Maranata: El Señor Viene

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Se anuncia el día y la hora, 6 de octubre

Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre. Mateo 24:36. MSV 296.3

Desde el cielo se oye la voz de Dios que proclama el día y la hora de la venida de Jesús, y promulga a su pueblo el pacto eterno. Sus palabras resuenan por la tierra como el estruendo de poderosos truenos.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 698. MSV 296.4

Pronunciaba una frase y se detenía mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la Tierra. El Israel de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando las palabras según iban saliendo de labios de Jehová y resonaban por toda la tierra con el estruendo de retumbantes truenos. Era un espectáculo pavorosamente solemne. Al final de cada frase los santos exclamaban: “¡Gloria! ¡Aleluya!”—Primeros Escritos, 285. MSV 296.5

Los 144.000 santos vivientes reconocieron y entendieron la voz; pero los malvados se figuraron que era el fragor de los truenos y el terremoto.—Primeros Escritos, 15. MSV 296.6

El Israel de Dios escucha con los ojos elevados al cielo. Sus semblantes se iluminan con la gloria divina y brillan cual brillara el rostro de Moisés cuando bajó del Sinaí. Los malos no los pueden mirar. Y cuando la bendición es pronunciada sobre los que honraron a Dios santificando su sábado, se oye un inmenso grito de victoria.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 698. MSV 296.7

Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra debía descansar.—Primeros Escritos, 34. MSV 296.8

[A los santos] los iluminaba una luz refulgente. ¡Cuán hermosos parecían entonces! Se había desvanecido toda huella de inquietud y fatiga, y cada rostro rebosaba salud y belleza. Sus enemigos, los paganos que los rodeaban, cayeron como muertos, porque no les era posible resistir la luz que iluminaba a los santos redimidos. Esta luz y gloria permanecieron sobre ellos hasta que se vio a Jesús en las nubes del cielo.—Primeros Escritos, 272, 273. MSV 296.9

Y vi una nube resplandeciente que llegaba hasta donde estaba Jesús. Entonces Jesús... se ubicó en la nube que lo llevó hacia el este, desde donde apareció primeramente a los santos que estaban sobre la Tierra: La pequeña nube negra que era la señal del Hijo del hombre. Mientras la nube pasaba del lugar santísimo hacia el este, lo que requirió cierto número de días, la sinagoga de Satanás adoró a los pies de los santos.—LR, 6-4-1846. MSV 297.1