Mensajes para los Jóvenes

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El verdadero adorno

Muchos se engañan al pensar que una buena apariencia y un atavío llamativo les conquistarán la consideración del mundo. Pero los encantos que no consisten más que en el vestido exterior son superficiales y variables; no se puede depender de ellos. El adorno que Cristo manda a sus seguidores no se marchitará jamás. “Vuestro adorno no sea exterior con peinados ostentosos, atavíos de oro, o vestidos lujosos, sino interno, del corazón, en incorruptible belleza de un espíritu manso y tranquilo, que es de gran valor ante Dios”.1 MJ 244.2

Si se dedicara a la cultura del espíritu, al adorno interior, la mitad del tiempo que la juventud dedica a hacerse atrayente en su aspecto exterior, ¡qué diferencia se vería en su conducta, en sus palabras, en sus acciones! Los que realmente tratan de seguir a Cristo tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor. El dinero, gastado ahora en extravagancias del vestuario, será usado para el progreso de la causa de Dios y para almacenar en la mente conocimientos útiles que los capaciten para ocupar puestos de confianza. Tratarán de responder a las expectativas de Jesús, quien los compró a un precio infinito. MJ 244.3

Queridos niños y jóvenes, Jesús ha hecho todo lo que está a su alcance para darles un hogar en las mansiones preparadas para los que lo aman y sirven aquí. Él dejó su hogar celestial y vino a un mundo desfigurado por el pecado, vino a un pueblo que no lo apreciaba, que no amaba su pureza y santidad, que despreciaba sus enseñanzas, y que finalmente lo entregó a la muerte más cruel. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna”.2 MJ 244.4