Mensajes para los Jóvenes

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El deber de la abnegación

Después de ir de casa en casa y ver tantas fotografías, recibí la instrucción de amonestar a nuestro pueblo contra este mal. MJ 225.4

Podemos hacer esto por Dios. Podemos poner fuera de la vista estos ídolos gráficos. No tienen poder bienhechor, antes bien se interponen entre Dios y el ser. Nada pueden hacer para ayudar a sembrar las semillas de la verdad. Cristo pide a sus seguidores, que se vistan de toda la armadura de Dios. MJ 225.5

Nuestras instituciones educativas necesitan sentir el poder reformador del Espíritu de Dios. “Si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”.4 Los que trabajan como maestros en nuestros colegios y sanatorios deberían alcanzar una elevada norma de consagración. Y los estudiantes de estas instituciones, que se preparan para salir como misioneros, deberían aprender a practicar la abnegación. MJ 226.1

Somos mayordomos de Dios y “se requiere que cada administrador sea fiel”.5 Debe economizarse fielmente el dinero que Dios nos ha confiado. Hemos de aumentar nuestra eficacia haciendo el mejor uso de los talentos que se nos confiaron para que a la venida de Dios podamos devolverle lo suyo con ganancia.—The Review and Herald, 13 de junio de 1907. MJ 226.2