Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 118—El vestuario y el carácter

Cristo representa a sus seguidores como la sal de la tierra y la luz del mundo. Sin la influencia salvadora de los cristianos, el mundo perecería en su propia corrupción. Consideren la clase descrita de cristianos profesos que son descuidados en su persona y en su manera de vestir; negligentes en sus transacciones comerciales, como lo son en su vestir; ordinarios, descorteses, rudos en sus modales; bajos en su conversación, que consideran al mismo tiempo estos miserables rasgos como señales de verdadera humildad y vida cristiana. ¿Creen que si nuestro Salvador estuviera en la tierra los señalaría como la sal de la tierra y la luz del mundo? ¡No, nunca! MJ 246.3

Los cristianos son elevados en su conversación, y aunque, creen que es un pecado condescender con la lisonja necia, son corteses, bondadosos y benévolos. Sus palabras son palabras de sinceridad y verdad. Son fieles en su trato con sus hermanos y con el mundo. En su vestimenta evitan lo superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija, modesta, no llamativa y es llevada con orden y gusto. Se tendrá especial cuidado de vestir en una forma que muestre sagrado respeto por el santo sábado y el culto de Dios. MJ 247.1

La línea de demarcación entre una clase tal y el mundo será demasiado clara para ser confundida. La influencia de los creyentes sería diez veces mayor si los hombres y las mujeres que aceptan la verdad, que han sido anteriormente descuidados en sus hábitos, fueran tan elevados y santificados por la verdad que observaran hábitos de prolijidad, orden y buen gusto en su vestuario. Nuestro Dios es un Dios de orden, y en ningún grado le complacen el descuido, la suciedad o el pecado. MJ 247.2