La Única Esperanza

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Capítulo 17—Traición y arresto de Jesús

Quando Jesús se dirigió al encuentro de su traidor, no se veía en su rostro ninguna huella del sufrimiento por el cual acababa de pasar. Adelantándose a sus discípulos, preguntó a la turba: UE 98.1

“¿A quién buscáis?” UE 98.2

Ellos respondieron: “A Jesús nazareno”. UE 98.3

Jesús les dijo: “Yo soy”. Juan 18:4, 5. UE 98.4

Al pronunciar Jesús estas palabras, el ángel que acababa de auxiliarlo se interpuso entre él y la muchedumbre. Una luz divina iluminaba el semblante del Salvador, y la figura de una paloma volaba sobre él. UE 98.5

La turba criminal no pudo soportar ni por un momento la presencia de esta gloria divina. Retrocedieron, y los sacerdotes, los ancianos y los soldados cayeron como muertos al suelo. UE 99.1

El ángel se retiró, y la luz se desvaneció. Jesús podía haber escapado, sin embargo permaneció tranquilo y con pleno dominio de sí mismo. En cambio sus discípulos estaban demasiado asustados como para pronunciar una palabra. UE 99.2

Los soldados romanos se recobraron rápidamente del susto y, junto con los sacerdotes y Judas, rodearon a Jesús. Parecían avergonzados de su debilidad, y temerosos de que él escapara. De nuevo Cristo les preguntó: “¿A quién buscáis?” UE 99.3

De nuevo contestaron: “A Jesús nazareno”. El Salvador dijo entonces: “Os he dicho que yo soy. Si me buscáis a mí, dejad ir a estos”. Juan 18:7, 8. UE 100.1

En esta hora de prueba, los pensamientos de Cristo eran para sus queridos discípulos. No deseaba que sufrieran, aun cuando él tuviera que ir a la prisión y a la muerte. UE 100.2