Maranata: El Señor Viene

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Ciudadanos del reino, 8 de marzo

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Efesios 2:19. MSV 77.5

Jesús dice: “He aquí yo vengo pronto”. Apocalipsis 22:12. Debemos tener siempre presentes estas palabras, y obrar como quienes creen de veras que la venida del Señor se acerca, y que somos peregrinos y advenedizos en la tierra.—Joyas de los Testimonios 2:99. MSV 77.6

Debemos aprovechar diligentemente todo medio de gracia para que el amor de Dios abunde más y más en el alma, “para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia”. Filipenses 1:10, 11. Vuestra vida cristiana debe asumir formas vigorosas y robustas. Podéis alcanzar la alta norma que se os presenta en las Escrituras, y debéis hacerlo si queréis ser hijos de Dios. No podéis permanecer quietos; debéis avanzar o retroceder... MSV 77.7

¿Queréis tener un crecimiento cristiano raquítico, o queréis hacer sanos progresos en la vida divina? Donde hay salud espiritual hay crecimiento. El hijo de Dios crece hasta la plena estatura de un hombre o una mujer en Cristo. No hay límite para su mejoramiento.—Joyas de los Testimonios 2:96, 97. MSV 78.1

Algunas personas que debieran ser fuertes y estar establecidas en Cristo, son como criaturas en su comprensión y el conocimiento práctico de la forma como obra el Espíritu de Dios. Después de años de experiencia pueden comprender únicamente los principios elementales del grandioso sistema de fe y doctrina que constituye la religión cristiana. No comprenden cuál es la perfección de carácter que recibirá este reconocimiento de Dios: “Bien hecho”.—Testimonies for the Church 5:247. MSV 78.2

Tenemos que ganar grandes victorias, o perder el cielo. El corazón carnal debe ser crucificado; porque tiende hacia la corrupción moral, y el fin de ella es la muerte... Orad para que las poderosas energías del Espíritu Santo, con todo su poder vivificador, recuperador y transformador, caigan como un choque eléctrico sobre el alma paralizada, haciendo pulsar cada nervio con nueva vida, restaurando todo el hombre, de su condición muerta, terrenal y sensual a una sanidad espiritual. Así llegaréis a ser, participantes de la naturaleza divina... y en vuestras almas se reflejará la imagen de Aquel por cuyas heridas somos sanados.—Joyas de los Testimonios 2:100. MSV 78.3