Mensajes para los Jóvenes

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El antídoto para la frivolidad

Cristo vivió una vida de trabajo arduo y de sacrificio por nosotros, ¿y no nos hemos de negar a nosotros mismos por él? ¿No son temas dignos de ocupar nuestra mente la expiación que él ha hecho por nosotros y la justicia que espera darnos? Si los jóvenes quisieran sacar del depósito de la Biblia los tesoros que contiene, si meditaran en el perdón, la paz y la justicia eterna que coronan una vida de abnegación, no desearían la excitación o la diversión dudosa. MJ 276.2

Cristo se regocija cuando los pensamientos de los jóvenes están ocupados en los grandiosos y ennoblecedores temas de la salvación. Penetra en el corazón de los tales como huésped permanente, llenándolos de gozo y paz. Y el amor de Cristo en el interior es como “una fuente de agua, que brota para vida eterna” [...].1 Los que poseen este amor se deleitarán en hablar de las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. MJ 276.3

El Dios eterno ha trazado la línea de distinción entre el santo y el pecador, entre convertidos y no convertidos. Las dos clases no se mezclan imperceptiblemente como los colores de un arco iris; antes bien, son tan distintas como el mediodía de la medianoche. No es seguro para el pueblo de Dios trabar relaciones íntimas con quienes conocen la verdad pero no la practican. El patriarca Jacob, cuando habló a sus hijos de ciertos hechos de ellos que él contemplaba con horror, exclamó: “No entre yo en su consejo, ni mi honra se junte en su compañía”.2 Él tenía la impresión de que su mismo honor iba a hallarse comprometido si se relacionaba con los pecadores en sus formas de proceder. Levantó la señal de peligro, amonestándonos a evitar las malas compañías, no sea que nos contaminemos con el mal. Y el Espíritu Santo expresa mediante el apóstol Pablo una advertencia similar: “No participéis de las obras infructuosas de las tinieblas, antes denunciadlas”.3The Youth’s Instructor, 4 de febrero de 1897. MJ 276.4