no están muertos al mundo. Es fácil vivir después de estar muertos. Pero muchos anhelan los puerros y las cebollas de Egipto. Tienen disposición para vestirse y proceder de un modo tan parecido al mundo como sea posible, y sin embargo esperan ir al cielo. Los tales ascienden por otro camino. No entran por la puerta estrecha y el camino angosto [...]. MJ 88.3

Para ellos no habrá excusa. Muchos se visten como los mundanos para tener influencia. Pero en esto cometen un triste y fatal error. Si quieren tener una influencia verdadera y salvadora, vivan de acuerdo con su profesión, muestren su fe mediante sus obras justas, y hagan notar bien la distinción entre el cristiano y el mundo. Vi que las palabras, el vestido y las acciones deberían hablar en favor de Dios. Entonces se esparcirá una influencia santa sobre todos, y todos se percatarían de que ellos han estado con Jesús. Los incrédulos verán que la verdad que profesamos tiene una sagrada influencia, y que la fe en la venida de Cristo afecta el carácter del hombre o la mujer. Si alguien desea ejercer influencia en favor de la verdad, practíquela en su vida e imite así al humilde Modelo. MJ 88.4