Mensajes para los Jóvenes

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Desarrollar la confianza

El Señor reconocerá todo esfuerzo que hagan para alcanzar el ideal que él tiene para ustedes. Cuando fracasen, cuando por traición sean inducidos a pecar, no se sientan imposibilitados para orar, no se sientan indignos de presentarse ante el Señor. “Hijitos míos, esto os escribo para que no pequéis. Pero si alguno hubiera pecado, Abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo el Justo”.2 Él espera con brazos extendidos para dar la bienvenida al hijo pródigo. Vayan a él y cuéntenle sus errores y fracasos. Pídanle que los fortifique para un renovado esfuerzo. Nunca los chasqueará, nunca burlará la confianza de ustedes. MJ 67.3

Tendrán pruebas. De ese modo pule el Señor la tosquedad del carácter. No murmuren. Con las quejas hacen más dura la prueba. Honren a Dios con una sumisión alegre. Soporten pacientemente la presión. Aunque sean perjudicados, mantengan el amor de Dios en el corazón. “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, haz el bien; busca la paz, y síguela. Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”.3 MJ 67.4

“Guardaos de dar pasos desesperados; el día más oscuro habrá pasado si esperáis hasta mañana”. “En quietud y en confianza está vuestra fortaleza”.4 Cristo conoce la fuerza de las tentaciones y el poder de ustedes para resistir. Su mano está siempre tendida con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre. Dice a los tentados y desanimados: “Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener confianza en mí?” Y también: “Como tus días dure tu fuerza”.5 MJ 68.1

“Encomienda al Señor tu camino, confía en él y él obrará”.6 Él será para vosotros como la sombra de una gran roca en una región desierta. Dice: “Venid a mí [...] y yo os haré descansar”,7 con el descanso que el mundo no puede dar ni quitar. MJ 68.2

No se puede describir con palabras el gozo y la paz de aquel que acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los desaires no le afectan. Ha crucificado el yo. Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad.—The Youth’s Instructor, 26 de junio de 1902. MJ 68.3