Mensajes para los Jóvenes

483/512

Resultado de la desobediencia

El corazón anhela amor humano, pero este amor no es bastante fuerte, ni puro, ni precioso para reemplazar el amor de Jesús. Únicamente en su Salvador puede la esposa hallar sabiduría, fuerza y gracia para hacer frente a los cuidados, las responsabilidades y los pesares de la vida. Ella debe hacer de él su fuerza y guía. Dese la mujer a Cristo antes que darse a otro amigo terrenal, y no forme ninguna relación que contraríe esto. Los que quieren disfrutar verdadera felicidad, deben tener la bendición del cielo sobre todo lo que poseen y sobre todo lo que hacen. Es la desobediencia a Dios la que llena tantos corazones y hogares de infortunio. Hermana mía, a menos que quiera tener un hogar donde nunca se levanten las sombras, no se una con un enemigo de Dios. MJ 311.3

Como quien habrá de encararse con estas palabras en el juicio, le suplico que considere el paso que se propone dar. Pregúntese: “¿Apartará un esposo incrédulo mis pensamientos de Jesús? ¿Ama los placeres más que a Dios? ¿No me inducirá a disfrutar las cosas en que él se goza?” La senda que conduce a la vida eterna es penosa y escarpada. No tome sobre sí pesos adicionales que retarden su progreso [...]. MJ 312.1

Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde. Usted escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran esas hermosas frases. Usted no puede ver las profundidades de la perversidad oculta en el corazón. Usted no puede mirar detrás de las escenas y discernir las trampas que Satanás está tendiéndole. Él quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente accesible, para luego disparar las saetas de la tentación contra usted. No le conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente de sus siervos, Satanás obra por medio de los hijos de desobediencia. No hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar. Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Usted agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección. ¿Puede usted incurrir en tales desventajas mientras pelea la batalla por la vida eterna? MJ 312.2