Mensajes para los Jóvenes

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Nuestra responsabilidad

Es esta una responsabilidad de la que no nos podemos librar. Nuestras palabras, nuestros actos, nuestros vestidos, nuestra conducta, hasta la expresión de nuestro rostro, tienen influencia. De la impresión que damos dependen resultados para bien o para mal, que ningún hombre puede medir. Cada impulso impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha. Es un eslabón de la larga cadena de los acontecimientos humanos, que se extiende hasta no sabemos dónde. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar buenos principios, les damos poder para hacer el bien. Ellos a su vez ejercen la misma influencia sobre otros, y estos sobre otros más. De este modo, miles pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente. MJ 295.4

Arrojen una piedrecita al lago, y se formará una onda, y otra y otra, y a medida que estas crecen, el círculo se agranda hasta que llega a la orilla. Lo mismo ocurre con nuestra influencia. Más allá del alcance de nuestro conocimiento o dominio, obra en otros como una bendición o una maldición. MJ 296.1

El carácter es poder. El testimonio silencioso de una vida sincera, abnegada y piadosa tiene una influencia casi irresistible. Al revelar en nuestra propia vida el carácter de Cristo, cooperamos con él en la obra de salvar almas. Solamente revelando en nuestra vida su carácter podemos cooperar con él. MJ 296.2

Y cuanto más amplia es la esfera de nuestra actuación, mayor bien podemos hacer. Cuando los que profesan servir a Dios sigan el ejemplo de Cristo practicando los principios de la ley en su vida diaria; cuando cada acto dé testimonio de que aman a Dios más que a todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos, entonces la iglesia tendrá poder para conmover al mundo.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 274, 275. MJ 296.3