Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 137—La sociabilidad y la cortesía cristianas

El pueblo de Dios no cultiva bastante la sociabilidad cristiana. Esta rama de la educación no debiera descuidarse ni perderse de vista en nuestras escuelas. MJ 287.3

Se debe enseñar a los alumnos que ellos no son átomos independientes, sino que cada uno es una hebra de hilo que ha de unirse con otras para completar una tela. En ningún departamento puede ser dada esta instrucción con más eficacia que en el internado escolar. Es allí donde los estudiantes están rodeados diariamente de oportunidades que, si las aprovechan, les ayudarán en gran manera a desarrollar los rasgos sociales de su carácter. Pueden aprovechar de tal modo su tiempo y sus oportunidades que logren desarrollar un carácter que los hagan felices y útiles. Los que se encierran en sí mismos y no están dispuestos a prestarse para beneficiar a otros mediante amigable compañerismo, pierden muchas bendiciones; porque merced al trato mutuo la comprensión se pule y refina; por el trato social se formalizan relaciones y amistades que acaban en una unidad de corazón y en una atmósfera de amor agradables a la vista del cielo. MJ 287.4

Especialmente quienes han gustado el amor de Cristo debieran desarrollar su sociabilidad; pues de esta manera pueden ganar a otros para el Salvador. Cristo no debiera ser ocultado en su propio corazón, encerrado como tesoro codiciado, sagrado y reconfortante, que únicamente lo disfruten ellos; ni tampoco debieran ellos manifestar el amor de Cristo nada más que a quienes les resultan más simpáticos. Hay que enseñar a los alumnos la manera de demostrar, como Cristo, un sincero interés y una disposición sociable a los que se hallan en la mayor necesidad, aun cuando los tales no sean sus compañeros preferidos. En todo momento y en todas partes manifestó Jesús amante interés por la familia humana y esparció en derredor suyo la luz de una piedad alegre. Se debe enseñar a los estudiantes a seguir sus pisadas. Se les ha de enseñar a manifestar interés cristiano, simpatía y amor hacia sus compañeros jóvenes y a empeñarse en atraerlos a Jesús; Cristo debiera ser en su corazón como un manantial de agua que brote para vida eterna, que refresque a todos aquellos con quienes tratan. MJ 288.1

Este ministerio voluntario y amante, prestado a otros en momentos de necesidad, es el que Dios considera valioso. De esta manera, aun mientras asisten a la escuela, los alumnos pueden ser, si son fieles a su profesión, misioneros vivos para Dios. Todo esto llevará tiempo; pero el tiempo así empleado es de provecho, porque así aprende el alumno a presentar el cristianismo al mundo. MJ 288.2

Cristo no rehusó alternar con otros en el trato amistoso. Cuando era invitado a un banquete por un fariseo o un publicano, aceptaba la invitación. En tales ocasiones cada palabra que pronunciaba tenía sabor de vida para sus oyentes, porque hacía de la hora de la comida una ocasión para impartir muchas lecciones preciosas adaptadas a sus necesidades. De este modo Cristo enseñó a sus discípulos cómo debían conducirse cuando se hallasen en compañía tanto de los que no eran religiosos como también de los que sí lo eran.—Joyas de los Testimonios 2:438, 439. MJ 288.3